El escape

Título: El escape
Categoría: Secundaria / Cuento
Pseudónimo: Goethe

 

Era un día tranquilo, estaba en el búnker, yo sabía que la URSS (Unión Soviética) se acercaba e  iban a hacer todo lo posible por asesinarme. 

Ya estaba pensando en el escape, pero todavía no sabía a donde escapar, empecé a hacer llamadas con muchas personas importantes hasta que uno en especial, Edelmiro Julián Farrell (presidente de Argentina en esa época), me dijo que por 100,000 dólares me podía recibir en Argentina. Al principio pensé que era mucho dinero, pero luego pensé que era del otro lado del mundo y ahí jamás me encontrarían, entonces le hablé y le dije que aceptaba. Pero todavía había un problema, escapar no será suficiente, pues me seguirán buscando, así que planeé mi muerte falsa, el plan era el siguiente: cuando los rusos entraran a mi búnker iban a ir a buscarme, pero me encontraron tirado muerto  me encontrarían  tirado muerto en el jardín, bueno más  bien eso es lo que pensarían, pero en realidad yo estaría corriendo hacia el aeropuerto con mi coche. Llegó el día, preparamos todo, yo me despedí y todo salió como lo planeamos.  Llegué al aeropuerto, me dejaron pasar gracias a que todos seguían siendo seguidores míos, me subí a un submarino.  Pasaron  dos semanas y llegué  a Barcelona, donde me estaría esperando Francisco Franco, que era el presidente de esa época de España y me ayudaría a escapar a  Argentina, junto a mi esposa Eva Brown. 

Nos subimos a un submarino y más tarde  llegamos al puerto de San Juan en Argentina, ahí  nos recibió el presidente Edelmiro Julián Farrell,  nos dimos un apretón de manos y él nos llevó en una camioneta blindada a una casa.

Empezaron a pasar los meses y todo estaba tranquilo, teníamos una mucama  en nuestra casa llamada Lupita, ella era una gran persona y no era capaz de traicionarnos. Íbamos al supermercado, casi todos mis días eran así, me paraba a las 7 am me bañaba y desayunaba, después Lupita me lleva en mí mercedes blindado a un lugar en medio de la selva donde estaría cavando mi búnker, donde escondería todas mis cosas traídas de Alemania para esconderlas. Después, volvía  a mi casa leía algún libro, después me tomaba mi café americano con tres cucharadas de azúcar morena, y me bañaba, me lavaba los dientes y me dormía junto a Eva, así durante un mes. Un día me levanté y me llegó un recado de Lupita donde se decía que hoy no iba a poder venir porque se había enfermado, y de pura casualidad era día de compras y Eva acababa de ir entonces me tocó ir a mí. Llegué al supermercado  llamado la Milagresa, era un supermercado  muy grande, en el supermercado hacía mucho frío entonces me compré una sudadera gris de 1000 pesos. Empecé a hacer las compras, primero en la zona de comida donde compré muchas cosas, después fui a la zona de vinos, quesos gourmet, y compré unas cositas, después fui a la zona de farmacia donde  compré mis medicinas para el asma, después me dirigí a la caja, y salió en 10,000 pesos, después fui por mí Mercedes que estaba estacionado afuera.Empecé a caminar, hacía mucho frío, entonces me coloqu{e otra vez mi sudadera gris y mientras iba de camino a mi Mercedes una señora me vio y yo la reconocí de años atrás por los ojos Me aproveché  cuando se volteó porque iba a llegar su taxi y me subí a mi coche, y mientras vi que me estaba buscando, era un problema ¿me encontrará?  

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Hola soy Alexa Hernández, soy de Buenos Aires, Argentina; en donde nací, crecí y conocí a mi esposo Octavio Mendoza Hernández, un mexicano que estaba de turista en Buenos Aires. Ahí me enamoré y me casé con él. En 1927 Octavio era un político muy importante de mi época, 7 años más tarde en 1934, me llevaría a Berlín a presentarnos con el famoso dictador de esa época Adolf Hitler, porque mi esposo se había convertido en embajador de México en Alemania y con el cual tendríamos una comida en su casa. Me senté enfrente de él, vi sus ojos y nunca los olvidaría. Años después en Argentina, un domingo como cualquier otro, mi esposo estaba leyendo el periódico y yo estaba más que aburrida entonces me fui a caminar por ahí, empecé a caminar y llegué a un museo a 20 km de mi casa, era una exposición de pinturas antiguas robadas por los nazis a las familias judías en la Segunda Guerra Mundial. A  mi me da  mucho sentimiento pensar en esa masacre tan horrible, sin embargo, la colección estaba súper bien hecha, salí y había mucha gente afuera, estaba esperando mi taxi y vi a la gente alrededor de mí y vi a un señor con el bigote más  corto, pero muy parecido al de Hitler y luego vi esos ojos  los reconocí de mucho tiempo atrás y por esos ojos supe que era Hitler. 

Estaba llegando mi taxi y me distraje y él desapareció, yo muy asustada sin poderme sacar de mi cabeza esos ojos llegué a mi casa donde me estaría esperando mi esposo al cual le conté todo lo que pasó, él  lo tomó al principio como una broma, pero después de verme pálida me creyó.

 Esto, pasó apenas ayer, pero ya estamos hablando con muchos historiadores cazadores de nazis para encontrarlo, y nadie estaba interesado porque nos tomaban como locos y nos rechazaron como 20 veces, hasta que un señor llamado José Persino nos creyó, nos dijo que él tenía un amigo y que su hermana trabajaba como mucama de Hitler, entonces empezamos a cazarlo y lo pusimos en todos los medios de comunicación.

Era  una mañana en mi casa tranquila, los pájaros cantaban, estaba viendo el periódico que nos había traído Lupita, y vi a una señora que estaba declarando  que me había visto, entonces mi corazón empezó a latir muy veloz hasta que me desmayé, unas horas después desperté, estaba en mi cama eran como a las 5 de la tarde, me estiré y me levanté lentamente de cama y vi a un costado a Eva, le conté lo que había visto, y ella dijo que teníamos que tener un plan de escape por si nos encontraban, mientras cenábamos como a las 7:30 estábamos planeuna forma de que no nos encontraran, en eso Lupita nos sirvió el aguame olió  olió   como canela –para los que no sabían cuando algo huele como a canela en una bebida significa que era veneno–, no me lo tomé y le grité a Eva que no se lo tomara pero se lo tomó, en eso Lupita sacó una cuchilla para matarnos, gracias a que yo estaba preocupado de que nos encontraran siempre traía una pistola conmigo, agarré la pistola y le disparé 3 balazos a Lupita en el estómago, y dos en la frente, ella estaba desangrando y como últimas palabras dijo: “el amigo de mi hermano los encontrará, yo los delaté” y murió.  Antes tenía que llevar al hospital a Eva, me puse una chaqueta, y salí en mi auto a toda velocidad,  llegué al hospital más cercano, que estaba a 1 hora y media de mi casa, ahí llevaron a Eva a urgencias. Un día después yo estaba muy cansado, me había quedado toda la noche junto a Eva agarrando su mano, en la mañana cuando yo me estaba quedando dormido, sentí un movimiento de la cama de Eva estaba despertando, le conté todo lo que había pasado, me dijo que ya no podíamos tomar más riesgos. Así, unas horas después, cuando el doctor la  dio de alta, saliendo del hospital, fuimos al supermercado, justo al lado del hospital ahí nada pasó,  saliendo vi que mi coche estaba rodeado de policías y me asusté, pero mantuve la calma, entonces  empecé a hablar con el policía, y él me quitó mi gorro y me reconoció, Eva y yo salimos volado, agarramos el coche y arranqué.

 Vimos en las noticias que unos policías habían tenido una persecución con Hitler, entonces le hablamos a José, y media hora más tarde estaba ahí con nosotros, nos pusimos a investigar dónde podría estar su casa, pero no sería fácil y nos tomaría tiempo.

Yo pensaba en vez del escape suicidarnos  porque si nos llegaran a encontrar, nos torturarían, pero, por otro lado, Eva pensaba en un escape, pero no en cualquier escape Eva pesaba en “EL ESCAPE PERFECTO”, sin dejar ningún rastro, y que así no nos encontraran, entonces pensé que por lo menos iba a intentar escapar, entonces empezamos a planear día y noche, mientras Eva empacaba, yo hablaba con políticos de la época, todo iba saliendo bien, hasta que hablé con el dictador de Brasil, Humberto Blanco, él me dijo que no me ayudaría, al revés, me delataría con todos los demás dictadores de la época, y él se llevaba con casi todos los dictadores de la época entonces desde esa llamada ya nadie me aceptaba ayudar.

Estuvimos casi una semana en busca de la casa de Hitler, hasta que descubrimos que un policía de la persecución antes de chocar le puso un localizador al coche de Hitler, entonces fuimos a hablar con él, su nombre era Jorge Bolaños, y nos dijo que nos ayudaría a encontrarlo, pero que la única condición, era que si lo capturamos el tendría el crédito, nosotros aceptamos. 

Nos reunimos con José en nuestra casa, y luego llegó Jorge y empezamos la ruta para capturar a Hitler, atrás de nosotros venían 30 patrullas para que no pudiera escapar, y después de 2 horas de camino llegamos, entramos todos corriendo, chance habían 100 policías y nosotros. Llegamos y les pedimos primero amablemente que nos abrieran y una voz masculina nos contestó “sobre mi cadáver abrirán”. Entonces empezaron a balacear la puerta hasta que se rompió, entraron todos corriendo y no encontraron a nadie en la entrada, pidieron refuerzos, y después de dos horas de buscar por cada rincón de la casa, encontramos en la mesa con  una taza caliente de café de Hitler, estaba caliente…

Nuestra aventura puede parecer extraña. No puedo confesarles el final. Lo importante es que la maldad no vuelva al mundo y no logre nunca un escape con éxito.