El dolor viene de la mano con el amor. Eso es un
hecho, y al tratar de evitarlo cometemos muchos de los errores que son comunes en las relaciones. Hacemos todo lo posible para evitar lastimarnos a nosotros y a la otra persona, por lo que vivimos constantemente cautelosos en el juego de conocer y salir con alguien (cosa que no debería ser un juego). Jorge (Alan Klap) y Lucía (Vivian Klap) acaban de terminar una relación de cinco años y a partir de eso pasan por todo el dolor, la confusión y la esperanza de acostumbrarse al final de esa relación y adentrarse a una nueva.
Jorge se encuentra con Sara (Libe Krinsky), una compañera que no ha visto de la Preparatoria que siempre le gustó, pero nunca se atrevió a decirle. Lucía pasa mucho tiempo con su mejor amigo Alejandro (Marcos Shaouly) y con todo este tiempo que pasan juntos les surge la pregunta de lo que pasaría si estos dos amigos empezaran una relación. A lo largo de esta odisea que es la transición de una relación a otra, nuestros cuatro personajes nos cuentan sus historias de amor favoritas, sus historias con el amor, los obstáculos que vienen con la tecnología (que le quita lo íntimo al acercamiento) y todas estas peculiaridades de algo que, en un mundo ideal, sería tan sencillo como “chico conoce chica”.
Lo que vi en escena
Un elenco con excelente química y un experto manejo de los monólogos que otorgan al público. Aquí ayuda que el texto de la dramaturga mexicana Adriana Pelusi (que además coescribió la comedia El cumple de la abuela) ofrece mucho con qué jugar, como todos los obstáculos y complicaciones que vienen con las relaciones donde algunos de los pasos son por redes sociales y las historias de amor favoritas de cada uno de nuestros personajes que nos dicen mucho acerca de cada uno de ellos (nunca había pensado lo mucho que puede uno conjugar de la historia de Abelardo y Eloísa). El director Zion Tamsot elige situar esta historia de una manera poco literal, manteniendo los cuatro escenarios de la historia (una banqueta, la mesa de un bar, una sala y un coche) en escena durante toda la obra para que sus actores utilicen lo que sea necesario para contarla. Más que nada, esta puesta nos muestra que muchas de las complicaciones en las relaciones vienen de lo mucho que las pensamos (y que hay filisteos en el mundo que no aprecian una película tan buena como Lincoln).