Epstein dedicó toda su vida artística a la creación de imágenes nuevas en barro y en piedra.

Nació en Nueva York, y vivió gran parte de su vida como escultor en Inglaterra.

Desde 1920, el nombre Epstein ha significado escultura moderna, siguiendo los pasos de August Rodin. Los ingleses reconocieron que entre ellos vivía, uno de los artistas más originales de nuestro tiempo. En 1952 a la edad de 70, fue honrado en la famosa Galería Tate con una exhibición individual.

Después fue nombrado ‘Sir Jacob’ por la Reina de Inglaterra, además de recibir varios doctorados académicos. Sin embargo; los Estados Unidos reconocieron ya algo tarde su genio, recomendándole un grupo escultórico colosal llamado Conciencia Social.

Es Epstein, junto con Marc Chagall, la más grande personalidad judía en el mundo del Arte, entre los años 1915 y 1959.

Su judaísmo no estriba tanto en los modelos que le sirvieron de inspiración, sino en la forma como expresa valores espirituales, en su impaciencia, sus inquietudes.

Para un artista introvertido como Epstein, la reproducción de una figura es solo el punto de partida para el vuelo de la imaginación, a través de símbolos buscar la comunicación, de una intuición de la mente, que no tienen relación con lo económico o con lo racional.

Durante medio siglo, Epstein creó a veces brillantemente, a veces inadecuadamente nuevos valores de expresión. Expresar sin miedo los fenómenos: la vida, nacimiento, ambición, enfermedades y muerte.

Los críticos calificaron al principio de repelente su escultura en piedra Génesis.

Su Adam, también fue repudiado por los críticos porque no veían a un hombre hermoso. Realmente la escultura es, más bien, un gorila lampiño golpeándose el pecho. Lo que no veían los críticos es ese significativo detalle; la cabeza de Adam está echada hacia atrás, lo que lo hace diferente a los otros animales, pues está recibiendo el aliento y el espíritu de D-os.

Epstein hace su autobiografía, con recortes de periódicos sobre las críticas a su obra. Hay poco de su evaluación estética dedicando mucho espacio a su vida de joven en Nueva York 

Refiriéndose a ellas Epstein escribe: “Debo mi manera de ser, el haber vivido en el East Side de Nueva York. A Rembrandt le hubiera gustado mucho estar ahí. Me imagino que mi formación para expresar el sentimiento humano viene de esos años…”

La habilidad para expresar amor y odio en forma simbólica, es el meollo de su genio. No buscaba imitar a la naturaleza sino expresar la emoción y el alma del hombre.

El famoso periodista Hutchins Hapgood, descubrió el talento de Epstein cuando le pidió que ilustre su libro El espíritu del Ghetto.

Podría haber sido un segundo Rembrandt, si se hubiera quedado en Nueva York. El haber penetrado en el corazón del judío. Tenía una gran facilidad para el dibujo como lo demuestran las ilustraciones. Epstein definió Arte Judío de esta manera: “Arte Judío se traslada a través del temperamento judío o cualquier asunto que su corazón judío le apasione”. Sin embargo, decía que un motivo judío no hace una obra judía.

En Inglaterra, donde vivió permanentemente desde 1905 hasta su muerte, fue frecuentemente atacado como extranjero y como judío. Pero de todos los cargos, el que más resintió fue el de anti-humanismo. Su inspiración fue Rembrandt.

A su edad madura dio muchas entrevistas por la BBC de Londres, en las cuales se mofaba de las nuevas corrientes artísticas, porque pensaba que el Arte se había convertido irresponsable y muy lejos de la realidad de la vida. Empezó por realizar esculturas con temas cristianos una figura de Cristo en bronce, que señala con una mano la herida en la otra.

¿Por qué se fue Epstein a buscar simbología en una religión que no era la suya? Epstein siguió usando temas bíblicos como Adam y su grupo Jacob y el Ángel. Un busto de Sholem Ash, de Einstein, de Bloch, pero repetidamente hizo figuras de Cristo, de la Madonna con el Niño, de Lucifer y de Lázaro, etcétera.

Una vez entrevistado sobre el tema declaró: “Soy judío, pero la sinagoga no tiene uso para el arte que hago. No me da la oportunidad de ejercitar mi imaginación en la más humana de las emociones”.

En los últimos 150 años escritores como Heine y Sholem Ash, y artistas como Moritz D. Oppenhein hasta David Aronson, fueron afectados por el nuevo testamento. Epstein, como Chagall, no tenían intención de propagar el cristianismo y, cuando después de mucha insistencia Epstein hacía algo para alguna sinagoga británica reformista no le aceptaban su trabajo porque era “demasiado judío”.

El arte de Epstein seguirá vigente para cualquiera denominación no tanto por lo que expresa, sino como lo expresa. 

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