Tal vez…

Título: Tal vez…
Categoría: Secundaria / Cuento
Pseudónimo: Merki

Hola, me llamo Meraki. ¿Alguna vez has pensado que la historia de una persona puede ser mucho más profunda de lo que parece? La mía podría hacerte reflexionar. Todo comenzó en mi graduación de primaria, el 16 de junio de 2021. A pesar de que toda mi familia y amigos estaban allí, me resbalé en el escenario justo después de dar el peor discurso de mi vida. Todos se rieron de mí. A partir de ese verano, el acoso escolar se convirtió en mi constante compañero, y la soledad se apoderó de mí.

En las vacaciones de diciembre llegaron nuevas personas a la escuela, pero no hicieron una diferencia positiva en mi vida. Un día, al regresar de clases, noté que mi mamá, curiosamente, estaba interesada en cómo me iba en la escuela. Mi hermana gemela, Nasha, le contaba historias interesantes y llenas de drama (cosas de “niña popular”). Luego, mamá empezó a preguntarme también, pero no había mucho que contar. Mi día a día era estar sola, con el gorro de mi sudadera, dibujando en mi escritorio.

Después de comer, mamá nos propuso ir al centro comercial. No tenía muchas ganas, pero fui. Al llegar a una tienda de maquillaje, nos encontramos con dos chicas de mi generación. Nasha las reconoció y pensó que se acercarían a saludarla, pero en realidad venían hacia mí. Me saludaron y me invitaron a salir con ellas. Le pedí permiso a mamá, y ella, más emocionada que yo, me dejó ir. Conocí a Amber y Chloe. Eran muy amables y divertidas, y pasamos un buen rato. Creo que fue la primera vez que me sentí feliz desde mi graduación.

El lunes siguiente, llegué a la escuela sin esperar que ellas se acercaran a mí, así que tampoco hice ningún intento. Pero en el recreo, vinieron a sentarse a mi mesa y empezamos a platicar otra vez. Poco a poco se volvieron mis mejores amigas y, gracias a ellas, comencé a cuidar mi apariencia y a sonreír más.

Sin embargo, las historias son como un tobogán: subes y subes, pero en un segundo puedes caer sin darte cuenta. Eso fue lo que me pasó. Después de dos años de amistad, en tercero de secundaria, el 25 de enero, Amber no vino a clases. Fue raro, pero pensé que quizás estaba enferma. Uno, dos, tres, cuatro días… Al quinto, nos llamaron a Chloe y a mí a la oficina del director para preguntarnos si sabíamos dónde estaba Amber. Dijimos que pensábamos que estaba enferma, pero nos informaron, con mucho pesar, que Amber estaba desaparecida. Chloe perdió el control y yo quedé paralizada hasta que me desmayé. Desperté en la enfermería, rodeada de Chloe, el director y la enfermera. Al ver a Chloe, ambas rompimos en llanto mientras nos abrazábamos.

En ese momento, llegó la policía y nos pidió que los acompañáramos. Nos subieron a una patrulla y nos llevaron a la comisaría, donde estaban los papás de Amber y Chloe. Mientras la policía nos hacía preguntas, entró un chico que me dejó sin palabras: cabello castaño, suave y sedoso, ojos color miel brillantes y una altura que llamaba la atención. Apenas lo vi, quedé paralizada. ¿Cómo era posible que no hubiera notado antes a alguien tan guapo? Llegó, se disculpó por la tardanza y se presentó. Estuvimos un rato hablando con la policía, tratando de recordar algo que ayudara a encontrar a Amber, aunque no obtuvimos mucho.

Al salir de la comisaría, la mamá de Amber se acercó a Chloe, Seth y a mí y nos dijo: “Ustedes la conocen mejor que nadie. Por favor, no se rindan. Búsquenla”. Seth se presentó y nos propuso ir a su casa para hacer un plan de búsqueda. En su casa, nos contó que Amber era su mejor amiga y que se conocían desde la escuela. Resultó que iba a la misma escuela que nosotras, aunque, al estar en prepa, no lo conocíamos bien. Nos dijo que, igual que nosotras, él quería encontrar a Amber. Hablamos un rato más, y cada cosa que Seth decía me parecía más encantadora que la anterior. Era guapo, inteligente y amable, aunque apenas lo conocía.

Pasaron varios días: día seis, día siete, día ocho, hasta llegar al día once. Empezamos la búsqueda en el bosque, en su antigua casa y en todos los lugares que frecuentaba, pero no la encontramos. Al día 16, regresamos desanimados a la escuela. Llevamos una foto de Amber, post-its, flores y plumas; colocamos una mesa frente a su casillero y comenzamos a escribir mensajes en los post-its mientras decorábamos su espacio. Nadie sabía dónde estaba. Estuvimos un mes buscándola. El 25 de febrero nos rendimos. No sabíamos a dónde más buscarla.

El día que se cumplió un mes de su desaparición, invité a Seth y a Chloe a mi casa. Los tres estábamos frustrados y enojados. No sabíamos qué hacer, así que empezamos a gritar y a lanzar almohadas contra la pared. En un momento, una pelota de papel le dio a Seth en la cabeza. Chloe abrió la nota y leyó: “¿Dónde está Amber?”. Era muy extraña, pero ese mismo día habíamos visto una igual pegada al casillero de Amber. ¿Qué estaba pasando? En la nota también había puntos y rayas. Pasamos 30 minutos analizándola hasta que Seth descifró el código morse. Decía una dirección. Aunque pensamos que esa calle no existía, la buscamos y resultó que sí, aunque estaba lejos. Logramos llegar, pero no encontramos nada.

Al día siguiente, regresamos a la escuela y el casillero de Amber estaba vacío. Nadie parecía recordarla, lo cual era extraño porque hacía dos días todos hablaban de ella y la buscaban. Intenté hablar de eso con Chloe y Seth, y ellos también notaron lo raro de la situación.

Después de eso, seguimos buscando por días, pero al día 45, Seth y Chloe se cansaron. Me dijeron que estaban sacrificando su último año de secundaria y su primer año de prepa por buscar a Amber. Sin embargo, yo no me rendí. Seguí buscando. Al día 50 fui sola a esa dirección, y no regresé.

Desde el 15 de marzo de 2024, nadie me ha visto. A Chloe la encontraron después de que, tras una pelea con sus padres, huyó de casa, se desmayó en el bosque y la llevaron a un hospital en otra ciudad. Hoy es 15 de marzo de 2026. Sigo perdida. Nadie ha encontrado ni una pista, ni un testigo. Quizá a veces deberíamos prestar más atención a los detalles, ¿no crees? Si hubiéramos sabido cómo se sentía Amber, tal vez hubiera sido más fácil. Si no se hubieran rendido, yo tal vez no estaría narrando esta historia en el olvido. Quizá Seth habría entendido lo que sentía, quizá me llevaría mejor con mi hermana o con mi mamá, o tal vez habría arreglado las cosas en mi graduación de secundaria. Pero todo es un “quizá”, porque nunca sabemos lo que puede pasar.

Mi historia es una inspiración para que digas lo que sientes. Dile a ese Seth que lo amas y que es guapísimo. Agradece a esa Chloe por estar ahí para ti. Dile a Amber cuánto la extrañas. Dile a tu mamá que quieres ir al centro comercial con ella. Dile a Nasha que quieres llevarte mejor con ella. Diles a todos cuánto los amas, porque algún día no podrás, y todo esto no será más que un “quizá

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