Decía Marco Aurelio: “A tus hijos, edúcalos o padécelos”. Es cierto. Y para construir la autoestima de nuestros hijos, la vida se basa en una ley muy sencilla: la del trueque. Si los papás comprendiéramos esta ley a tiempo, para así formar y no deformar a nuestros hijos con nuestro gran amor, nos ahorraríamos muchos problemas en la vida.

Ley del trueque: el dar y el recibir siempre están relacionados. Si tomo más de lo que doy, mi autoestima baja. Si tomo menos de lo que doy, también mi autoestima baja. Cuando recibo algo que no me lo merezco, mi autoestima baja, y cuando recibo algo que me lo he ganado, automáticamente mi autoestima sube.

Ejerzamos la autoridad sin miedo. Aunque no lo creamos, ¡la piden a gritos! Al decir autoridad no me refiero a esa falsa manera de obligar, presionar, mandar o imponer, sino a esa verdadera autoridad que significa ‘ayudar a crecer’. Cuando los papás marcamos pautas, horarios y hábitos, los estamos ayudando a crecer y a convivir con responsabilidad. Desde que son niños, nuestra obligación, antes que nada, es ayudarlos a preparar la maleta que los acompañará en su propio viaje. Para que el equipaje vaya bien empacado y sea útil para enfrentar los muchos y variados retos a lo largo de su vida. Necesita incluir amor, conocimientos, disciplina, seguridad, fortaleza, madurez y flexibilidad. El verdadero maestro enseña con su congruencia de vida.

Recordemos que “las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra”, son leyes de vida.

Sentimientos buenos y malos

Reírte es siempre una opción

¿Y las gracias?

¿Me perdonas? Ni cómodo, ni fácil

Una vida equilibrada

El ego

Años más joven

Tu GPS interior

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