Polonia perdió en la ocupación nazi y la Segunda Guerra Mundial a seis millones de habitantes, la mitad de ellos judíos. Más de 6 700 polacos han sido condecorados como Justos entre las naciones, el galardón que entrega Israel a quienes pusieron su vida en peligro para salvar a judíos.
El Estado polaco no colaboró oficialmente con los nazis y su gobierno legítimo estuvo refugiado en Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Pero la inocencia de las instituciones polacas no se extiende, según los historiadores, a toda la ciudadanía.
Mientras unos ciudadanos polacos resistían a los nazis y protegían a los judíos, otros se dedicaron a denunciar o directamente a atacar a sus vecinos judíos durante la ocupación nazi e inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Hubo casos en los que se impidió que judíos supervivientes del Holocausto pudieran volver a sus hogares acabada la guerra.
Los críticos de la ley temen que se use para limpiar ese pasado y reescribir la historia para que el pueblo polaco en su conjunto se convierta en un héroe o un mártir inocente de cualquier crimen y se olvide el antisemitismo, las expropiaciones de propiedades de judíos y los crímenes que sufrieron a manos de polacos.
Es cierto que los campos fueron construidos por los nazis, pero es innegable el alto colaboracionismo de civiles polacos. Negar esa realidad, han alertado los académicos y activistas, puede alentar un aumento del antisemitismo en un momento, además, en el que la ultraderecha y las posturas xenófobas están aumentando en Polonia. El antisemitismo en el Gigante del Este (unos 38 millones de habitantes) y actualmente uno de los países más unitarios étnica y religiosamente, se ha incrementado, según el último informe de 2017 del Gobierno israelí, que cada año sondea las actitudes de distintos países. Una conclusión que se repite en otros estudios, como uno de la Universidad de Varsovia u otro del Pew Research Center, que revela que un 18 por ciento de los ciudadanos retiraría la nacionalidad a los judíos.
Pronto empezaron las humillaciones públicas de los judíos a manos de los soldados alemanes o los colaboracionistas polacos de la Policía Azul. En la calle los hacían cantar o bailar frente a las muchedumbres. A los rabinos se les cortaba la barba o las mechas de las sienes, también les hacían limpiar excrementos con los mantos para rezar o danzar alrededor de hogueras donde quemaban pergaminos de la Torá. Tampoco faltaban los castigos, por ejemplo en muchas ciudades se hacía a los judíos entre 15 y 60 años presentarse a una determinada hora en la calle con cubos y escobas para hacer labores de limpieza delante de los ciudadanos no judíos que les miraban y se reían. Para no tener que hacer labores públicas los judíos más ricos sobornaban pagando a los alemanes, en Varsovia de hecho 33,000 se libraron de trabajar a cambio de dar dinero, mientras el resto, unos 107 000 judíos, tuvieron que limpiar las calles durante meses. Cuando Hans Frank autorizó la expropiación de todo el inmobiliario hebreo el 24 de enero de 1940, los judíos tuvieron que marcharse a vivir a barrios exclusivos para ellos o a concentrarse en determinadas zonas de las ciudades para alquilar viviendas con las que compartir con otras familias. Todas las empresas y bienes judíos fueron confiscados por el Gobierno general a excepción de bienes personales y 1,000 marcos (Reichsmark) en efectivo.
Al empezar el año 1940, innumerables judíos ya se habían albergado en distintas barriadas de las diferentes ciudades de Polonia. Aunque más tarde serían guetos cerrados, todavía no lo eran, pues podían entrar y salir cuando quisieran y no se les obligaba a vivir, es decir, eran guetos abiertos. Las primeras concentraciones urbanas de judíos nacieron en Varsovia, Lodz, Lublin, Piotrkow Trybunalski, Podgorce, etcétera. Cada barrio estaba administrado por un Consejo Judío (Judenrat) que dirigían las élites y sabios de la comunidad hebrea según designaban los alemanes. Los tres más importantes fueron el Consejo de Varsovia dirigido por Adam Czerniaków, el Consejo de Lodz en manos de Chaim Rumkowski y el Consejo de Lvov liderado por Henryk Landesberg.
Después…
El 10 de mayo de 1940 Alemania invadía Europa Occidental, conquistando Francia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo y al año siguiente, en 1941, se extendía a Grecia y Yugoslavia. Durante ese tiempo el antisemitismo en Polonia fue olvidado, pasando a ser un tema secundario.
La guerra tomó un nuevo cariz con la invasión de la Unión Soviética en junio de 1941, pues el Gobierno general pasó a ser una provincia más del Lebensraum (espacio vital) en Europa Oriental, siendo la única región del continente que albergaría los campos de exterminio de Auschwitz, Treblinka, Sobibor, Belzec, Majdanek y Chelmno.
Bibliografía:
Saul Friedländer, El Tercer Reich y los Judíos (1939-1945) Los años del exterminio, Galaxia Gutenberg (1997), p.35-821.
Lawrence Rees, Auschwitz, los nazis y la Solución Final, Biblioteca II Guerra Mundial Planeta DeAgostini (2005), p.50-54.
Ricardo Angoso, Del antisemitismo a la Solución Final, Shoah, Revista La Aventura de la Historia Nº77 (2005), p.26.
Fuente: http://www.eurasia1945.com/acontecimientos/crimenes/antisemitismo-del-gobierno-general-de-polonia/