Jerusalem, Yerushalayim, Al Quds…. Muchos nombres,
anhelos, religiones, conflictos, ideologías y orígenes para una ciudad con demasiada historia para tan poca geografía. Las famosas piedras blancas de la milenaria villa han seguido en silencio un nuevo capítulo del duelo por la soberanía política y espiritual. Después de 49 años de la guerra que acabó con el fin del control jordano de la parte oriental de Jerusalem y su conquista por parte de Israel, miles de jóvenes israelíes han participado en el tradicional Desfile de las banderas, en medio de fuertes medidas de seguridad. El temor de los 2000 policías desplegados en el casco antiguo radicaba en posibles choques en un tramo de la marcha entre los manifestantes judíos -en su mayoría identificados con el nacionalismo religioso- y los palestinos que se preparan para el inicio del Ramadán. Al anochecer, no se registraron incidentes violentos.
Ante el recurso presentado por la asociación israelí de izquierdas Ir Amim, el Tribunal Supremo estudió si prohibía el paso del Desfile de banderas por el barrio musulmán de la Ciudad Vieja para llegar al Muro de las Lamentaciones (Kotel). Los jueces autorizaron la marcha pero limitándola en tiempo para que evitar incidentes con los palestinos que viven o trabajan en esa sensible zona. Asimismo, pidieron a la Policía que limiten el tamaño de las banderas.
Yerushalim frente Al Quds. Para los israelíes, es la liberación y reunificación de lo que llaman “capital indivisible y eterna de Israel”. Para los palestinos, es la ocupación del territorio que aspiran sea la capital de su futuro Estado. Para unos, es un desfile de alegría. Para otros, una provocación.
“El pueblo judío está aquí desde hace miles de años. Generación tras generación los judíos en todo el mundo repiten: ‘El año que viene en Jerusalem’. ¿No podemos celebrar la reunificación de Yerushalayim?”, dice el joven Asher Riklin, en el centro de la ciudad antes de dirigirse al espacio amurallado. Portando una bandera israelí, añade: “Antes del 67, los judíos teníamos prohibido venir al Kotel pero tras la victoria de Israel ante los ejércitos árabes, los fieles de todas las religiones pueden acceder a sus lugares de culto”.
Cerca de la Puerta de Damasco, el tendero palestino Mohamed se rebela contra la marcha nacionalista: “Son extremistas que celebran la ocupación de algo que no es suyo. Al Quds es árabe y punto”. La inmensa mayoría de comerciantes palestinos cerraron sus negocios a primera hora de la tarde. Algunos se mantuvieron abiertos para ‘enseñar que de aquí nadie nos mueve’.
63 por ciento judíos y 37 por ciento palestinos
Jerusalem (Casa de la paz) es algo más que una ciudad. Cuna de religiones, campo de batallas y manzana de discordia entre israelíes y palestinos. Escenario de luchas políticas, sociales y religiosas.
“Podemos celebrar el resurgir social, cultural y económico de la ciudad que ha sabido superar duros ataques terroristas de los últimosmeses”, ha afirmado el alcalde Nir Barkat, señalando que bajo su mandato “han aumentado las inversiones en los barrios árabes”.
Los números ponen en duda su optimismo. Los datos actualizados de Jerusalem quizá no reflejan toda la fotografía pero tampoco engañan apuntando tendencias en la ciudad que influyen en la posibilidad de llegar a un acuerdo. “Sin un acuerdo sobre Jerusalem, no habrá paz”, coinciden todos.
Según el Centro Nacional de Estadísticas, Jerusalem tiene 870 mil habitantes lo que supone el diez por ciento de la población de Israel. El 63 por ciento son judíos -entre ellos, el 32 por ciento jaredi (ultraortodoxo)- y el 37 por ciento son árabes.
El 56 por ciento de los habitantes de Jerusalem pertenece a dos comunidades: ultraortodoxa y palestina. Según los expertos, es uno de los motivos de los problemas económicos de la ciudad. El 28 por ciento de los judíos y el 80 por ciento de los palestinos en Jerusalem viven bajo el umbral de la pobreza.
Aunque no se quieran, Occidente y Oriente de la ciudad se mezclan diariamente con nexos que van más allá del tranvía. El 69 por ciento de los empleados de la construcción en la parte occidental son palestinos procedentes de los barrios situados en los territorios ocupados en la Guerra del 67. Como el 40 por ciento del personal de restauración o el 55 por ciento de transporte y Correo. En otras palabras, dependencia económica.
Fuente: www.unidosxisrael.org