¿Hay un plan o nuestras vidas son improvisadas? Esta es la gran pregunta de
la humanidad, y es la que lleva a formular nuestras teorías acerca de la importancia de nuestros actos y nuestro papel en este mundo. En el teatro, se entiende como un hecho que lo que oímos en escena ha sido escrito. La pregunta es, ¿lo saben los personajes? Y si se dan cuenta, ¿querrán liberarse del guión que se les proporcionó, o preferirán la tranquilidad de saber que su existencia y los eventos por los que están pasando tienen un propósito y hasta una moraleja? Alex Goldberg, junto con veinte estudiantes de Secundaria de la Idishe, explora estas cuestiones a través del texto del autor español José Sanchis Sinisterra, en el que un grupo de extras busca qué hacer en el escenario cuando los protagonistas de su obra no llegan. Estos extras son identificados por el vestuario que traen puesto y por un número de lo que son (Guardia 2, Fraile 3, Metalúrgico 8, Conspirador 9, para dar algunos ejemplos), pero ¿qué vida tienen estos personajes fuera de esto que los identifica?
Lo que vi en escena
Un grupo muy unido de jóvenes que entienden perfectamente las cuestiones que están representando, y el humor que viene con ese rompimiento de la cuarta pared para involucrar al público en sus aventuras. Muchos de ellos encuentran oportunidades para mostrar sus talentos para la comedia y otros modos de interpretación. Es una puesta en la que ningún detalle se ve fuera de lugar, sin importar lo insólito que parezca y cada miembro del elenco da algo especial a sus personajes. La escenografía parece ser de algún reino medieval, mezclada con pedazos de utilería que uno encuentra tras bambalinas (y un actor que se quedó dormido dentro de un ‘ataúd’), creando este mundo en el que no sabemos que es parte del mundo del teatro, y que existe dentro de la realidad de esta historia, algo que para el público es divertido ir descubriendo.