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Desde Medio Oriente. Aumenta el pánico ante los avances del ISIS

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Esther Shabot

La milicia originalmente denominada Estado Islámico para Irak y Siria (ISIS por sus siglas en inglés) se ha convertido en el nuevo azote que amenaza apoderarse no solo de Siria e Irak donde ha conseguido imponerse en una amplia franja territorial mediante masacres llenas de salvajismo contra sus presuntos “enemigos heréticos” –musulmanes chiítas, cristianos, yazidíes, kurdos y cualquier otra denominación que no se pliegue a sus demandas de conversión religiosa – sino que aspira también a avanzar mucho más allá, hasta donde su ofensiva lo consiga, a fin de ampliar el presunto Califato que se precia de haber fundado ya en el espacio bajo su control.

Descrita esta agrupación como una escisión de Al Qaeda, con el mismo fanatismo religioso que este pero con mayores dosis de brutalidad en sus métodos, el ISIS bajo el liderazgo de su recientemente nombrado Califa, Abu Bakr Al Bagdadi, es así hoy una de las mayores preocupaciones para la totalidad de los gobiernos de las naciones árabes y musulmanas, lo mismo que para las naciones occidentales que reconocen en ISIS a un formidable generador de actos terroristas y brutales de los que la decapitación filmada del periodista estadounidense James Foley es tan solo una pequeña muestra.

Un breve vistazo a los contenidos de parte importante de la prensa árabe y musulmana de estos últimos días revela hasta qué grado el pánico ante el ISIS crece día con día. Periódicos de Arabia Saudita, Líbano, los países del Golfo, Jordania, Turquía y zonas kurdas dedican un porcentaje altísimo de sus páginas noticiosas y de sus análisis editoriales al tema del ISIS, dejando de lado cualquier otro asunto, incluso el referente a la guerra entre Israel y Hamas el cual contrariamente a lo que era de esperar, recibe una mínima atención. Y es notable cómo es imposible encontrar en todo ese caudal de información y opiniones algún rastro de empatía hacia el ISIS. De manera casi absoluta la condena y los señalamientos de que se trata de la plaga más grande que amenaza la sobrevivencia de múltiples Estados árabes es la tónica dominante al lado, por supuesto, de desmentidos de haber apoyado financiera o militarmente en algún momento del pasado a esta organización.

El temor y el repudio hacia el ISIS se muestra igualmente en iniciativas políticas como la que se desarrolla el día de hoy en Arabia Saudita donde la monarquía de este país se reúne con delegados de Egipto, Jordania, Qatar, y los Emiratos del Golfo a fin de discutir y concertar una estrategia destinada a contrarrestar al ISIS. Y es interesante cómo países y gobiernos tradicionalmente ubicados en bandos políticamente antagónicos, están hoy unidos en el objetivo común de detener a como dé lugar el avance de esta aterradora milicia. Desde el régimen iraní y los partidos kurdos existentes en ese mismo país, hasta la administración de Washington, la consigna es parar al ISIS. Incluso la situación ha generado la extraña paradoja de que el Presidente sirio, Bashar Al Assad, a quien hasta hace poco tanto Arabia Saudita como Washington y la Unión Europea pretendían sacar del poder, es ante el panorama actual, un mal menor y hasta un potencial aliado coyuntural para combatir y contener a las hordas de sunnitas fanáticos y desencantados que junto con mercenarios occidentales imbuidos del mismo fervor religioso fundamentalista, integran a este nuevo Atila del siglo XXI. La unidad de voluntades y esfuerzos por anular al ISIS constituye sin duda un elemento alentador, aunque muy probablemente el precio a pagar para lograrlo sea mayúsculo en términos de violencia, derramamiento de sangre y aparición de nuevos e insospechados desafíos a la de por sí endeble estabilidad regional.

Fuente: Excélsior, 24 de agosto, 2014.