Lisa Moss-Phillips
En años recientes los 900 000 israelíes que viven en la diáspora han atraído la atención del Estado de Israel y del mundo judío, ya que paulatinamente se han ido integrando a este último en las distintas comunidades de los países a donde inmigraron, retomando su ser judío fuera de Israel. Actualmente las comunidades israelíes en la diáspora son vistas como una ventaja política, económica, social y cultural, tanto para su país de origen como para las comunidades judías donde se desarrollan.
Tradicionalmente los inmigrantes israelíes se veían con cierta reserva en Israel y dentro de las organizaciones comunitarias judías donde estos habían inmigrado. Al dejar la tierra de Israel, eran percibidos como si hubiesen rechazado y negado el principio para lo que se había fundado el Estado judío; es decir, habían traicionado la causa de reunir a todos los judíos del mundo en el Estado de Israel. Incluso en 1976, el Primer Ministro Yitzhak Rabin se refirió a ellos peyorativamente como las “ruinas de la cobardía”, aunque posteriormente se retractó de este juicio.
Hoy día hay un nuevo paradigma entre Israel y el mundo judío basado en una relación de reciprocidad y mutualismo entre ambos, que da cabida a todo el pueblo judío. Bajo esta perspectiva, el objetivo es que haya un equilibrio entre el crecimiento y fortalecimiento simultáneos de las comunidades de la diáspora y el Estado de Israel en conjunto, siendo este último, el tronco principal del pueblo judío. Esto, más el crecimiento próspero de las comunidades israelíes expatriadas, influyó en un cambio revolucionario de percepción hacia los israelíes radicados en diversos países de la diáspora, al grado que la Agencia Judía al modificar sus estatutos en 2012, incluyó en la declaración de su misión una nueva oración: “fortalecer a las comunidades israelíes de fuera”.
Al emigrar, muchas de las comunidades expatriadas israelíes creyeron que solo con la identidad israelí serían resistentes para mantener el judaísmo. Sin embargo, esta presunción fue errónea. Los hijos de estos inmigrantes poco a poco se fueron asimilando adquiriendo una postura ambivalente y vulnerable con respecto a separarse o continuar con las raíces de la vida judía, por lo que la identidad se fue erosionando y los matrimonios mixtos se incrementaron, resultando altos niveles de asimilación. Los israelíes se percataron que el “israelismo” no era suficiente para asegurar la permanencia de la identidad judía en sus descendientes. Así que cada vez fueron buscando la manera de ser parte de las comunidades judías ya establecidas y actualmente se está palpando un involucramiento de los israelíes en la vida institucional judía. Con esto han empezado a desarrollar una cultura de dar, a valorar y asumir una responsabilidad hacia sus respectivas comunidades, ofreciendo tiempo y recursos para sus necesidades.
Este cambio de actitud es visible en su participación en las diversas federaciones de WIZO mundial. En Sudáfrica aparte de insertarse en las organizaciones comunitarias, formaron el grupo WIZO de lengua hebrea TZABAR, que es reconocido por su celo y compromiso con los objetivos de la organización. En Australia viven aproximadamente 6,000 israelíes y ahí se formaron dos grupos WIZO para mujeres jóvenes y mayores. En el Reino Unido, en Londres, se formó el grupo ROTEM que se caracteriza por su deseo de dar y contribuir con personas en necesidad lo que les permite sentir que están haciendo algo significativo para la comunidad y para los proyectos de WIZO. En cierta forma WIZO no solo beneficia a los israelíes emigrados, sino les fortalece su identidad judía para que también puedan aportar esfuerzos hacia su propia comunidad.
Las comunidades israelíes expatriadas comparten un intrínseco vínculo con su país y cultura de origen israelí, pero asimismo gracias a su penetración a la vida comunitaria judía, desarrollan el orgullo de la identidad judía. Asimismo, son un gran elemento para luchar en contra de la deslegitimación del Estado de Israel. Por consiguiente, las diferentes comunidades judías están reconociendo su potencial para servir como soportes a favor del Estado de Israel y ofrecer recursos al mundo judío, tomándolas en cuenta para participar en la vida comunitaria institucional del país donde viven.