Título: Yendo al espacio
Categoría: Infantil A / Cuento
Pseudónimo: Saske
Había una vez un marciano que, mientras limpiaba su clóset, encontró un cohete y decidió ir al espacio. El cohete despegó del suelo, y el marciano se quedó dormido. Soñó que en la regadera de su baño había una ballena, que llamó a su mamá. Llegaron y vieron que el aro estaba en la regadera, la ballena en el escusado y su bebé en el lavamanos. Entonces, el marciano se despertó.
El cohete se descompuso y cayó en la Luna. Escuchó unos sonidos raros y, para su sorpresa, su mejor amigo también estaba allí. Se espantaron y chocaron con la misma Luna, pero el marciano estaba tan alto que no se le veían los ojos. Con el tiempo, se acostumbraron y se dieron cuenta de que no estaban solos. Decidieron quedarse y comenzaron a jugar.
El marciano del fútbol le preguntó:
—¿Sabes decir la palabra “supercalifragilisticoespialidoso”?
—Sí, sí —respondió su amigo—, pero me cuesta mucho trabajo. ¿Tú sabes decir “parangaricutirimícuaro”?
—Sí, pero no muy bien —contestó.
Se pusieron apodos, inventaron un saludo secreto y se sintieron muy felices. Sin embargo, el marciano no recordaba haber dejado su cohete allí, y pensó en salir volando, esta vez utilizando avioncitos de papel. Pero nunca pudo volver a casa, ni a ver a su familia.
Al despedirse, se dieron cuenta de que el helicóptero no funcionaba. Comenzaron a gritar:
—¡Ayuda, ayuda, por favor! ¡Que alguien nos ayude!
Un alien apareció con una cuerda, pero luego descubrieron que era una bruja, hermana del papá del marciano morado. Había otros tres más: uno azul, uno amarillo y otro verde. En total, eran cuatro extraterrestres de diferentes colores.
Finalmente, lograron regresar al marciano a la Tierra, donde se reencontró con su familia y fue feliz, pues también había hecho nuevos amigos extraterrestres.
Fin