El mundo al revés

Título: El mundo al revés
Categoría: Infantil A / Cuento
Pseudónimo: Mayita

Había una vez una conejita llamada Liat que entendía todo al revés. Cuando su mamá le decía que se pusiera su pijama para ir a dormir, ella se ponía el uniforme; cuando la maestra decía que guardaran silencio, ella hacía todo el ruido posible; o cuando estaba el semáforo en verde, ella le decía a su mamá que tenía que detenerse. Incluso montaba la bicicleta trepada en el manubrio; leía los cuentos al revés; para tomar la sopa usaba tenedor en lugar de cuchara; y así con un montón de cosas que no le permitían vivir una vida normal como los demás.

En la escuela, la maestra pensaba que Liat era grosera o distraída, y sus amigas, que no las quería. Cada día las cosas se ponían un poco peor.  Su mamá, al ver toda esta situación y preocupada por ella, la llevó con el doctor, un viejo y sabio búho, para saber qué le estaba pasando.

—Es claro que Liat tiene “contreritis” —dijo el sabio búho, y al ver la cara confundida de la mamá, explicó de qué se trataba—. Es una grave enfermedad que sólo se había visto en la raza humana, pero ahora veo que también en nuestra especie.

—¡Ay no! ¿Qué podemos hacer para ayudarla? —dijo preocupada la mamá.

—Hasta ahora no se sabe la cura. Ni siquiera los humanos la saben y no les importa. Por ejemplo, les dicen que si destruyen nuestro hogar, el hogar de los animales, a ellos también les afecta y, ¿qué sucede?, nada, ellos siguen contaminando. Aunque… también se puede presentar de otra forma; no siempre esta enfermedad es mala, se ha estudiado cómo algunos humanos que no piensan igual, tienen ideas más originales y ayudan a crear cosas hermosas para todos, pero no llevan una vida fácil pues la gente los tacha de locos. Y dígame, ¿siempre es así?

 La mamá conejo se puso a pensar y recordó que sólo cuando le hablan con mucha, mucha calma y despacito, Liat hace las cosas normales, pero como los conejos llevan una vida muy rápida pues todo el tiempo están salte que salte, es muy difícil explicarle las cosas de forma tranquila.

—Señora, es momento de que ahora usted vean también las cosas al revés, es decir, no tiene que correr.

Después de esa consulta, no todo se solucionó, pues ser conejo e ir lento era casi imposible. No siempre lograban tener paciencia con ella, pero cuando Liat hacía las cosas al revés no siempre era todo malo, ella podía ver las cosas de diferente forma y, a veces, lograba solucionar mejor los problemas de su familia o amigos conejos.

Se dice que en el mundo hay muchos humanos como la conejita Liat. Por mala suerte, el mundo de los humanos va más rápido que el de los conejos.

Fin.

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