El planeta de los sueños

Título: El planeta de los sueños
Categoría: Secundaria / Cuento
Pseudónimo: El genio

Llevaba un año y medio en el hospital cuando… espera un momento, volvamos un año y medio atrás. Estaba jugando con mi hermano en el jardín de mi casa. De repente, caímos al piso como por arte de magia. Resulta que éramos alérgicos al pasto. Nuestros padres nos llevaron rápidamente al hospital. Allí pude despertar, pero mi hermano no; él cayó en coma por el golpe que se dio al caer al suelo.

Días después, me di cuenta de que tenía una conexión grandísima con él. Desde el día del jardín, esa conexión era tan fuerte que, cuando cerraba los ojos, podía hablar con él e incluso ver lo que él veía. Pasaba más de la mitad del día y toda la noche con él, es decir, con los ojos cerrados, porque él viajaba por lugares muy impresionantes.

Ya te cuento. El primer día nos salieron alas. Sí, como lo oyes, alas. Siempre habíamos soñado con ir a la Luna o a algún otro lugar fuera de la Tierra, y eso fue lo que hicimos. Volamos y volamos por cuatro días hasta que llegamos. Pero no llegamos a la Luna; llegamos a otro planeta nunca antes visto en el sistema solar. Era un planeta que tenía muchas cosas divertidas. El único transporte eran montañas rusas, y había otro, pero era para los reyes; eran como nubes. No había ni escuela ni trabajo; todo el día podías hacer lo que se te pegara la gana. La gente allí eran aliens y no eran nada inteligentes. Era de color azul pastel.

Cuando se dieron cuenta de nuestra llegada, nos empezaron a lanzar todo lo que veían. No pudimos escapar porque nuestras alas habían desaparecido.

Cuando volteé, mi hermano ya no estaba. ¿A dónde pudo haber ido? Resulta que los aliens lo habían secuestrado. No iba a ser tan difícil encontrarlo. “Al fin y al cabo, no son tan inteligentes estos aliens”, pensé. Mientras lo buscaba, de pronto fui atrapado. Por alguna razón estábamos amarrados a unas sillas y teníamos vendados los ojos, pero la boca no. Por eso supe que mi hermano estaba a mi lado.

De repente, una mano me tocó la cara para darme agua, pero la mano no se sentía como una mano de alien; se sentía de humano, y no pudo ser de mi hermano, porque estaba amarrado.

A los dos días, nos destaparon los ojos. Efectivamente, no eran aliens; eran humanos. Nos contaron que estaban en una misión espacial de la NASA, pero se quedaron atorados, ya que su nave sufrió muchos daños en el viaje a la Luna. Entonces, rebotó hasta ese planeta. También nos contaron que al principio eran 20 de ellos, pero ahora eran 15, ya que cada año sacrificaban a uno para que fuera a buscar comida. Si regresaba, bien; pero de tantos golpes que tenía causados por los aliens, terminaba muriendo. Para ese momento, yo ya no podía abrir los ojos para despertar, es decir, prácticamente entré en coma con mi hermano. Pero no exactamente, yo nada más estaba dormido.

Nos esclavizaron por un año. Cada mes, mi hermano y yo intentábamos escapar con un nuevo plan, pero ellos conocían cada rincón de su cueva. Vivían ahí para que los aliens no los atacaran. Nos encontraban y nos castigaban, nos golpeaban con látigos e incluso con piedras.

Como cada año, iban a sacrificar a alguien, y sería uno de nosotros dos. Estábamos a punto de salir cuando mi hermano le dio un puñetazo a la persona que nos iba a sacar, y entre los dos lo sacamos a él.

Nos costó medio año pensar en nuestra salida, la salida definitiva, y todo salió a la perfección. Ponían a dos personas de guardia en las puertas para que no saliéramos, así que lo primero que teníamos que hacer era distraer a los guardias. Y eso hicimos; lo logramos con éxito.

Al salir, los aliens nos querían hacer cosas malas, pero teníamos herramientas hechas de piedra. Los empezamos a matar y nos dimos cuenta de que su sangre era rosa, muy fosforescente. Pero eso no tiene importancia. Sigamos con el plan de escape. Fuimos a donde estaban los reyes para poder robar una nube, ya que podía volar por donde fuera. Cuando llegamos ahí, no podíamos robarla porque había muchísima seguridad.

Había tres etapas de seguridad. La primera era un guardia, y pasamos esa con mucha facilidad. La segunda teníamos que pasar por 20 guardias y una barrera de piedra. Empezamos por los guardias que directamente nos atacaron. Mientras yo los distraía, mi hermano fue quitando piedra por piedra de la pirámide. Terminé con los guardias y rápidamente fui a ayudar a mi hermano. Podíamos flotar, pero no mucho, y teníamos súper fuerza. Por eso alcanzamos la cima, y los quitamos uno por uno, hasta que los guardias de la tercera etapa empezaron a volar con sus nubes hacia nosotros.

No podíamos contra ellos, pero llegaron los humanos que nos secuestraron. Ellos nos ayudaron, y mientras nosotros quitábamos las piedras, ellos iban por los guardias. Ahí conseguimos las nubes, no fue necesario llegar con los reyes. Regresamos a la Tierra y desperté de mi sueño. Yo, como mi hermano, estaba en el hospital.

Les pregunté a mis padres si él ya había despertado, pero me dijeron que no. Al siguiente día, no pude dormir de lo preocupado que estaba por él. Tras año y medio en el hospital, despertó y por fin ahí le pude dar un abrazo.

Exit mobile version