El próximo domingo y lunes vamos a celebrar Shavuot, que es la fiesta en la que recibimos la Torá.
Shavuot se considera Yom Tov, esto es, un día de guardar, parecido a Shabat, en cuanto a que no hacemos los mismos trabajos que está prohibido realizar este día, con la diferencia de que se puede cocinar y cargar en un lugar público (sin entrar en todos los detalles de las leyes concernientes a Yom Tov).
Está en la misma categoría que las festividades de Pésaj y Sucot, siendo las tres denominadas “Shalosh Regalim”, que eran las tres veces en el año que las personas subían a Yerushalaim, al Bet Hamikdash, a ofrecer los sacrificios correspondientes para cada fecha.
Shavuot es el día en el que recibimos la Torá en el Monte Sinai. Como está escrito en el libro de Éxodo, capítulo 19, versículo 2, “…y acampó allí Israel frente al monte”. Podríamos preguntar: ¿Por qué está en singular la palabra “acampó” y no dice “acamparon”, refiriéndose a todos los hijos de Israel? Porque en ese momento, el pueblo estaba tan unido como si fuera una sola persona, con un solo corazón.
Este día es muy importante en nuestra historia y en el proceso que tuvimos para constituirnos como un pueblo, pues, después de haber salido de Egipto y ya siendo libres, Hashem se encarga de decirnos cómo podemos ser realmente libres: haciendo Su voluntad y cuidando Sus Mitzvot (preceptos) – pues así tenemos la certeza de ir por el camino correcto, y no hay mayor libertad que esa.
Los Diez Mandamientos (a veces creemos que es lo único que recibimos por medio de Moshé Rabenu, sin embargo, a través de él recibimos toda la Torá escrita y también la oral), son básicos en nuestra religión.
El punto que quiero recalcar, es que el mandamiento de cuidar Shabat se encuentra antes del que se refiere a honrar a los padres; esto quiere decir que, si en algún momento papá o mamá le dice a un Yehudí que haga algo que va en contra de la Torá, entonces la persona no debe cometer esa transgresión.
Estamos viviendo una época en la que hay muchos jóvenes que quieren acercarse a sus raíces, asisten a clases de judaísmo, conferencias, y quieren aplicar lo que van aprendiendo. A veces no les es fácil, porque los padres no entienden qué es lo que ocurre, y no quieren permitirles cambiar su forma de vivir, o tienen miedo que si los hijos cambian algo, ellos también tengan que hacerlo. En esos casos, es importante hablar con un rabino competente para que le explique a la persona cómo puede cumplir con las Mitzvot a la vez que respeta a sus padres.
Si uno lo lleva a cabo por las buenas es mejor, y se puede lograr con éxito la unión familiar, que es una de las bendiciones más hermosas que podemos desear.
Que Hashem nos bendiga y nos permita recibir su Torá y cumplirla con alegría, junto con toda nuestra querida familia.
¡Jag Sameaj!
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