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Valores

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Perengana

En la última publicación del año, me solicitaron una más de mis colaboraciones ante el pedido de algunos lectores de este gran medio de comunicación comunitario, lo cual me ha hecho sentir nuevamente motivada para el 2015 a participar con mi columna, francamente pensé que mis ideas no eran del todo bien aceptadas porque en ocasiones rebasan lo común.

Justamente me gustaría hablar de eso, y no es que me sienta un ser extraño aunque a veces pienso que mis padres no me educaron muy bien. Me enseñaron muchos valores que no me han servido en esta vida como debiera. No se asusten, no voy a hablar de cosas indebidas.

Todas estas reflexiones pueden ser más en fechas de Rosh Hashaná que las del fin de año del calendario gregoriano, pero que al fin y al cabo, marca también un significado el hecho de finalizar un periodo e iniciar otro, no solo porque tengamos en enero que pagar tenencias, prediales, vacaciones, etcétera, que ponen los nervios de punta.

En referencia a lo que es el tema del artículo, mis padres me enseñaron que lo más esencial para una mujer es su reputación, también saber ser una buena ama de casa, tener cultura para no aburrir a la pareja, y existía la posible situación de no poder depender económicamente de un hombre porque nada garantiza ni el matrimonio, ni el amor, ni algunas circunstancias, y si mis padres pensaban como Marx de que el hombre/mujer deberían cambiar precisamente esas circunstancias, era a través de ser dueños del trabajo y el conocimiento. No me quiero complicar la vida desvariando sobre Hegel, cuando habla del amo y el esclavo, pero muy afortunadamente dice que, el amo puede llegar a envidiar la posición del esclavo porque es quien posee el amor y las herramientas para dar a costa de todo.

Esta interpretación moderna de la filosofía de hace muchos años, me ha servido para no sentirme enajenada ni en el amor ni en el trabajo. Mas, siendo francos y en forma lamentable, tenemos que reflexionar acerca de que existe mucha gente que no da la importancia a los valores, a la honestidad, lealtad, respeto por uno mismo y por los demás, recuerden que la dignidad propia es en ocasiones lo que más nos protege incluso de nuestros propios y más terribles fantasmas, lo que es el Ruaj o para entender mejor lo que Freud denominó el Ello. Esperemos que desde esta óptica psicoanalítica sea más sencillo entender que lo que debe predominar es un Yo en equilibrio constante entre las fuerzas del Superyo y el Ello.

Y si esta explicación que recuerdo de mis clases de preparatoria nos puede empujar a reflexionar sobre lo que sí se puede de lo que se debe hacer en el mundo de las relaciones sociales, será para todos un magnífico inicio de año.