La ola de terror que azota a

Europa desde inicios del año 2016, es producto de una serie de errores que al largo y corto plazo se han cometido con respecto a las decisiones geopolíticas en el Medio Oriente y más recientemente por la ola de refugiados que ha desatado la guerra en Siria, llenando de infiltrados islamistas las principales capitales europeas.

Los líderes mundiales de las súper potencias europeas, en su afán de “occidentalizar” Oriente próximo durante el siglo XX, sufren hoy el flagelo y la barbarie del terrorismo y la Yihad Global.

Europa hoy recoge la cosecha de los tratados de Sykes-Picot firmados en la clandestinidad al final de la Primera Guerra Mundial, en los que el reparto colonial y el trazado fronterizo se realizaron de manera antojadiza, mezclando etnias, tribus y sectarismos de orden religioso como chiíes y suníes.

Estos tratados, al igual que los acuerdos de San Remo, fueron y son el detonante de las acciones terroristas de grupos radicales de corte islamista. En medio de este fuego cruzado las principales víctimas son los civiles, las acciones de prevención son insuficientes, de ahí que los últimos 18 meses Francia ha sufrido tres grandes atentados.

La respuesta francesa ha sido alimentar más al gigante: aumentar el bombardeo en Siria. Esto, tan solo intensifica los deseos de venganza, el terror no se combate con terror, sino con estrategia, prevención y mano de hierro con los radicales.

Es por ello que el mundo occidental debe de aprender de la lucha que Israel libra contra el terrorismo y el exterminio desde la declaración de este como Estado nacional. Hace un par de años, con exactitud quirúrgica el Primer Ministro Benjamin Netanyahu fue lapidario en sus declaraciones en una entrevista dada en agosto del 2014: “No es la lucha de Israel.

Se trata de su guerra, la guerra de Francia. Ya que se trata de la misma guerra, y si ellos tienen éxito aquí, si Israel es la acusada aquí y no lo terroristas. Si no nos ubicamos juntos la epidemia terrorista les llegará a ustedes, se trata de una cuestión de tiempo, ese también les llegará a ustedes.”

Hace dos años nadie anticipaba que Francia, las capital de los Derechos Humanos, en plenas celebraciones del inicio de la Revolución Francesa, fuese tomada por un lobo solitario al frente de un camión llevándose por delante a quien se interpusiera en su camino; este, al grito de ‘Allah Akbar’, acabó con la vida de 84 inocentes que, a diferencia del terrorista, defienden los valores liberales franceses: ‘Liberté, égalité et fraternité’; con distinción de los yihadistas, amantes de la muerte y de la extirpación de los Derechos Humanos. Lo cierto es que en Israel el terrorismo no es ninguna novedad.

Con la amenaza constante de Hamas, los bombardeos, acuchillamientos, intifadas, y el terrorismo ensayista de atropellamiento de civiles; el Estado de Israel ha desarrollado un sistema de seguridad efectivo y de mejora continua, el cual ha sido criticado por el mundo al considerarlo represivo, desproporcionado y exagerado.

Lo cierto del caso es que países como Grecia, Turquía y España se han acercado en busca de ayuda logística. Hoy por hoy cualquier turista, ciudadano, judío, árabe, musulmán, o de cualquier otra nacionalidad o confesión religiosa, puede caminar seguro por las calles de Jerusalem; los palestinos inclusive se encuentran más seguros dentro de las fronteras del Estado de Israel.

Lo acontecido en Niza, meses atrás en París y Bruselas, tan solo es el reflejo de lo que los terrorista de Hamas y organizaciones afines intentan realizar en Israel; en la mayoría fallan, en otras lamentablemente aciertan.

Lo cierto es que en medio de movimientos como BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones), declaraciones antijudías, antisemitas y antisionista en las calles de Europa, hoy el mundo dirige su mirada a Jerusalén, a Israel, en busca de respuestas para la lucha contra el terrorismo.

Fuente: www.unidosxisrael.org

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