La noche del Séder de Pésaj, la Hagadá, las cuatro preguntas y la pregunta que no se formula:

¿Adónde desapareció o hicieron desaparecer a Moshe? Aquel que, contra su voluntad, fue ordenado ser el enviado de D-os delante del Faraón para pedir: “Deja salir a Mi pueblo”. ¿Dónde está Moshe en “la gran obra” que es presentada cada año en el seno de muchas familias del pueblo de Israel? Aquel Moshe que un momento antes de bajarse el telón, fue bajado del escenario; el héroe que estuvo parado del lado de enfrente justo antes del momento tan esperado. Ese mismo hombre, Moshe, no participa en la ‘obra histórica’ a pesar de que ser el protagonista principal de los hechos.

Varias respuestas fueron dadas:

– El Santo Bendito Sea, solo Él realizó los milagros.

– Para evitar que consideren a Moshe como una divinidad, en reacción a la idea samaritana.

– La Hagadá está compuesta por partes de la Torá oral y no trata del relato bíblico, por lo tanto Moshe no es recordado en ella.

– El Gaón de Vilna, en su comentario a la Hagadá, expresó la relación negativa hacia el ‘Maestro’ Moshe, por el hecho de que “solamente a Él, rendiremos culto con temor”.

Ninguna de estas respuestas me conforma, por lo tanto propondré otra:

El “protagonista”, o mejor dicho, “la protagonista principal” de la noche del Séder es la tradición.

Diferentes generaciones con diferentes rostros transmiten la tradición, y más de lo que transmiten el contenido de la misma, ellos transmiten la importancia de la tradición intergeneracional, que se transmite en el seno de la familia, aunque esto no es siempre fácil. En las diferentes culturas, ese es un fenómeno conocido. La transmisión de la tradición familiar y nacional a veces va acompañada de críticas y hasta de enojos, pero junto a ello, encontraremos recuerdos fuertes de la tradición en todos los niveles.

El judío, -para el cual la Torá oral es una parte integral de su cultura-, se considera a sí mismo como un eslabón de una larga cadena, y generalmente quiere ser el eslabón que no corta esa cadena, sino que tiene una función a cumplir. Su función es recibir la tradición de su pueblo por parte de sus padres y de las generaciones anteriores. En esa noche, en la que se realiza el Séder y se cuida el ‘orden’ (séder), lo que la persona hace es cuidar el ‘orden’ de la tradición de la transmisión, y se transmite la tradición a los hijos y nietos, y así sucesivamente. En un mundo en el que el caos y el orden se encuentran mezclados, la familia particular y la familia nacional deben dar una respuesta –por lo menos parcial- a la fuerza individual y nacional de cada persona.

No hay una persona en especial que sea el héroe de la noche. Cada persona está invitada a ser el emisario de la transmisión de la tradición y así transformarse en el héroe de la noche, el héroe del Séder intergeneracional, y todos están invitados a formular la pregunta tradicional: “¿Por qué Moshe Rabenu no es el héroe de la Hagadá o, por lo menos, el protagonista secundario de la noche del Séder?”.
Quisiera terminar con un cuento que escuché del Rabino Shlomo Carlebaj, y que forma parte de la tradición de mi familia. Mis nietos también saben contarlo y en cada oportunidad que me parece propicia, se lo cuento a mis alumnos. Y así lo cuenta Shlóimele:

“La última noche del Séder antes del levantamiento del Gueto de Varsovia, estaba sentado Moishele con su padre, los únicos dos sobrevivientes de la familia, y antes de las cuatro preguntas, Moishele pidió a su padre formular una pregunta más, una quinta pregunta. El padre le respondió: “Formula las preguntas del Séder y luego agrega la tuya. Espero poder responderla”. Moishele comenzó: “Dulce padre: ¿en qué se diferencia esta noche de todas las demás?…” Hasta que llegó la quinta pregunta: “Padre querido, ¿será que el año que viene tú estarás aquí para responderme las preguntas?”. Al padre se le hizo un nudo en la garganta, de sus ojos comenzaron a caer lágrimas y no podía responder a la quinta pregunta. “Hijo querido: ¡qué pena que no puedo prometerte que estaré aquí el año que viene! Pero lo más difícil para mí es que tampoco puedo prometerte que tú estarás aquí el año que viene para formular las cuatro preguntas… Pero puedo prometerte que en algún lugar del mundo, habrá un Moishele que formulará a su padre las cuatro preguntas, porque El Santo Bendito Sea prometió a su pueblo que “¡No se apagará Su vela nunca jamás!””.

¡Pésaj Kasher ve Sameaj!

Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.Autora:* Profesora de Talmud del Seminario Rabínico Schechter, Jerusalem

Fuente: www.aurora-israel.co.il

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