La palabra hebrea para pecado, “Jet” significa literalmente, una falta de algo, una disminución. El acto de pecar en sí degrada al pecador. Lo hace ser un ser humano inferior.
Engendra dentro de su corazón un sentimiento de indiferencia hacia el mal, una tolerancia hacia el mal, un gusto por el mal y, posteriormente, un rechazo del bien.
El pecador cambia. Sus acciones lo deshonran. Su alma es destruida y degradada. Una mente corrompida es incapaz de deleitarse espiritualmente; es como un pulmón canceroso que no logra inhalar aire para fortalecerse.
Pero existe una salida, que D-os mismo nos ha proporcionado; es quizás el don más maravilloso que nos haya dado, porque sin él, el hombre no podría volver a levantarse después de una caída. Su naturaleza humana lo tiene condenado a caer. Sin embargo, el pecador tiene la posibilidad de rehabilitarse, de quedar inmaculado. “Dejemos que el pecador se arrepienta y sea perdonado”, nos dice D-os: “Shuvu elai veashuva alejem”. “Volved a Mí y Yo volveré hacia vosotros”, dice Hashem (Malají3:7).
D-os nos pide que volvamos a Él y nos promete, “volveré hacia vosotros”. Consuma nuestro arrepentimiento, porque el hombre por sí solo no puede lograr un perdón total. Sin la misericordia de D-os seguiría llevando sus pecados en el alma. Si no hubiese pecado nunca, podría no sentir la tentación de hacerlo, porque el pecado no solo no hubiese sido parte de su deseo, sino tampoco de su experiencia. Sin embargo, una vez que se ha perdido la inocencia, no podría nunca recobrarse si no fuese por la seguridad que nos da D-os de recibir a todo penitente e implantarle un nuevo corazón y espíritu (Ezekiel 36:26).
Elementos de arrepentimiento
El gran Rabino lona (uno de los grandes sabios del siglo XII, autor del Shaaré Teshuvá, Pórticos del arrepentimiento) nos da una lista con 20 componentes de arrepentimiento de los cuales dos son primordiales:
1) Tener remordimiento por el pasado.
2) No volver a pecar en el futuro.
Al tener remordimiento por el pasado, el pecador muestra que ha tomado la decisión de ser mejor, y esto debe primero acontecer en la mente. Al mostrar su remordimiento, la persona logra un primer paso hacia el arrepentimiento. Sin embargo, al no volver a pecar en el futuro, la persona muestra que su resolución fue real. Puede que tenga nuevamente la oportunidad de pecar. Pueden darse las condiciones, puede sentirse tentado, pero el penitente se niega a hacerlo. Al no cometer el acto, prueba que su resolución fue firme.
No obstante, si la persona peca constantemente, el camino hacia el arrepentimiento es un poco distinto. Este tipo de pecador habitual debe primero encontrar alguna forma de dejar el pecado antes de poder mostrar un verdadero remordimiento por el pasado. Si aún está atrapado en un pecado que comete habitualmente, su remordimiento por el pasado no será sincero. Debe comenzar por dejar el hábito de pecar para poder luego proceder con el proceso de arrepentimiento que describimos anteriormente.