//Anna Jaiven
En apariencia, el Festival Aviv es solo una semana de eventos dancísticos de grupos de niños y jóvenes de distintas instituciones de la Comunidad, alrededor de un tema relacionado con el judaísmo o Israel.
No hay duda, que el Aviv es un espacio que reúne a más de 5,000 espectadores que disfrutan de un espectáculo de calidad en el que, por supuesto, baila algún hijo, primo, nieto, sobrino, etcétera, representando a su colegio, su tnuá o su academia.
Pero, el Festival Aviv es mucho más que eso…
Para los coreógrafos es uno de los foros más importantes en el que pueden mostrar sus obras y su creatividad. Pero también es un espacio en el que se les proporcionan capacitaciones y asesorías a cargo de expertos, a lo largo del proceso de creación de su coreografía y, al finalizar el Festival, todos reciben una retroalimentación de los evaluadores o jueces, dependiendo de la categoría, para conocer sus fortalezas y áreas de oportunidad, y lograr un crecimiento profesional y un mejor evento año con año.
Para los casi 2,000 bailarines es una oportunidad, en ocasiones la única, de expresarse a través de la Danza y de presentarse en un escenario. Esta experiencia los llena de la energía y el aplauso del público, pero requiere de seguridad, concentración, compromiso y entrega.
Pero vayamos un poco más atrás… El Festival significa pasar entre dos y cuatro horas semanales (en la mayoría de los casos) en los ensayos. La función más obvia de estos espacios es la de montar la coreografía, aprendérsela y repetirla incansablemente, hasta que salga lo mejor posible.
Pero profundicemos un poco más. Los ensayos son un tiempo que incluye actividad física, convivencia social en un ambiente sano y con un propósito.
Pero ahí no acaba la cosa… el trabajo de los coreógrafos va más allá de crear, elegir la música, buscar el vestuario adecuado y montar un baile. Todos los coreógrafos del Festival enseñan la importancia de trabajar en equipo, de esforzarse y mejorar, el orgullo de representar a una institución. Trabajan con la frustración, el éxito, el esfuerzo. Dan a nuestros niños y jóvenes un sentido de pertenencia al pueblo judío, siempre buscando transmitir nuestra historia y valores con orgullo.
Ahora entendemos porqué el Festival Aviv deja huella en todos los que participamos en él. Organizadores, coreógrafos, bailarines, jueces y evaluadores y todo el público asistente, nos llenamos con la energía y la alegría de lo que vemos en el escenario, que solo es el reflejo de muchas otras historias.
