Iniciamos el entrenamiento de Karate-Do diciendo “Onegaishimasu” que significa “por favor” y concluimos diciendo “Arigato Gozaimashita” que significa “gracias”.
Cualquiera que haya estado presente en algún entrenamiento de artes marciales conoce estos tradicionales “saludos”. ¿A qué nos referimos? ¿Por qué no decimos específicamente que estamos pidiendo y agradeciendo? Quizás, es porque son las únicas formas en que podemos saludar a un Sensei.
“Sensei” es “aquel que viene antes” y es la forma tradicional japonesa de referirse a un gran conocedor o a un maestro. Nos acercamos al Sensei y le pedimos “Por favor”, esperando que comparta su conocimiento con nosotros, y le decimos “Gracias” por lo que decide darnos.
Durante más de 30 años, Sensei Pablo nos dio a manos llenas. Nos enseñó a pedir y a agradecer, a respetar. Nos enseñó a pararnos y a sentarnos, a caminar y a detenernos. Nos enseñó a hablar y a callar. Nos enseñó a defendernos y a luchar, a ganar y a enfrentar la derrota. Nos enseñó a aprender, a ayudar y a enseñar. Y además de todo lo que nos enseñó, nos dio sus sonrisas que nunca faltaron y palmadas en los hombros para recordarnos que no estábamos solos en el camino (“Do” en japonés) tanto del Karate como de la vida. Estuvo ahí, siempre, para todos, incluso para los que pasaron un solo día por el Dojo, para sus alumnos y para los padres y madres del Karate-Do cedeísta.
Formó a grandes karatedokas, dentro y fuera del CDI; entre ellos campeones estatales, nacionales, internacionales y mundiales. Y siempre lo hizo con su característica humildad. Desde el primer día hasta el último, se paraba en el tatami para entrenar movimiento por movimiento y se ponía los guantes para entrenar golpe por golpe con nosotros.
Tal era el privilegio de verlo hacer Karate-Do a nuestro lado, que pensábamos ingenuamente que era eternamente joven. Nunca dejó de sorprendernos con su fuerza, su vitalidad y su entrega.
Personalmente, fue un destacado karatedoca, con una larga trayectoria como competidor y entrenador. Alcanzó el grado de 6to Dan, que es el máximo nivel técnico en el Karate-Do (los grados posteriores son honorarios). Francamente, tendríamos que habernos referido a él como “Shihan”, que significa “maestro de maestros”.
Respetado y querido por toda la comunidad mexicana del Karate-Do, formó parte de esa generación pionera que convirtió a este arte marcial en una disciplina ampliamente practicada en nuestro país.
Desgraciadamente, Sensei Pablo falleció el viernes 15 de marzo de 2024. La noticia, profundamente dolorosa, nos tomó por sorpresa. Apenas unos días antes seguía entrenando como siempre en nuestro Dojo del Deportivo y celebrando los éxitos obtenidos en el campeonato estatal.
Durante todos estos años, siempre supimos que podíamos llegar al Dojo, decirle “Onegaishimasu, Sensei” y Sensei Pablo nos daría todo cuanto fuéramos capaces de recibir. Ahora, nos queda seguir aprendiendo de su ejemplo y de lo mucho que nos dejó. El Karate-Do del CDI estará siempre en deuda con él. Lo vamos a extrañar y recordar con cariño, porque fue, es y será una parte fundamental de nuestras vidas.
Descanse en paz.
Sensei, nunca aprendimos a decirle “Adiós”. Solamente podemos despedirnos de usted como siempre lo hicimos, diciéndole “gracias”. Gracias por enseñarnos. Gracias por formarnos. Gracias por querernos.
Arigato Gozaimashita, Sensei Pablo.
// Saul Masri