El 1 de octubre de 1946 los jueces del Tribunal Militar Internacional dieron a conocer las sentencias que les correspondían a los 24 jerarcas nazis,
acusados de conspiración, crímenes contra la paz, crímenes contra de guerra y crímenes contra la humanidad. Entre ellos, doce fueron condenados a la horca.
La decisión aliada
A fines de 1942, cuando promediaba el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, los máximos responsables de las potencias aliadas anunciaron su determinación de castigar los criminales de guerra nazis; y en octubre de 1943 emitieron la Declaración de Moscú, en la que se afirmaba que, una vez que derrotaran al Tercer Reich, las personas consideradas responsables de crímenes de guerra serían mandadas al país, en el cual, los crímenes habían sido cometidos y ahí juzgados según las leyes de la nación interesada; mientras que, aquellos cuyos crímenes no podrían ser asignados a ningún lugar geográfico, serían castigados por decisiones tomadas en conjunto por los gobiernos Aliados.
Esta declaración fue firmada por el presidente estadounidense Franklin Roosevelt, el primer ministro inglés Winston Churchill y el líder soviético Josef Stalin.
Luego de rendirse Alemania a los ejércitos aliados, el 8 y 9 de mayo de 1945, los denominados gobiernos Aliados, a los que se sumó el de Francia, iniciaron conversaciones y negociaciones para implementar la Declaración de Moscú, y resolvieron que los juicios a los principales criminales de guerra debían efectuarse en la ciudad de Nuremberg, la misma en que los nazis aprobaron sus leyes raciales. El motivo aducido oficialmente fue que su palacio de Justicia no había sido dañado durante la guerra y, en Londres, el 8 de agosto de 1945, firmaron el acta de Acuerdo sobre la constitución del Tribunal Militar Internacional y los Estatutos por lo que había de regirse. Allí, fueron designados los jueces que juzgarían a los nazis más relevantes del régimen del Tercer Reich, un titular y un suplente para cada uno de los Aliados.