El Trastorno de Identidad Disociativa describe la presencia de dos o más identidades dentro de
un individuo, identidades que toman control del individuo en diferentes momentos. Para este grupo de estudiantes de Secundaria de Macabi, Ari Yungster y Daniel Nates presentan un texto original en el que nos presentan a tres individuos, cada uno con dos identidades, y una terapia en la que estas identidades sabrán lo que es estar separadas y lo que llevó a su existencia. Ryllie (Nataly Nehmad) tiene comportamientos socialmente inapropiados, mientras que Renata (Emily Palombo) se obsesiona con la limpieza. Melman (Daniel Dalma) calcula las probabilidades hasta el último segundo, mientras que Mario (Ilan Guterman) hace las cosas sin pensar (para el que conozca el Meyer Briggs, esta es la definición de un “J” y un “P”). Vladimir (Daniel Braverman) es un niño, mientras que Velazco (Daniel Zuckerman) es un anciano, aunque ambos son parte del mismo individuo.
Lo que vi en escena
Un manejo muy creativo de conceptos que podrían ser muy complejos, pero nuestros autores/directores lo manejan en arquetipos específicamente trazados y con suficiente personalidad para llevar al público a través de esta historia. El trabajo con actores es muy acertado, ya que estos muestran una comprensión de cada personaje más allá de sus acciones y del mundo que crearon (un mundo surrealista, que sucede en algún espacio mental creado para que lo compartan estos tres individuos y las identidades puedan interactuar, si es que lo entendí bien). Al texto le falta un clímax, ya que salta a sus conclusiones de manera muy abrupta, y su final se siente más como si llegaron a un límite de tiempo y sintieron que tenían que cerrar lo antes posible, pero como una probada de las ideas que trae consigo la nueva generación para este festival y para el mundo del teatro, es una puesta que ofrece mucho.