Dicen que la única manera de apreciar algo es estar a punto de perderlo. Eso incluye la vida, cosa que Miguel
(José Kably) a sus 18 años, se da cuenta cuando queda en estado de coma tras ser atropellado por un camión y ahora está en su casa, atento a todo lo que sucede a su alrededor, pero sin poder moverse (ni siquiera puede limpiarse el trasero). Lo cuidan su padre obsesivo Francisco (Ramy Dana), su cariñosa hermana Lulú (Ruth Lorberfeld) y su enfermero Horacio (Gabriel Olivensky), con visitas frecuentes de su abuelo don Alberto (Isaac Yudelevich), su primo discapacitado Ricardito (Marcos Haras) y una muy desagradable de su novia Sandra (Noa Yehoshua), que estuvo con él el día del accidente. Este melodrama, como los que vemos en los unitarios de Televisa y TV Azteca, escrito y dirigido por David Palazuelos, relata lo mucho que puede ofrecer la vida cuando está en peligro de perderla.
Lo que vi en escena
El texto tiene una moraleja en mente y todo lo que hace la puesta, cada personaje y cada decisión que se le mete, es para irle agregando a la moraleja de apreciar la vida y no arriesgarse a perderla antes que sea tiempo y aunque toma algunos atajos para llegar a la moraleja, logra que un grupo de jóvenes de Preparatoria se conecten con el material (que les es cercano). Le sobra uno que otro giro dramático, pero en general esto resulta un noble esfuerzo de recrear algo que es muy popular para el público mexicano.