Título: ¡Qué día!
Categoría: Infantil A / Cuento
Pseudónimo: Ricoleta paleta
Elá se despertó como cada mañana, era un martes 25 de septiembre, pero esta vez lo hizo con el pie izquierdo y no, no sólo es un decir, sino que lo primero que puso en el piso después de levantarse, fue su pie izquierdo. Estaba segura de que eso no era una buena noticia. En cuanto vio su despertador, se dio cuenta de que sólo faltaban 15 minutos para que pasara por ella el camión de la escuela, así que comenzó a apurarse y, cuando iba para el baño a ponerse su uniforme de la escuela, ¡se cayó!, se tropezó con unos zapatos que la noche anterior no había puesto en su lugar. “¡Qué mala suerte!”, pensó, y se levantó para seguir. Justo cuando abrió la puerta de su casa, vio cómo el camión ya se había ido.
No sé le ocurrió otra idea más que irse caminando. Cuando llegó a la escuela estaba toda sudorosa. “¿Por qué a esta hora?”, le dijo el director que además era su papá. Elá le contó sobre la mañana tan rara que tuvo. “Más vale que te apures para llegar al salón, y si te regaña la maestra, no podré hacer nada. No quiero que piensen que hay consentidos”. Elá corrió hasta el salón y tal como dijo su papá: la maestra la regañó como nunca lo había hecho; le dijo que todo lo que habían trabajado en clase mientras ella no estaba, lo tendría que hacer durante su recreo. Elá estaba muy triste.
Cuando llegó la hora de recreo, Elá se apuró muchísimo para terminar su trabajo y poder comer algo. Después de terminar fue corriendo por su lonchera y… ¡una piedra enorme la hizo tropezar nuevamente! Iba corriendo tan rápido que no se fijó por dónde iba y, al tropezar, su comida salió volando por todos lados. Ya no se la pudo comer. ¡Qué día! Lo bueno es que traía dinero que su papá le había dado, así que fue a la cafetería para comprarse algo. Cuando iba a pagar las quesadillas que pidió, metió la mano a la bolsa de su pants y… ¡no tenía dinero! Sus bolsas estaban vacías y no sólo eso, estaban rotas. Sus bolsas se habían descosido y ella no se había dado cuenta en qué momento su dinero se había caído. ¡Qué día!
Todo en ese día le estaba saliendo horrible. Afortunadamente después del recreo le tocaba su clase favorita: arte. Cuando tocaron la campana se fue rapidísimo a su clase. De verdad era su momento favorito del día; era increíble porque a ella le encantaba pintar. Ese día su maestro les pidió que hicieran un paisaje con acuarelas y ella feliz, se puso a hacer su trabajo. Pintar le permitiría relajarse de todo el estrés del día; colores por aquí, colores por allá y de la emoción… ¡derramó el vaso de agua para las acuarelas que compartía con el equipo de su mesa! Obviamente todos sus compañeros le reclamaron, el maestro dijo que había sido un accidente, pero eso no logró que los demás se calmaran, pues Elá había arruinado sin querer sus trabajos. ¡Qué día!
Cuando acabó la escuela y llegó a casa, no quiso nada más que ir a dormir; quería olvidar el día tan horrible que había tenido desde que se levantó, así que se puso su pijama y, sin decirle a nadie, se fue a dormir. No habían pasado ni 5 minutos cuando su despertador comenzó a sonar. “¡Qué raro!”, pensó ella. Rápidamente miró su despetador y, antes de apagar la alarma se dio cuenta de que eran… ¡las 7 am del 25 de septiembre! Comenzó a reirse muchísimo de que ese día tan lleno de cosas raras, tan sólo había sido una pesadilla y de que el camión pasaría por ella como siempre a las… ¡7:15 am! Ay no, sólo le quedaban 15 minutos, pero lo peor no fue eso, sino que ahora sí, lo primero que puso en el piso fue… ¡su pie izquierdo! ¡Qué día!
Fin.