Sí, nací el 10 de mayo a las 10 horas con 10 minutos, ¡del día diez de mayo! Solo por nacer ese día

y a esa hora fui una ganadora. Mi mamá no sabía que su cuñada Susana, la había inscrito a un concurso que organizaba el periódico Excélsior: La niña diez de mayo. Las condiciones eran: la primera niña que naciera el 10 de mayo después de las 10:00 de la mañana, sería la ganadora: La niña 10 de mayo. ¡Y esa, fui yo! Los regalos eran fabulosos: una canasta con pañales de tela de algodón, la misma cantidad de pañales de manta de cielo, todavía no existían los pañales desechables, productos para bebé de la marca Mennen, shampoo, talco, crema y jabones, era la única marca que había de productos para bebés. La canasta también incluía vales para la afortunada madre de la recién nacida para hacerse por todo un año, manicure, pedicure y permanente en el salón de belleza Tencha que estaba en la Avenida Álvaro Obregón de la colonia Roma. Y lo mejor del regalo: salir en la primera plana del periódico Excélsior. Cuando mi mamá estaba ya en su habitación, después del parto, muy molesta por los famosos entuertos, entraron fotógrafos con cámara inmensas, “¡click!”, “¡fl ash!”, y reporteros con libreta en mano, para entrevistarla: “¿Cómo se siente de ser la feliz ganadora del concurso?” ¡Mi mamá estaba completamente sorprendida! No entendía que pasaba. Entonces fue cuando mi tía Susana, le platicó que ella la había inscrito en el concurso y que por eso le hablaba todos los días por teléfono para saber como estaba y si ya se iba a ir al hospital, un secreto que nunca compartió con mi mamá. Le dijo que quería que fuera sorpresa, y ¡claro que fue una sorpresa! Mi tía estaba feliz, había sido ella la de la idea que estaba causando tanto revuelo en el hospital, se sentía la anfi triona de tan emocionante evento. Los reporteros pidieron que trajeran a la niña para tomarle una foto con su mamá para que apareciera en el periódico del día siguiente. Mi mamá trató de evitarlo, pero fue imposible, era la parte más importante del premio del concurso. El recorte del periódico todavía existe, el color ya es amarillento y el papel está a punto de desintegrarse. Esta anécdota la platicaban, ahora sí riéndose las dos juntas y en familia, cada día de mi cumpleaños, cuando era niña. Mi mamá le regaló a mi tía el vale por un año para el permanente y el pedicure y ella se quedó con los regalos de la canasta y el vale de manicure. Compartí mi pastel de cumpleaños con mis abuelas y mi mamá en mi infancia. Me casé y lo empecé a compartir con mi suegra. Ahora lo comparto con mi hija y mi nuera. Nunca he podido festejar mi cumpleaños el mero día, mis amigas tienen comida con sus mamás, con sus suegras, a ellas mismas las festejan y ahora con sus nietos. Este año 2020, fue un cumpleaños completamente diferente, mi festejo fue muy moderno, ¡fue por Zoom! y encerrada en mi casa. Sin duda un cumpleaños original, precisamente como el día que nací, que éste serán ya 66 años.

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