Título: Vacaciones en Querétaro
Categoría: Preparatoria / Cuento
Pseudónimo: La Mexicana
Era un día caluroso, sacaba la cabeza por la ventanilla, sintiendo esa brisa caliente en mi cara estaba emocionada y feliz por lo que iba a suceder ese día, pero la realidad me iba a demostrar que, claramente, yo no sabía nada….
Ese día, mi familia había decidido hacer algo muy divertido para las vacaciones. Mientras que mis dos hermanas mayores, Natalie y Michelle, decidieron ir con mi tía Rosa a recorrer Estados Unidos, yo, como era la menor, me quedé con mis papás. Lo cierto es que mi mamá es una persona divertida y carismática , y mi papá es un señor chistoso, alegre, y cariñoso, así que no tuve ningún problema en quedarme con ellos. Seguro que haríamos algo genial.
Al final, decidimos aprovechar la oportunidad para conocer un poco más nuestro querido país, México. El destino elegido fue Querétaro, concretamente un lugar llamado los Prismas Basálticos. Todo parecía anunciar un día de esperanza, un día en que todo saldría perfecto, pero no fue así…
Tardamos horas en llegar a ese lugar, pero yo estaba muy emocionada por la oportunidad que estaba teniendo de pasar ese maravilloso día con mis papás a solas, sin el estorbo de mis molestas hermanas; creo que ellos también, se veían muy emocionados
Lo primero que encontramos al llegar, fueron unas maravillosas tiendas con todo lo que te podías imaginar. Había tiendas de cocos por todas partes, lo cual eso nos agrado mucho ya que somos muy fans de ellos; nos compramos también muchas piedras preciosas, ya que mi papá es un gran aficionado. Estábamos disfrutando enormemente. Pero a partir de ahí todo se torció y las cosas cada vez se fue poniendo peor
Empezó a llover muy fuerte y tuvimos que quedarnos dentro de un restaurante; estábamos decepcionados, pero no nos resignamos:los prismas estaban ahí, esperando nuestra llegada. No hicimos caso de las advertencias, por qué preocuparse tanto si la intensidad de la lluvia había bajado y ahora apenas chispeaba. Así, conseguimos unos impermeables y emprendimos un camino lleno de aventuras a los prismas. Pese al barro, conseguimos acercarnos todos muy emocionados y empezamos a ver y observar aquellas maravillas. Pero la mala suerte nos estaba esperando. Mi papá se había empeñado en tener un recuerdo del lugar y se había subido encima de las piedras de la cascada; estaba tan contento que cada vez subía más y más nos gritaba: “¡Tomen muchas fotos , mientras yo llego arriba!”
Le hicimos caso, pero con la distracción de la cámara, apartamos la mirada un instante de donde él estaba. Una mala pisada, una piedra resbalosa y se había caído al vacío sin poder agarrarse de nada. Dio una enorme voltereta en el aire durante 5 metros sobre el aire; gritamos preocupadas sin saber qué era lo que había pasado y esperando lo peor.
Corrimos hacia donde lo habíamos visto desaparecer, pero en un abrir y cerrar de ojos, surgió como si nada, poniéndose de pie, sin un rasguño, y se dirigió hacia nosotras. La gente nos rodeó, incrédula, y se puso a aplaudir cada vez más fuerte, como si todo hubiera sido parte de un espectáculo organizado. Nadie era capaz de creer lo que había pasado.
Había sido un milagro. Todavía hoy en día, estamos muy felices y agradecidos por cómo acabó todo.