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Asociación Menorah. La historia real de Celeste

Centro Deportivo Israelita, A.C.

Yo era una chica de 18 años, de una buena familia del interior de la república. En mi casa me querían bien, había salido al extranjero a fin de aprender idiomas, y en general era de una familia acomodada.

Un día llegó de visita un amigo de una de mis hermanas, Miguel, y nos enamoramos perdidamente. En mi casa no les gustaba Miguel, por lo cual decidieron mandarme a la capital a estudiar en la universidad. Miguel me siguió y decidimos irnos juntos a vivir a la ciudad de donde él venía. Llegamos a casa de su madre, una casa muy grande y lujosa, y con bastante espacio para nosotros.

En un principio, las cosas iban muy bien. Miguel era un próspero empresario que ganaba mucho dinero, y teníamos una vida bastante confortable. Yo tenía poco contacto con mi familia, pues en un principio estaban muy enojados con mi actitud.

Después de tres años, nació nuestra primera hija y Miguel empezó a cambiar, pues decía que él no había querido tener hijos. Dos años después tuvimos otro hijo, un varón.

Nuestra relación era cada día peor, Miguel me insultaba, me controlaba, y su madre me trataba muy mal. Finalmente pudimos hacernos de nuestra propia casa, también grande y lujosa, y después de catorce años finalmente nos fuimos a vivir los cuatro. Sin embargo, no cambió la situación; cada día era mayor su control sobre mi persona y los gritos e insultos subían de tono. Él en un mal negocio perdió absolutamente todo lo que tenía y nunca más volvió a trabajar. Pasamos grandes penalidades, y había días en que no teníamos ni para comer. Por más que yo trataba de salir a trabajar él me lo impedía, y teníamos que vivir de lo que su mamá nos daba o alguno de nuestros hijos trabajaba en algo y traía algún alimento. La casa empezó a necesitar de varios arreglos, los cuales nunca se hicieron. Curiosamente, un día a la semana me dejaba salir a tomar un café con un grupo de amigas, claro, bajo la amenaza de que no dijera nada o me iría muy mal, y como era un hombre que tenía varias armas en la casa, mi miedo era tal, que no me atreví durante años en confiar en nadie.

La situación llegó a tal punto que hace cinco años finalmente me confié con mi mamá y con mi papá. Me pidieron que abandonara a Miguel, que mis hijos ya habían acabado con sus estudios y se podían mantener solos, y que contaba con su total apoyo y ayuda, al igual que una de mis hermanas.

Me tomó cinco años poder tomar esa decisión, y finalmente, después de hablar con mis padres decidí hablar con una amiga, a la que consideraba la de más confianza, y contarle lo que me pasaba y con mi hijo, pues mi hija siempre defendía a su papá y decía que todo era mi culpa.

(Algo que he olvidado decir, es que nunca grité ni lloré enfrente de mis hijos ni de Miguel. Todo lo aguanté en silencio, siempre traté de bajar los ojos cuando me gritaba, pues sentía que si lo veía me iría peor).

Un día, puse algunas cosas en una bolsa de basura, algo de ropa, y me fui en lugar de ir al desayuno de mis amigas me fui al aeropuerto, y de ahí a casa de mis padres.

Miguel me buscó y amenazó, mi padre le dijo que si algo me pasaba a mí o a mi familia fuera nuclear o extensa, Miguel lo pagaría caro. Al llegar a México me puse en contacto con diversas organizaciones gubernamentales, levanté actas notariales de violencia doméstica, y me puse en contacto con una organización no gubernamental.

Me han ayudado mucho, pero aún sigo con mucho miedo y sin estar segura de haber actuado bien. Al menos salvé mi vida, y ahora debo comenzar de nuevo, y hacer algo por mí.

Quiero recomendarle a quien quiera que sufra algún tipo de violencia, no espere tanto como yo. Actúen rápido, pidan ayuda, hay quien la proporciona.
Gracias por su ayuda y comprensión. Celeste.

DATOS

Asociación Menorah, es una organización no lucrativa, que está formada por un equipo de psicólogos, psiquiatras, terapeutas y trabajadores sociales, que tienen la misión de dar apoyo, educación, prevenir y atender casos de Violencia Intrafamiliar.
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