Título: DONALD’S CHOICE
Categoría: Abierta / Cuento
Pseudónimo: Putout
Deme un vaso de agua por favor.
Donald Trump tosió ligeramente y sacudió la cabeza. Estaba sentado en una mesa con su hija y su yerno, en su residencia de Mar-a-lago.
Eran las 11h30 PM del 4 de noviembre de 2024. El día más triste de su vida.
Te dije que escogieras otro VP. Y que dejaras de juntarte con esa loca de Laura Loomer.
D sólo movía la cabeza, los ojos fijos en la pantalla frente a él. Uno por uno los estados con los que contaba se pintaban de azul. Ya tres veces le habían llamado para que haga una declaración. No podía. Cómo iba él aceptar una tan terrible derrota. Y esta vez, no veía cómo pretender un fraude. Los números eran escalofriantes. Kamala lo estaba haciendo pedazos. Kamala… quién hubiera pensado. Una negra, fea…
Otra llamada. Esta vez decidió tomarla: era Vladímir, su cuate del alma.
Cómo lo siento, querido Donald, empezó. Esta vez no pude ayudarte mucho, me la pusieron difícil en las redes sociales. Pero, todavía hay una posibilidad, mi amigo. Tuve una idea. ¿Tienes un teléfono realmente seguro?
Claro que lo tenía. Su gran amigo Elon se lo proporcionó hace un par de meses, asegurándole que era imposible de interceptar. ¡100% imposible le dijo!
Se levantó y pesadamente caminó hasta su oficina privada. Cerró, armó los dispositivos de seguridad, se sentó y se comunicó a Moscú.
Mira, Donald, esta es mi propuesta. Si se muere Kamala antes de tomar posesión, no es reemplazada por el futuro VP. Se programan nuevas elecciones. Los Demócratas no tienen a nadie con el suficiente apoyo para ganarte. Ni siquiera el maricón ése. Entonces ahí sí puedes ganar. Y más aún si dejas a un lado tu vanidad y sigues los consejos que te hemos dado tu familia y yo.
¿Kamala muerta? ¿Pero cómo?
Yo me encargo, Donald. Yo tengo cómo. No importa si sacrifico un par de agentes o hago algo de daño colateral. Vale la pena, ¿no?
Le cambió la cara a Donald. De repente veía luz al final del túnel. ¡Sí! Qué le den otro chance y lo iba a lograr. ¡Qué felicidad! Sabía que podía confiar en Vladímir, su instinto nunca le falló. Buenísimo, Vladi, estoy de acuerdo, ¡adelante!
Después de un pequeño silencio, escuchó la lista de lo que pedía a cambio el ruso: Zero apoyo a Ucrania y forzarlos a firmar la paz en sus términos.
Sacar a los EUA de la OTAN, y conste que no te pido ni un centavo. Sólo eso. ¿Va?
Oye, pero…
No hay negociación mi Donald. Piénsalo. ¿Pero no mucho tiempo, ok? Y colgó.
Pensar en quedarse, derrotado en su casa era insoportable. Ucrania no le importaba un bledo. Asesinar a Kamala, tampoco y además no iba a ser él. Pero salirse de la OTAN era darle un golpe mortal. ¿Y qué pasaría después? ¿Hasta dónde llegaría Rusia?
Terrible decisión. Ninguna de las dos opciones era aceptable. ¿Qué hacer?
Salió del cuarto, y se puso a caminar por la casa, sin rumbo, perdido en sus pensamientos. ¿Y si aceptaba y después no cumplía? ¿Cómo iba a obligar a Putin? Si sacaba a la luz pública el arreglo, linmediatamente iría al paredón como traidor a la patria. Se acordó del día en que había tenido que escoger entre darle dinero a esa p… o perder la elección.
¿Y ahora? ¿Qué decidir? ¿Qué me dicta mi instinto?
De repente, supo lo que iba a hacer. Fue como una revelación. ¡Claro! Era lo evidente. Aún mejor que la solución de Putin.
Regresó al cuarto y le marcó a Kamala. Seguían cayendo los resultados, y ya no había posibilidad de ganar. Ella pensó que la hablaba a felicitar.
¡Kamala! Me acabo de enterar que Putin planea eliminarte. Piensa que si desapareces y que vuelven a haber elecciones, yo seguro gano. Y está determinado a evitar a toda costa que seas tú la presidenta. Dice que va a emplear cualquier arma para lograrlo. Está delicada la cosa. Pero tengo la solución, querida. Si le digo que me vas a nombrar secretario de estado, quizás logre convencerlo de abandonar su proyecto. ¿Cómo ves? Te aseguro que no haré nada que no autorices. Y sabes que para las negociaciones soy bueno.
Hum… quizás no sea tan mala idea pensó Kamala. Además, evito el conflicto abierto con D y sus seguidores locos.
Juntos podemos lograr muchas cosas. ¡Sobre todo, si yo soy la que manda! ¡Va!
D se sonrió. Una vez más su intuición había funcionado. Quedaba bien con Putin y Kamala y ¡él era quien iba a definir la política exterior del país! Ja ja ja, ya se imaginaba, sentado en el Kremlin con Putin, después de haber desmantelado la OTAN, y apuntado los misiles nucleares. A ver si así no renunciaba a su favor esa negra fea.