Título: Un mundo fuera de mi alcance
Categoría: Infantil A / Cuento
Pseudónimo: Estrella fugaz
El momento más esperado por mí, el que más me gusta de todo el día es: ¡la noche! En ella se escuchan sonidos muy bonitos como el canto de los grillos, la luz de las luciérnagas, el maullido de los gatos, la tranquilidad de la ciudad y, ¡qué tal el cielo!, se ilumina con la hermosa luna y las estrellas. Yo disfruto bastante ver a los planetas con mi telescopio durante la noche. Ese telescopio me lo regalaron mis papás en un cumpleaños y desde ese día, noche tras noche, lo último que hago durante el día es mirar el cielo, bueno… eso y preguntarme cosas tipo: ¿cómo se sentirá vivir en el espacio?, por ejemplo en Venus, ¿será de color rojo, naranja, azul o tendrá muchos colores como un arcoíris?, la verdad es que no importa el color, me encantaría estar ahí. Mi mente también se pregunta, ¿existirán perros alienígenas en otras galaxias?, ¿será como en el planeta Tierra?
Una noche mientras mi mente trataba de resolver todas esas dudas, entró mi mamá a mi habitación, me arropó, me dio un beso en la mejilla y me dijo:
—Lili, ya duérmete, es muy tarde —yo obedecí y caí rendidamente.
Antes de quedarme completamente dormida, mi mamá se despidió con un beso y me deseó dulces sueños. La verdad es que sí, tuve un sueño más que dulce, fue espectacular. Soñé que llegaba a Venus, el segundo planeta más cercano al Sol. Era un lugar hermoso, lleno de rocas y muuuuy caliente. “Con razón no hay nadie aquí”, pensé, pero estaba equivocada. De entre las rocas se asomó la cabeza de una extraña criatura: parecía una personita del tamaño de mis brazos, tenía el mismo tipo de cuerpo que los humanos, pero en tamaño pequeñito; su color de piel era muy oscuro y, seguramente, era tan broncedo por la cercanía de su planeta con el Sol. Estaba segura de que no hablábamos el mismo idioma, pero entendí todo lo que me dijo:
—¡Hola, yo soy Alex! ¿Te gustaría ser mi amiga?
—¡Sí! —le dije, aunque no estaba muy convencida.
Alex me invitó a dar un paseo por el planeta, yo estaba extasiada viendo lo que había ahí… cuando de repente, sonó mi alarma y me desperté. ¡Ash, tenía que sonar mi alarma cuando estaba en lo más bonito del sueño! ¡Ojalá que vuelva a soñarlo! Me levanté, me puse mi uniforme, desayuné, me lavé los dientes y me fui.
Al llegar a la escuela les conté mi sueño a mis amigas, pero una de ellas se burló de mí y yo me puse muy triste. Lloré en silencio un buen rato y después fui a comer.
—¿Qué pasó Lili? —me preguntó mi maestra.
Yo le dije lo sucedido, me abrazó y me tranquilicé. Todo esto de Venus fue porque justamente la maestra nos dio una clase padrísima del Sistema Solar.
Al regresar a mi casa hice mis labores cotidianas, me cambié el uniforme, comí con mi familia, hice la tarea y nuevamente llegó la noche. ¿Y qué creen qué pasó? ¡Soñé nuevamente a Alex! Ahora me enseñó lo que comen en Venus y, ¿qué creen?, me llevó a los restaurantes, ¡síííí, en Venus hay una ciudad muy bonita! Ví perros, naves, edificios, tiendas, cafeterías espaciales y demás. Por cierto, pasamos por un heladería riquísima, pero cuando iba a darle la primera saboreada a mi helado, sonó la alarma y no pude probar más.
Después de ese sueño amanecí con antojo de un helado y, como ese día era domingo, le pedí a mi mamá que me llevara a la heladería; ella me dijo que sí. De camino, iba pensando en los sabores de aquellos helados de Venus, ¿sabrán más ricos que aquí? Iba tan distráída en mis pensamientos que casi me da el infarto cuando ahora sí, en frente de mí, mientras mi mamá platicaba con una amiga que se encontró una cuadra atrás, apareció el mismísimo Alex.
—¡Alex! ¿Qué haces aquí?
—¡Sabía que me reconocerías! —me respondió él.
—¿No eras un sueño?
—¡No! Yo también soñé contigo. Creo que cuando un ser de Venus se conecta en pensamiento con otro ser de un planeta o galaxia diferente, o desean algo parecido, sus almas se conectan en sueños —yo no podía creer todo lo que me estaba diciendo—. Seguramente tú soñabas con conocer a Venus, el planeta del amor.
—¡Pero cómo es posible!
—Para nosotros, los pensamientos y deseos son muy poderosos, son la base del amor que es el tesoro más grande que tenemos en nuestro planeta, por eso se llama Venus, como la diosa. Te apuesto a que en tu clase de Ciencias te hablaron del Sistema Solar y amaste Venus —yo dije que sí con la cabeza—, yo amé la Tierra.
—¿Y ya por eso estamos aquí?
—Hay cosas inexplicables, incluso, cosas que ni la ciencia puede estudiar, pero cuando dos pensamientos intensos se conectan, grandes cosas pueden pasar.
Cuando mi mamá llegó por mí para ir a la heladería, Alex ya no estaba, pero desde ese día, nos seguimos conectando en sueños. Gracias a eso conozco muchas cosas del Sistema Solar, ¡es hermoso, hay miles de estrellas de colores, hoyos negros, cometas, meteoritos…!
Alex nunca más vino al planeta Tierra físicamente porque la contaminación le hacía mucho daño. De hecho me enteré de que los humanos no pueden saber que hay vida en Venus porque tienen una capa que los protege, ya que se enteraron de que aquí no cuidamos mucho a nuestro planeta que digamos, así que prefieren alejarse un poquito del conocimiento del mundo y seguir con la calma que los caracteriza. En pocas palabras, vemos el mundo muy diferente. Yo deseo que algún día a nuestro planeta también lo mueva el amor. ¡Que emoción que Venus ya no sólo sea un mundo fuera de mi alcance!
Fin.