Lo tuyo era el arte, la bohemia, el cine, la danza… Los amigos, las salidas, la buena comida, el no tan

buen café y el cigarro…

Lo tuyo… pues tus perros, tu árbol, tu casa y tu jardín…

Y claro que lo tuyo era crear, inventar, alucinar proyectos y cocinar sueños.
Lo tuyo Carlos era, a veces, lo inverosímil y la locura…
…eran los objetos cotidianos convertidos en obra de arte.
Era tu fe, a tu modo… era también tu insospechada religión.
Era tu forma particular de ver la vida y comprender el mundo.
Lo tuyo era el detalle, la buena organización.
Era lo solitario, la soledad creativa y contemplar solo tu jardín…
…el ritual, el mito y la ceremonia eran lo tuyo,
Aunque también lo rebelde, lo subversivo y lo insurrecto.
Hace tres décadas partiste sin despedirte, como casi siempre lo hacías…
Nada te habría preparado para decir adiós todavía…
Lo tuyo no era lidiar con la edad… aunque lo tuyo era la vida misma.
Lo tuyo fue encontrar tus ramas, enredadas en tus raíces…
Lo tuyo fue brindar la flor y el fruto en una temprana herencia.
Lo tuyo, Carlos, sigue aquí y ahora… es nuestro.

Hace 30 años la “leyenda” comenzó

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