El pasado domingo 8 de mayo se llevó a cabo la inauguración de la edición #25 del Festival Habima, y

para conmemorar que este festival lleva 25 años ofreciendo un laboratorio para aquellos que buscan esa experiencia en el teatro, este año se hizo algo que nunca se había hecho antes. Para inaugurar este festival, se presentó un concepto de microteatro: seis obras de aproximadamente diez minutos cada una, se presentaron simultáneamente en el Espacio Cultural Abud y Mery Attie del Deportivo, una por sala, y el público iba de sala en sala para ver cada una de estas historias, y tener la experiencia de vivir un teatro más íntimo y más cercano a la acción.

La inauguración comenzó con palabras del Productor Ejecutivo, el Ing. Aarón Wornovitzky, y la Directora, Rina Rajlevsky, en un podio frente a un arco que marcaba la entrada a este microteatro, bloqueado por un listón rojo que, como es tradición cuando se inaugura un evento, se cortó con tijeras para dar la bienvenida. Una vez cortado el listón, a los miembros del público se les daban boletos e indicaciones para pasar por esta experiencia. La idea era que todos los miembros del público entraran a los seis salones en los que se presentaron estas escenas, y para asegurarse que a todos les tocara ver todo lo que la experiencia ofrecía, el público se dividió en seis grupos para que cada uno empezara en un salón diferente y que luego rotara al siguiente número que le tocara y así sucesivamente hasta que vieran las seis representaciones. A mí me tocó el grupo que empezó en el Salón 3.

En cada salón se presentaba una viñeta de la obra Enfermos de amor del dramaturgo estadounidense John Cariani, una obra que presenta lo que sucede dentro de los diferentes departamentos y locaciones de un edificio en la que viven diferentes parejas, cada una pasando por un momento elemental y difícil dentro de su relación. Vemos lo que le sucede a cada pareja en los mismos diez minutos, empezando a las 8:40 horas cuando en la radio se oye Love me do de Los Beatles y cada uno de nuestros personajes vive un pedazo de su rutina de vida, y terminando a las 8:50 cuando en la radio se oye Help, también de Los Beatles, y cada uno de nuestros personajes… bueno, necesitará ayuda. Una vez que uno capta la fórmula, las historias dejan de sorprender, pero el placer de ver estas viñetas está en cómo cada una representa algo con lo que alguna pareja podrá relacionarse (aunque en algunos casos lo lleve al extremo). Todas las escenas fueron dirigidas por Danny Greenspun y codirigidas por Ruthy Getzel.

Enfermos de amor
Grupo: Fideo Seco
Institución: Centro Deportivo Israelita

Salón 1, El telegrama cantado: Tammy Amkie interpreta a Luisa Medrano, una joven preparándose para salir con su novio Gabo cuando de repente llega un ‘cantante de telegramas’ (Danny Oldak) contratado por Gabo para cantarle un mensaje a Luisa. Ella está emocionada de saber qué le quiere decir su galán, pero el cantante sabe que el mensaje no es lo que ella espera. El hecho es que esta viñeta es bastante predecible (particularmente si para este punto uno ya captó la fórmula de la obra), no le quita nada al impacto de las actuaciones de nuestros protagonistas que se entregan a estos personajes con una energía contagiosa y mucha honestidad.

Salón 2, ¿En dónde estaba?: Liz (Karin Sefchovich) y Sandy (Ana Catarrivas) llevan mucho tiempo viviendo juntas como familia y tienen dos hijos (de Sandy, suponemos que con un donador de esperma). Son dos mujeres que tienen sus papeles muy claramente definidos en la familia (Liz es la que trabaja, Sandy es la que cuida a los niños) tanto que sus conversaciones son como de una pareja heterosexual, pero en este momento en el que Sandy está buscando la muñeca de su hija, se pregunta dónde está ella. ¿En qué momento se perdió en esta relación? En una bodega, rodeadas por juguetes y todas las cosas que son símbolos de los papeles que juegan ahora en sus vidas, se preguntan si no han perdido lo que las atrajo la una a la otra.

Salón 3, Comida y cena: Mark (Elías Gindi) llega a casa y se sienta con su esposa Andrea (Lina Abadi) a preguntarle cómo le fue en su comida de trabajo. Cuando le pregunta qué comió, los dos se sorprenden cuando ella dice que tuvo sexo (“porque es lo que ofrecían”). En una viñeta llena de juegos de palabras, los dos actores tienen un manejo experto de timing y utilizan esta situación para explorar lo ridículas que pueden sonar las peleas entre marido y mujer, aún cuando esconden algo serio. ¿Qué pasa cuando lo que uno recibe dentro de un matrimonio no es suficiente y tiene que encontrar algo más afuera? ¿Será que el hambre ya no se satisface dentro de la relación que debería satisfacerla?

Salón 4, El test: Los directores del proyecto interpretan a Sara y Leo, una pareja que lleva un año y medio casada y lo que toda pareja teme que va a suceder le empieza a suceder a ella: se está aburriendo. Leyó en un test que hay gente que mata para no aburrirse. ¿Será que Sara es una de esas personas? En esta divertida exploración de un matrimonio que recién salió de esa época que llamamos la ‘Luna de Miel’, nuestros actores aprovechan el único salón que tiene butacas para el público para mostrar lo aburrida que puede ser una vida de comodidad y la búsqueda constante de algo que los emocione, o ¿será que para algunos lo que más quieren es estar cómodos con la persona con quien se casaron?

Salón 5, Olvidado: ¿En qué momento se da cuenta una pareja que las cosas no resultaron como habían planeado? Para Carlos (Abi Stern) y Julia (Iris Epstein) es el día que ella cumple 35 años, el día que habían puesto como fecha tope para tener a su hijo. Con todo lo que estuvieron haciendo, se les olvidó tener un hijo, pero ¿en serio se les olvidó o estaban tan contentos con la vida que tenían que decidieron ya no tenerlo? En una sociedad que valora los matrimonios y los hijos sobre la mayoría de las cosas, uno nunca está seguro si quiere tener hijos porque quiere o porque la sociedad lo convenció de que quiere y en esta viñeta, nuestros dos actores se enfrentan a esta cuestión en la viñeta más conmovedora de este ejercicio.

Salón 6, La respuesta: Sí, la última escena fue montada en un baño del Espacio Cultural. Sonia (Ceci Kalach) y Sergio (Allan Smolensky) están a punto de casarse y a unos minutos de que empiece la ceremonia, Sergio se empieza a sentir mal y corre al baño. Sonia va a ver si está bien y esto los lleva a tener una conversación que debieron haber tenido hace mucho, (pero tienen que taparse los ojos, porque es de mala suerte verse antes de la boda). Después de ver cuatro parejas casadas, encontrarnos con una pareja a punto de casarse nos ofrece una perspectiva diferente ante este evento que supuestamente es el más feliz de una pareja. ¿Qué pasa si no resulta? Sergio tiene esas dudas, y en una relación en la que Sonia ha llevado la pauta (ella fue la que le propuso matrimonio) este fue el momento en el que ya no pudo contenerse. Aún con las complicaciones de logística, la locación es un acierto, ya que los actores tienen poco lugar a donde moverse, y si le agregas el hecho que interpretan la escena con sus ojos vendados, les obliga a interpretar la escena con un acercamiento que para muchos podrá ser incómodo, pero que llevó a algo completamente honesto.

¡Felicitaciones a todo el equipo! Así se inaugura un festival con el pie derecho…

 XXV Festival de Teatro Habima

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