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En aras del amor

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Perengana

Se acerca el Día del Amor, y me cuestiono si debe existir un día que nos recuerde que si estamos enamorados, o si amamos a alguien, o si tenemos amigos que siempre están con nosotros, justamente es una incongruencia tener un día para recordarlo, cuántos de nosotros desde que éramos niños nos enamoramos del compañero que se sentaba en la clase en el pupitre de atrás, y cómo nos hacían sufrir esos sentimientos, son huellas que quedan para toda la vida. No se hable de la adolescencia, en la que hay tantas confusiones entre la atracción y el amor, y de ahí comienza un largo camino de incoherencias, porque cuando nos enamoramos, queremos estar todo el día completo con esa persona, o si no tenemos la suerte de estar, nuestros sentidos se apoderan de realidades paralelas en las que todo tiene cara de la persona que amamos. De inmediato, hacemos una conexión que nos da el sostén para vivir y sentirnos motivados.

En la mitología griega, Eros era el dios primordial de la lujuria, el amor y el sexo. Su nombre mismo está en la raíz de palabras como “erótico”. Originalmente, esta deidad primitiva encarnaba no solo la fuerza del amor erótico sino el constante impulso creativo de la naturaleza en constante fluir. Esa palabra la retoma Freud, quien con sus ideas y su gran habilidad como escritor, definía en la palabra Eros, a la sexualidad, o más bien, a uno de los instintos básicos que actúan en el hombre y en toda forma de vida.

El erotismo entonces, mueve al mundo, es más un comportamiento cultural que sexual. Sin él no existiría la moda, quizás ni siquiera nos bañaríamos diario, y si la logramos separar un poco su concepción del mero asunto de la sexualidad, nos daremos cuenta que absolutamente todas nuestras relaciones se barnizan de erotismo. Por eso somos vanidosos, somos, a mi parecer, en los casos extremos, narcisistas y egocéntricos, nuestra relación con el objeto es complicado. Como bien dice la autora Pilar Gavilano (Eros, amor, sexualidad, Revista Psicoanálisis, Editora SPP), “El proyecto de fusión, tan central en el amor, va en dirección opuesta a otra de las metas de este que es tener al amante como persona separada a la que amar y seguir. Aunque el impulso a fusionarse es un componente central del amor apasionado, puede realizarse sólo por breves momentos. El amor, por su naturaleza dedicada a la preservación del amado y a la de uno mismo, nunca puede presionar por completo hasta su meta de fusión total. Esta paradoja es uno de los grandes dilemas que desestabilizan el amor”.

Si bien entiendo el español, significa que nunca estaremos completamente satisfechos, porque el amor es algo que depende estrictamente de cómo nos hemos relacionado desde nuestras relaciones más tempranas, o sea, ese inconsciente que los neurofisiólogos dudan que existe, pero que rige nuestros estados mentales resultado de emociones conectadas a esa parte desconocida de la mente. El amor ya sale fotografiado gracias a la tecnología, nuestro cerebro se colorea en las zonas donde aparece la emoción, solo falta saber qué la modula, y ese es verdaderamente el paso que el conocimiento de nosotros mismos nos dará.

Ya no puedo seguir porque ya no queda espacio, pero en otra ocasión, volveré…