En el verano tuve el mérito y la dicha de estar en Tierra Santa. Muchas personas me asistieron durante el viaje, desde la compra de los boletos hasta llegar nuevamente a casa: quiero agradecerles a todos y cada uno de ustedes. No voy a comenzar a nombrar a cada quien en este artículo, porque no es hacia allá a donde deseo llegar.

Describiré, lo mejor posible, el Shabat que viví en el asentamiento llamado Nof Ayalón, que se encuentra cerca de Modiín.

Tuve el placer de estar hospedada en casa de la familia Spangenthal. El Rabino estuvo ejerciendo en México hace años como Rab de la Comunidad Ashkenazi, en el templo de Nidjei Israel, Acapulco número 70. Fue un Shabat especial no solo porque él fue el Rabino que nos casó, sino porque uno de sus hijos estuvo participando en un programa a favor de jóvenes con necesidades especiales, y uno de estos muchachos convivió con nosotros durante ese día.

Después del rezo de la mañana, se hizo Kidush al aire libre fuera del Bet Hakeneset, y se anunció que la casa para estos chicos comenzaría a funcionar. Se notó el cariño de todos los presentes, ya que los hombres se pusieron a bailar y cantar alrededor de ellos, con mucho ánimo, y los muchachos estaban realmente felices. Fue muy conmovedor: Todos unidos para darles amor, como se indica en nuestra Torá, amar al prójimo, y en este momento se veía que era con todo el corazón, con hechos, palabras, comprensión, bailes y cantos.

Para la tercer comida de Shabat nos reunimos fuera de la casa destinada para los muchachos, pues el plan no era solo para un día o una semana, sino que aquí los jóvenes podrán desarrollarse y vivir de la manera más independiente posible, aprender un oficio, trabajar, etcétera, según las posibilidades de cada quien.

Se está tratando que todo Nof Ayalón se involucre en el proyecto, así es que en su mayoría los chicos durmieron con las familias de sus tutores de esta pequeña ciudad.

En esta ocasión, los tutores llevaron a los muchachos durante una semana a hacer diversas actividades, como pasear en kayak, natación, etcétera, además de encargarse de la cena del viernes y de ocuparse de los muchachos durante el Shabat por completo; todo su esfuerzo es voluntario, al igual que el trabajo en la nueva casa.

El señor Levy, quien inició el proyecto y tiene un hijo en el grupo, estuvo hablando de forma muy profunda, llegando a la conclusión de que el amor comienza cuando uno da y la acción de dar es la que permite que este sentimiento florezca, y para seguir regándolo, lo que hay que hacer es continuar dándose como persona, de todo corazón.

Este es un proyecto para cambiar la vida de estos muchachos por completo, pues estarán en un ambiente en el que todos podrán ser más independientes, aprender un oficio, trabajar; tendrán una cocina, así que se dedicarán tanto a la preparación de los alimentos como a otras tareas del hogar, y personas que desean voluntariamente ayudarles harán su mayor esfuerzo para que crezcan como personas, en todos los aspectos.

Ojalá tengan gran éxito, y que en México también podamos seguir sus pasos para comprender y ayudar a nuestros hermanos que así lo requieran; que siempre estemos todos unidos como una gran familia, así como sentí en aquel Shabat tan maravilloso, amén.

1965miriamrojl@gmail.com

Ungiendo al Rey de Reyes

Cómo llegar al conocimiento de Hashem

Agradeciendo por cada momento

Recibiendo la Torá hace dos mil años, o el día de hoy…

El Día del Maestro, ¿por qué festejarlo?

Esperanza: El poder de la plegaria

La histeria urbana

Antes de Sucot: actos de bondad y el perdón

Hoy, un Rosh Hashaná diferente: “Shemitá”

¿Cómo nos alimentamos?

El consumismo nos consume

Pésaj, la fiesta de la libertad

 

Share.

Leave A Reply

Exit mobile version