Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, 4:00
horas. Con un tumulto de gente realizamos el ‘check in’ correspondiente en la aerolínea, posterior a eso pudimos ir a desayunar cada quien con sus familias o en pequeños grupos, para que a las 7:30 emprendiéramos el gran vuelo.
Al llegar a Fort Lauderdale todo fue increíble, llegamos al JCC donde nos dieron un pequeño paseo, nos explicaron elfuncionamiento general de la semana y de ahí pasaron las familias por los alumnos. Nosotros los coaches y delegados aún con dudas nos dirigimos hacia el hotel.
El domingo, llegar a la inauguración fue algo increíble, ver a tal cantidad de personas reunidas con un solo objetivo, realizar competencias deportivas de manera sana y positiva en conmemoración a los Juegos Olímpicos de Múnich.
Los intercambios de pines y pulseras fue increíble, es impresionante ver cómo de esta forma empiezan a desarrollarse amistades e inclusive rivalidades sanas, claro está.
La ceremonia como todas fue algo solemne, pero a su vez entretenida, al terminar pudimos empezar a intercambiar nuestras sudaderas por las de otros equipos, todos emocionados. El lunes a primera hora nos encontrábamos en el JCC para de ahí dirigirnos hacia la universidad de Nova, donde sería la sede de competencia de Danza.
Con los nervios a flor de piel tuvimos dos pequeños ensayos, maquillaje, alistarnos y dieron tercera llamada, a decir verdad es una experiencia increíble el poder experimentar y presenciar el lenguaje coreográfico, nivel dancístico y técnico de diferentes países del mundo.
Las competencias qué se puede decir, como todo en la vida con altas y bajas, impredecibles y con un alto grado de adrenalina, enojo y alegría combinados.
Durante los JCC Maccabi Games tuvimos la oportunidad de realizar servicio comunitario en una asociación que junta alimentos que desechan los supermercados y de esta manera, los que están en buen estado, son entregados a familias de bajos recursos en Florida.
Miércoles, segundo día de competencia, los nervios habían disminuido sí, pero la presión era la misma, con algunos contratiempos dimos la función y no pudimos haber salido más contentos. Ya dejando a un lado la cantidad de medallas ganadas, que a decir verdad fue un excelente resultado, no hubo mejor sensación que ver a las alumnas sonrientes por su trabajo y claro por los resultados.
En lo que restó del programa tuvimos la experiencia de tener clases de Danza de diferentes estilos, hip hop, africano y lírico, algo realmente único poder trabajar con maestros de alto calibre, pero a su vez llenos de experiencia, gusto por la docencia y amor por la Danza.
Los JCC fueron sin lugar a dudas, una experiencia única como delegado y coach, cansada, intensa, desgastante, pero al final fue extremadamente gratificante y satisfactoria, no solo por los resultados como mencioné anteriormente, sino también por el gusto y placer que sentían los alumnos al volver a casa.
Si me preguntan si recomiendo ser voluntario para ir a los JCC de esta manera, ya sea como coach o delegado, la respuesta es sí, porque no importan los desvelos, los nervios, el cansancio, el alimentarte de plátanos y granolas todos los días, el tener que portar un uniforme que no es adecuado para el clima; porque al final, todo vale la pena. Entonces sí vayan a los JCC, sí manden a sus hijos a esta gran experiencia, pero no dejen que esta experiencia sea solo de ellos, sino que háganla parte de ustedes, vívanla y siéntanla.