Título: Mi mejor amiga y la pelea contra el bullying
Categoría: Infantil B / Cuento
Pseudónimo: Gato escritor
Yo soy Anna, tengo 9 años y voy en 3ero. de primaria. Soy una niña muy amiguera, tengo muchísimas amigas, y siempre todos quieren estar conmigo. Mmmmmmmm, ¡Ni yo me lo creo!, ¡es mentira!, la verdad es que no tengo amigos, todos en la escuela me hablan feo y no me aceptan.
Estoy sola sin compañía, nadie quiere comer ni jugar conmigo, todos me ven como una extraña y me molestan y maltratan como si yo no sintiera nada. Pero… ¡vaya que siento! Tengo ganas de irme, de la escuela y no volver.
En el recreo los niños corren felices frente a mi presumiendo que ellos sí se divierten, cuando yo trato de hacerlo, no me dejan ni acercarme a los juegos.
Estoy triste, siempre estoy sola, es muy feo no poder jugar con nadie y no ser aceptada. Estoy muy, pero muy enojada, porque me molestan mucho y mi gemela malvada quiere despertar y defenderme. Pero mi única opción es correr a esconderme.
¡No quiero ir a la escuela! Quiero quedarme en casa.
Le he he preguntado muchas veces a mi mamá, para qué sirve ir a la escuela y ella me dice que es para estudiar y aprender, pero ¿para qué ir si ni siquiera me puedo concentrar? Estoy solo esperando a ver quiénes me van a molestar.
Mi mamá me aconseja que no les haga caso, pero eso es imposible, me duele.
Hoy es lunes, inicia la semana, me subo al camión con la cabeza viendo al piso y, desde ahí, empieza mi viaje al infierno. Al subir las escaleras, Tobías, un niño muy latoso, me mete el pie y hace que me tropiece, todos empiezan a reir muy fuerte, ¡a reírse de mí!. La prefecta me apura, y me ayuda a levantarme y tengo los ojos llenos de lágrimas, el chofer en lugar de tranquilizarme, me dice que parezco bebé, que no debo de llorar. Todos los niños escuchan y me empiezan a gritar ¡bebé siéntate!
Al tratar de sentarme, todos ponen la mochila o el brazo para que no me siente junto a ellos. Me voy atrás, me siento sola junto con las escobas y herramientas del camión.
Soy la última en salir del camión y, por eso, llego tarde a las clases. Algunas son muy interesantes pero, si levanto la mano y me equivoco, todos se burlan de mí. Mejor me quedo callada en todas las clases, eso hace que baje de calificaciones.
Un día, decidí participar en la clase de español, cuando empecé a hablar los otros niños ya se estaban riendo de lo que decía y eso hizo que me sintiera mal. Bajé mi cabeza a la mesa, quería esconder la cara. La maestra me pidió que siguiera hablando, pero yo ya no podía hacerlo.
En ese momento, sentí una larga mirada alrededor de mí. Volteé a ver y no vi a nadie, pero seguí sintiendo esa mirada, volví a voltear y a lo lejos del salón en una esquina, vi a una niña que nunca había visto antes. Ella me hacía con la dos manos la señal de “bien”, mientras me decía bajito: “sigue hablando, vas bien”. Esas palabras hicieron que levantara la cabeza y pudiera seguir hablando. ¡Wow! Me sentí apoyada. ¡Qué sensación tan bonita!.
Mis compañeros estaban acostumbrados a que yo me rindiera y me callara para que ellos se burlaran. Esta vez, fue distinto y quedaron todos asombrados. La maestra no dejaba de sonreír y mis compañeros me miraban sin burlarse. Y yo, por fin, ¡estaba contenta! Esa niña me había hecho sentir segura de mí misma. ¡Era genial!.
Al acabar la clase, nos dijo la maestra que fuéramos al recreo. Yo no quería salir porque sabía que no tenía con quién comer y me quedé sola en el salón. Al abrir mi lonchera, sentí otra vez esa mirada, volteé a ver a la puerta y la niña me preguntó si quería comer con ella. Muy emocionada le dije ¡sí!.
Ella me contó que también la molestaban y se burlaban y, que eso se llama bullying. Me dijo que no debemos permitir que nadie se burle de nosotros. Me aconsejó que debo hablar con los adultos responsables, como mis maestros, directores o mis papás, para que sepan lo que está pasando y que expliquen a todos que el bullying está mal y que debemos poner un alto y luchar contra él.
Todo suena muy bonito, pero ¿cómo se hace eso? Bueno ahora ya no importa, porque ella ya es mi amiga y me acepta, me respeta y juega conmigo. Por cierto su nombre es Sofy. A partir de que la conocí, todo fue diferente. Yo ya no les hacía mucho caso a los niños que trataban de molestarme y, cuando queríamos subirnos a los juegos y nos decían que no podíamos, nosotras con mucha seguridad, les decíamos: ¡si podemos! ¡Los juegos son de todos!. Y me sorprendía que casi siempre nos dejaban jugar sin problema.
Pasó una semana desde que conocí a Sofy y ella se convirtió en mi mejor amiga. Un viernes la invité a mi casa, planeé muchas actividades que espero le gusten. ¡Rin rin rin! ya sonó el timbre, ¡ya acabó la escuela! Al subir al camión Sofy se sentó conmigo hasta atrás y ya no me importó estar con las escobas. Cincuenta minutos después, ¡llegamos a mi casa!, ¡vamos a jugar!.
El domingo, Sofy regresó a mi casa y dormimos juntas.El lunes subimos al camión y al estar con ella me subí segura y contenta. Tobías, como de costumbre, me metió el pie y yo al caer lloré otra vez.
El prefecto me volvió a decir: “bebé” y ahora sí le dije que no me gusta que me diga así, que él es el adulto responsable y que, por favor, me ayude. Entonces, él regañó a Tobías y yo también me defendí y le dije: ¡basta, no es gracioso! es una maldad y tú no eres malo. A Tobías le agradó que le dijera que no es malo, así que me ayudó a levantarme y me pidió perdón.
Me volteé a agradecerle a Sofy por enseñarme a defenderme, pero no la ví. En eso Mila, otra niña del camión, me pidió que me sentara con ella y me felicitó por haberme defendido. Le conté que Sofy fue la que me ayudó a defenderme y Mila, me dijo que yo me había defendido solita. Pero cuando volteé para presentarle a Sofy, no la vi, no estaba en el camión, entonces Mila me dijo que no había ninguna Sofy en la escuela.
Al llegar, busqué a Sofy por todos lados y no la encontré, y nadie la conocía. Al terminar las clases, me subí al camión para ir a mi casa y Mila me pidió que me sentara con ella. Yo estaba feliz porque estaba teniendo más amigas y aproveche a preguntarle si de verdad no había visto a Sofy, pues toda la semana me acompañó y ella me repitió ¡que no, que no y que no! ¡No hay ninguna Sofy en la escuela! y me dijo que siempre me veía sola.
Yo estaba un poco asustada, así que cerré los ojos y pensé, pensé y pensé, hasta que entendí que nadie veía a Sofy, más que yo. ¡Wow! ¡Eso significa que Sofy está en mi imaginación!
Yo fui la que logré participar en la clase porque ¡confié en mí!, yo me enfrenté a los niños que no me dejaban jugar y me defendí de Tobías y del prefecto porque estuve ¡segura de mí misma! Y así logré ¡luchar contra el bullying! ¡Nunca estuve sola! Y nunca lo estaré porque me tengo a mi misma, ¡yo soy mi mejor amiga!
Ya no volví a ver a Sofy. Seguro es porque yo ya no me siento sola. Ya me atrevo decir lo que siento y logre tener amigos reales, aunque mi mejor amiga ¡siempre seré yo!