Título: Zapatos azules
Categoría: Infantil B / Cuento
Pseudónimo: Azulado
En una comunidad extraña había una niña muy humilde y terca llamada Karen; ella era una chica muy bajita, con ojos verdes y pelo negro. Cuando Karen tenía 7 años su mamá la abandonó, y tristemente desde entonces se quedó sin zapatos. Con el tiempo y a pesar de siempre andar descalza y buscando comida, su buen humor no cambiaba y se pasaba los días bailando y cantando.
Un día mientras buscaba que comer tropezó con una extraña caja azul, al abrirla vió dentro unos brillantes zapatos azules que no dudó en probarse. Eran los zapatos más hermosos que había visto en su vida y por supuesto que se los probó, el problema era que le quedaban enormes, pero eso a ella no le importaba.
Con ese caminar tan particular, llamó la atención de una anciana que la quiso adoptar, y al verla con esos enormes zapatos le prometió comprarle unos nuevos en cuanto consiguiera un poco más de dinero.
La anciana alimentó y cuidó a Karen, pero la niña al ser muy terca sólo pensaba en unos nuevos zapatos con que bailar. Con el tiempo la niña alegre y humilde se volvió grosera y mal agradecida con la anciana, exigiendo comida y trato especial.
Pensando que cambiaría y después de mucho esfuerzo, la anciana llevó a la niña por sus nuevos zapatos azules. Eran los zapatos más caros de la tienda y le costaron todos los ahorros a la anciana, pero eso a Karen no le importó, incluso tuvieron que caminar de regreso a la casa y dejar de comer algunas cosas.
En cuanto comenzó a usar los zapatos, sintió un movimiento extraño en sus pies, comenzó a bailar descontroladamente y sin parar; agotada y después de muchas horas sin descanso, Karen sintió que los nuevos zapatos le querían dar una lección, la situación obligó a la niña a analizar su comportamiento con la anciana y como unos zapatos la había cambiado tanto.
A la mañana siguiente, la anciana escuchó los zapateados y vio que Karen estaba a unas cuadras de su casa muy exhausta y sin parar de bailar, así que se acercó y la consoló con el amor de una madre, pero le hizo saber que ella sola tenía que aprender de lo que había hecho.
Después de algunos días la niña entendió todo, los zapatos eran igual de tercos que ella, con esta reflexión logró encontrar el camino a casa y a su familia que era la anciana.