La Declaración del establecimiento del Estado
de Israel, que fue leído por David Ben Gurión en la sesión del congreso del pueblo el 4 de iyar de 5708, el 14 de mayo de 1948, fue firmada por los representantes del congreso, y publicada en el periódico oficial del Estado número uno.
La declaración se inicia con una reseña histórica, y el lazo del pueblo judío con la Tierra de Israel desde los primeros años de exilio hasta los primeros años de resurgimiento (del pueblo y de la tierra), con la inmigración y los asentamientos. Está mencionada la declaración de Balfour que reconoce el derecho del pueblo judío a obtener un Estado soberano en su tierra – que fue mencionada anteriormente en el primer Congreso Sionista. Luego se menciona la terrible desgracia del Holocausto que le sobrevino al pueblo de Israel – como otra demostración que reconoce ser una solución a la problemática del pueblo judío a través de un Estado en su tierra. Cabe destacar, que la participación del asentamiento judío en la guerra fortifica el mérito de ser contados entre los pueblos que integran la ONU. Por último, la decisión de la ONU de 1947, que otorga la posibilidad de la creación de un Estado judío en la Tierra de Israel y obliga a los habitantes a hacerse responsables de llevar a cabo la decisión.
La conquista de la tierra y asentar la misma, fue la primera etapa luego de la salida de Egipto. La confrontación fue larga y continua, luego vinieron las guerras de la época de los jueces y los reyes hasta el exilio de Israel y el exilio de Judá después de la destrucción del Primer Templo en el año 586 a. n. e.
Luego del exilio de Asiria, Ezequías, rey de Judá, llamó al pueblo de Israel, a las tribus de Efraín y Menases retornar a D-os, volver al templo de Jerusalem y volver a esta tierra. En el largo exilio el profeta Ezequiel elevó ‘la visión de los huesos secos’.
En el año 538 a. n. e. dio a conocer Ciro, rey de Persia, su declaración “Quien quiera que haya entre vosotros de todo Su pueblo – sea su D-os con él – suba a Jerusalem, que está en Judea” (Esdras 1:3). Desde aquellos días descritos en el libro de los libros, el pueblo de Israel fue constante con la relación a Sión y a su credo, porque solo en esta tierra, en la cual se encuentran las peculiaridades nacionales y espirituales, va a ser dirigido su futuro.
Muchos años la Tierra de Israel estuvo gobernada por extraños. La destrucción del Templo en el año 70 n. e. no llegó a desligar la relación y no impidió las añoranzas de los judíos hacia su tierra. La devoción del judío a la tierra proviene de sentimientos religiosos a la tierra santa, y de las prohibiciones que fueron dadas por nuestros enemigos.
El año 1882 fue un año clave en la historia de la Tierra de Israel. En este año comenzó la inmigración, que se puede identificar como sionista, cuya meta era renovar la independencia judía, establecer un Estado soberano para el pueblo judío.
Estos cientos de judíos que abandonaron sus hogares y se dirigieron a la Tierra de Israel son llamados la Primera aliá. La finalidad de los nuevos inmigrantes que llegaron en el año 1882 era enfatizar su asentamiento sobre la Tierra de Israel con la intención de establecer un asentamiento independiente como en el pasado.
En el año 1882 vivían cerca de 30 000 judíos en la Tierra de Israel. En vísperas de la Primera Guerra Mundial el asentamiento judío contaba con 100 000 almas. Los logros de la Primera y Segunda aliá en los años 1882-1914 fueron piedras fundamentales en el proceso de consolidación del Estado hebreo. En los tiempos de aquellas inmigraciones fue renovada la lengua hebrea, se consolidó la fuerza de defensa, y se crearon formas de vida nueva – la moshava y el kibutz.
En dos diferentes aspectos influenció el Holocausto a la creación del Estado de Israel. Uno de ellos es la influencia concreta y el otro una influencia profunda. Al haber finalizado la Segunda Guerra Mundial se concentraron los sobrevivientes del Holocausto en el centro de Europa – principalmente en Alemania e Italia, en los cuales se encontraba una concentración de 300 000 exiliados judíos. El anhelo de los sobrevivientes del Holocausto era inmigrar a la Tierra de Israel – este deseo se vio expresado en los intentos de la inmigración ilegal – y tuvo una influencia decisiva sobre la creación del proceso, que provocó la elevación del problema de la Tierra de Israel ante las Naciones Unidas, este proceso trajo como consecuencia el apoyo internacional del establecimiento del Estado judío en la Tierra de Israel.
Unos 115 000 inmigrantes clandestinos llegaron a la Tierra de Israel entre los años 1934-1948. Dos fueron los obstáculos, que la inmigración ilegal tuvo que sobreponerse: por un lado la prohibición de la entrada a Israel y por el otro, la prohibición de la libre salida de la diáspora. El movimiento de la inmigración ilegal, que nació con base a la confrontación con el gobierno del mandato británico, fue el acontecimiento principal en la vida del pueblo judío luego del Holocausto en Europa.
En la mañana del 28 de noviembre de 1947, previo a la resolución de independencia con votación en la ONU, los rabinos superiores realizaron un rezo especial al lado del Muro de los Lamentos, y rezaron por la causa del día “manda por favor la veracidad y la afirmación a los emisarios de las naciones que se encuentran hoy en lugares de juicio, que reconozcan la rectitud de Israel”.
El yishuv tuvo largas horas de tensión. El debate, que debía de haber concluido en la noche, fue postergado en un día a petición de Francia. Al día siguiente, a altas horas de la noche del 29 de noviembre de 1947, se develó que las esperanzas del asentamiento judío se habían concretado. De cincuenta y siete partícipes de la ONU, treinta y tres votaron el sí anhelado. Trece Estados votaron en contra y diez representantes de Estado se abstuvieron. La Organización de las Naciones Unidas decidió sobre la partición de la tierra y el establecimiento del Estado judío en la mayoría de la superficie.
Al momento de ser recibida la resolución, se llenaron de gente las plazas e irrumpieron con cánticos de alegría, que como ellos nunca se habían visto.
A las 16:00 horas en punto, Ben Gurión golpeó con un martillo de color nuez la mesa. Los presentes que estaban sentados en semicírculo se pusieron de pie y entonaron el Hatikva. Así comenzó el acto que duró solo treinta y dos minutos.
Los integrantes de la asamblea del pueblo fueron invitados uno a uno según orden alfabético a firmar. Veinticuatro líderes firmaron sobre el pergamino vacío. Pues la preparación de la declaración concluyó solo una hora antes del acto, no alcanzaron a unir todas las partes, y la parte de las firmas había quedado separada de la Declaración. Con el correr de los días firmaron los doce compañeros restantes. Moshe Sharet Shertok fue el último en firmar, y al concluir nuevamente se escuchó el canto del Hatikva.
Al concluir el último acorde se levantó Ben Gurión, y declaró en pocas palabras “se ha declarado el Estado judío, ha concluido esta sesión”.
La inmigración fue anterior al Estado de Israel, y fue la base de su establecimiento. Ocho olas de inmigración transformaron la Tierra de Israel de una franja de tierra abandonada del imperio otomano – a un asentamiento judío fructífero y desarrollado. Las dimensiones de la inmigración aumentaron considerablemente el día que fue declarado el Estado.