A menos de diez días de las elecciones, los partidos políticos están descargando todo su arsenal ofensivo en una campaña negativa y de desprestigio mutuo. La más abierta y feroz es la desatada entre el Likud y el Frente Sionista. Partidos cabeza de los bloques de derecha e izquierda, que serán los candidatos a formar el próximo gobierno de Israel. Los partidos satélites de ambos bloques, autodenominados de centro o religiosos, luchan entre sí también, para atraer a los votantes indecisos. Es casi seguro que votos “duros” no cruzarán las líneas entre los dos partidos mayores. De la derecha hacia la izquierda o viceversa. Sin embargo, y como resultado de las continuas e incisivas publicaciones acerca de detalles referentes a la vida de despilfarro e incluso de uso y abuso de los atributos presupuestarios en la residencia oficial de la familia Netanyahu, puede que algunos votantes del Likud se ausenten de las urnas. Durante las últimas semanas y como consecuencia de un litigio laboral que ha iniciado el exadministrador de la residencia oficial contra la familia Netanyahu, el Contralor General de la Nación ha abierto una investigación.
El informe ha sido ya presentado ante el Asesor Jurídico del Gobierno y las autoridades policiales. El Asesor Jurídico, ha ordenado posponer la publicación del citado informe hasta después de las elecciones. Hecho que ha sorprendido e indignado a muchos que alegan que si se han cometido anomalías que lindan con lo delictivo, justamente este es el momento para que la opinión pública las conozca. El Likud aplaudió esa resolución acompañada por un suspiro de alivio. Mientras tanto, Baruj Marzel candidato por el partido Yajad (fracción de Shas sumada a expartidarios del rabino Kahana) y Janin Zuabi, diputada por la Lista Árabe, ambos descalificados por una comisión política de la Knéset, fueron aprobados, como era de esperar por la Corte Suprema, y podrán ser candidatos en las próximas elecciones. En esta campaña los partidos se han acusado recíprocamente de todos los males del país y se han descalificado mutuamente.
En un debate abierto entre ocho líderes políticos de los partidos en pugna, difundido por el canal 2 de TV, Liberman acusó a los árabes israelíes (20 por ciento de la población) de ser una quinta columna, de apoyar al terrorismo y desear la destrucción del país. A todos ellos les aconsejó abandonar Israel e irse a vivir a los territorios palestinos. Ese es justamente uno de los lemas de su campaña electoral. El líder de la Lista Unificada árabe y la dirigente del partido de izquierda Méretz lo tildaron de racista y fascista, de ser un peligro para la democracia israelí y de atentar contra los derechos civiles de todos los ciudadanos. Yair Lapid de Yesh Atid, denominó a Arieh Dery “delincuente”, alegando que tendría que tener vedado su regreso a la política. Como se recordará, Dery fue condenado en 1999 a tres años de cárcel, acusado de malversación de fondos, soborno y corrupción siendo ministro de Interior. Cumplió su condena y regresó hace unos años a la actividad política. Benet, representante del partido nacional-religioso, volvió a declarar que luchará por todos los medios para que nunca se cree un estado palestino entre el Mediterráneo y el río Jordán.
Ante la indagación de algunos de sus oponentes, no tuvo respuestas convincentes acerca del estatus jurídico que tendría entonces la población palestina que quede bajo jurisdicción israelí. El debate que comenzó ordenadamente y de acuerdo a las normas prefijadas por su moderadora pasó por momentos a ser un verdadero desquicio en donde todos hablaron y se acusaron a la vez. Todos contra todos. Netanyahu y Hertzog, cada uno por sus razones actuaron acertadamente quizás, al no participar de ese debate. Es posible que lo hagan por separado, cara a cara una semana antes de las elecciones. Hasta entonces, Netanyahu podrá valorar los verdaderos efectos electorales de su visita a Washington y su discurso ante el Congreso de la Unión, en declarado enfrentamiento con el presidente Obama. En realidad, es posible que ese haya sido el tema más candente, trillado y controversial tratado por todos los partidos en esta campaña electoral.
Mucho más que el conflicto con los palestinos y los verdaderos problemas sociales y económicos que aquejan a la mayoría de la población. El viaje de Netanyahu a Washington es interpretado como una burda manipulación electoral, incluso a costa de alterar seriamente las relaciones bilaterales. Y lo que es más, ello se ve como una grosera intromisión foránea en la pugna entre republicanos y demócratas. Hecho insólito que podría alterar el apoyo de la opinión pública hacia Israel y peor aún, provocar una peligrosa división en el seno de la comunidad judía de ese país. La casi totalidad de los partidos políticos, los medios y los expertos en el tema, entendieron los severos mensajes emitidos por la Casa Blanca cuando se llegó a declarar que el viaje desafiante de Netanyahu ponía en serio peligro las relaciones entre ambas administraciones. En su discurso ante la convención anual de AIPAC, el lobby judío en Estados Unidos, un día antes de comparecer ante el Congreso, Netanyahu recurrió nuevamente a despertar los temores de amenaza existencial y el trágico recuerdo de la Shoá. En el Congreso, con la elocuente ausencia del presidente del senado y 57 representantes demócratas, el discurso de Netanyahu fue una vibrante joya de la retórica. Cargado de verdades y de pruebas que inculpan a Irán no solo por su carrera nuclear, sino y en especial, por su apoyo al terror islámico, por promover el desequilibrio político en el Medio Oriente, y por su constante amenaza de atentar contra Israel.
Todos los argumentos expuestos por Netanyahu son veraces y válidos, pero con ellos tendría que haber lidiado con Obama y sus asesores, de manera íntima, discreta y amigable para convencerlos. No recurriendo a un Congreso opositor, de mayoría republicana y por detrás de las espaldas del presidente, sus elocuentes palabras fueron repetidamente ovacionadas de pie, en especial por la bancada republicana. Obama por su parte, declaró fríamente que esas palabras no agregaban nada nuevo, y que solo dañaban gravemente los esfuerzos por llegar a un acuerdo con Irán que le impida desarrollar un arma atómica y que resguarde la seguridad de Israel como primera prioridad. Los comentarios de los más importantes medios de información de Estados Unidos han ido desde una severa crítica a la actuación de Netanyahu a un llamamiento para que Obama explique a la opinión pública los más importantes puntos del acuerdo que se está negociando. El examen de resultados se verá en los próximos días. Netanyahu regresa a Jerusalem por ahora con las ovaciones de los republicanos, pero con las manos vacías.
Con un seguro bagaje de hostilidad de la administración Obama y de los demócratas. Aún está por verse cuál será la actitud de la comunidad judía de la cual al menos el 80 por ciento de la misma apoya al partido demócrata. Obama ya ha anunciado que Israel no recibirá el trato íntimo del que gozaba, compartiendo los detalles de la negociación con Irán. Esperemos que la ira de Obama no vaya más allá y no se traduzca en una dura actitud en cuanto a otros aspectos importantes de la alianza estratégica que existe entre ambos países, tanto en el campo de la seguridad como en el de la esfera internacional. El intento cínico de Netanyahu de influir en los resultados de las elecciones en Israel mediante su discurso en el Congreso, tal como lo interpretan los partidos de oposición y parte de la opinión pública en Israel, no podrá de todas maneras, ocultar los urgentes problemas en la salud pública, la educación, la acuciante crisis de la vivienda y el alto costo de vida que acosan al país. Esos problemas hay que resolverlos en Jerusalem y no desde Washington.
De alto vuelo
Luego de años de discusiones y de idas y venidas, el Ministerio de Defensa con el respaldo del gobierno decidió comprar otros catorce cazabombarderos del tipo F-35 Lightning, de producción estadounidense. El avión de marras, cuya producción comenzó en el 2006, se halla en estos momentos en su quinta y más avanzada versión, dado que desde sus comienzos se habían detectado fallas de operación durante los vuelos de prueba a las que fue expuesto y que han obligado a introducirle mejoras y nuevos aditamentos. El aparato que alcanza una velocidad de 2,200 kilómetros por hora y que puede ser abastecido de combustible en el aire, es capaz de cubrir largas distancias y mantenerse en operación activa durante un largo tiempo.
El avión es invisible para los radares más avanzados debido a su diseño aerodinámico, al tipo de materiales usados en su construcción y al color especial de la pintura que lo cubre. Es considerado a la fecha, el cazabombardero más sofisticado del mundo. Estos próximos catorce aparatos, se sumarán a los 19 ya adquiridos por Israel en 2010, con los que en total, habrá 32 en servicio activo, mientras que un aparato se utilizará para vuelos de prueba. Al mismo tiempo, se anunció que los dos primeros aviones llegarán a Israel en 2017, mientras que el resto lo hará solo hasta el 2021. El precio de cada aparato será de 110 millones de dólares sin contar con el costo de monitores de vuelo y los accesorios y equipos de alta tecnología que instalará en ellos la industria aérea israelí. El costo total de la adquisición sobrepasará los 3.3 mil millones de dólares. La opción de comprar por el momento otros catorce aparatos y no 31 como se planificó en un principio, pospone hasta el año 2017 la decisión final al respecto. Expertos en aeronáutica, políticos y observadores militares especializados han debatido en profundidad y por largo tiempo, las ventajas y desventajas de esta operación. Los que apoyan el proyecto, aducen que estos aparatos constituyen en principio, un contundente elemento disuasivo para enfrentar cualquier amenaza que se geste contra Israel en el futuro.
Colocando a la fuerza aérea israelí a la vanguardia y con una gran ventaja sobre cualquier otra fuerza aérea de la región. En contraposición, sumado al alto costo de la operación la que representa el 20 por ciento del presupuesto total destinado a la defensa, sus detractores alegan que existen otras y mejores alternativas en qué invertir ese dinero. Afirman además, que hasta la fecha de entrega de los aparatos es posible que se desarrollen otros tipos más avanzados, teledirigidos y sin siquiera ser piloteados por humanos. Amén de que en el futuro se podrían producir radares capaces de detectarlos en el espacio. Aunque el avión está concebido para portar armas nucleares, no tiene la capacidad de portar la cantidad de bombas convencionales que sí poseen otros aparatos que ya sirven en la fuerza aérea israelí. Pero quizás el argumento más contundente esgrimido por sus opositores es el de carácter estratégico y geopolítico.
En primer lugar, Israel mantiene relaciones pacíficas y normales con Egipto y Jordania, las que incluyen una íntima cooperación militar, sobre todo y últimamente, ante la amenaza del islamismo radical en la región. Por otro lado, en Irak y Siria, debido a la larga guerra civil que los aqueja y a la expansión del Ejército Islámico que los desgasta por dentro, no cuentan hoy con pilotos adiestrados ni con aviones suficientes en su fuerza aérea. Por otro lado, el F-35, no es naturalmente el arma más indicada para ser usada contra movimientos terroristas, como Hamas o Hezbolá. Así que la única amenaza latente y real podría provenir solo de Irán. Fuentes de inteligencia y distintos medios especializados de reconocido prestigio internacional señalan el hecho de que justamente los conflictos internos en Irak y Siria han creado un vacío de poder que poco a poco, pero con paso firme, lo está llenando Irán. En Siria por ejemplo, la guerra civil en ese país ha ocasionado que altos mandos iraníes estén ocupando los puestos de la oficialidad siria, y que soldados de las Guardias Revolucionarias estén ya luchando en el campo de batalla. Hecho este muy preocupante para Israel, pues la frontera de Irán que se encuentra a más de 1,300 kilómetros de distancia podría estar ahora a solo unos metros. Simplemente al otro lado de la alambrada.
Hablando en plata
La semana anterior, dos noticias de carácter económico sacudieron a los medios de información y a la opinión pública. Karnit Flug, presidenta del Banco Central de Israel, decidió bajar la tasa oficial de interés del 0.25 al 0.10 por ciento. Históricamente esta es la tasa más baja que haya existido en Israel. Esa determinación originó una devaluación inmediata del shekel frente al dólar y al euro, como así también un alza en casi todos los índices del mercado bursátil. La nueva tasa perjudica naturalmente a las importaciones y a los que se aprestan a comprar viviendas, pues los precios subirán. A los que viajen al exterior y a aquellos que mantienen depósitos a plazo fijo en sus carteras financieras. Por otro lado, beneficiará enormemente al total de las exportaciones y al mercado accionario, al turismo externo y a los que tomen préstamos bancarios o hipotecas. La otra noticia explosiva la dio la muy esperada publicación del informe del Contralor de la Nación, respecto a las políticas gubernamentales aplicadas en los últimos ocho años para la solución del agudo problema de la vivienda, los que incluyen dos años del gobierno de Ehud Olmert y los seis últimos de Netanyahu. Sus estimaciones y juicios son realmente devastadores hasta el punto de que podrían influir negativamente en perjuicio de las ambiciones de reelección de Netanyahu.
Hace solo unos meses, fue publicado el estudio sobre la pobreza en Israel. En las dos últimas décadas, se ha ensanchado la brecha económica entre pobres y ricos en porcentajes que podrían poner en peligro el grado de cohesión y solidaridad interna social. Se calcula que hoy viven en Israel 1.8 millones de personas en condición de pobreza relativa. Entre ellos 500 mil niños. Lo que significa, un 22 por ciento de su población. Pobres son consideradas aquellas familias que perciben una entrada mensual que está por debajo del 50 por ciento de la entrada media familiar. De los que no poseen vivienda propia y de aquellos que sus recursos mensuales no les permiten satisfacer las necesidades elementales de vida. Más del 50 por ciento de esas familias se ubican en el sector judío ortodoxo o entre los ciudadanos árabes israelíes. Podría decirse sin lugar a dudas, que la economía israelí presenta ante los estudiosos del tema y de los observadores objetivos una tan variada gama de variantes, que incluso resultan ambivalentes o contradictorios entre sí. Lo que la convierte en una realidad fascinante y muy controversial a la vez. Por ejemplo, el índice de crecimiento anual ha venido declinando paulatinamente en los últimos años, bajando del 5.4 por ciento hace apenas cuatro años para llegar al 2.9 por ciento en el 2014.
Pero desde la crisis económico-financiera que afecta a todo el mundo desde el 2008, Israel ha logrado índices de crecimiento económico muy superiores a los registrados en la mayoría de los países desarrollados de Occidente. La inflación anual se ha mantenido baja, en un promedio del uno por ciento. Ha ido decreciendo la taza de desocupación, la que alcanza actualmente el 5.6 por ciento del total de la población activa. La más baja de entre los países de la OECD que promedia el 9.9 por ciento. El nivel de vida ha aumentado según el índice HDI (Desarrollo Humano Internacional) colocando al país, en el lugar 16 a nivel mundial. Pero los salarios no han aumentado en la misma proporción. Lo que indica que muchas familias hacen uso del crédito bancario o exceden el gasto en sus tarjetas de crédito para poder sobrevivir. Mientras las exportaciones de los últimos años crecieron lentamente hacia sus dos grandes mercados, Estados Unidos y la Comunidad Europea, debido a la recesión registrada en esos mercados, se han abierto otros no menos importantes y atractivos, como son los de China, India y Sur Corea.
Los precios inmobiliarios han subido en más de un 55 por ciento en los últimos seis años dado que con un crecimiento poblacional del dos por ciento anual, el país necesita proveer por lo menos 50 mil nuevas viviendas anuales para satisfacer la demanda. Hoy ya se lleva acumulado un déficit de más de 110 mil unidades en ese rubro. Lo que explica el alza en los precios de las viviendas y la incapacidad para una joven pareja de poder solventar el costo de una hipoteca inmobiliaria. Incluso si ambos cónyuges trabajan. Hacia finales de 2014, el Dr. Adam Reuter de la agencia Perspectiva Financiera, publicó un trabajo de investigación comparativa que resume datos acerca de la economía israelí, en el periodo que va desde 1984 al 2014. El informe que incluye cifras y dictámenes del Fondo Monetario Internacional y la OECD, establece que en el término de treinta años el producto interno bruto de Israel se ha multiplicado por diez creciendo de 30 a 300 mil millones de dólares. De la misma manera, el producto interno per cápita aumentó de 7 mil a 38 mil dólares anuales, colocando al país entre las primeras 20 naciones del mundo en ese concepto. Tanto es así, que el producto interno per cápita de Israel sobrepasa al de Egipto, Jordania, Irak y Líbano juntos. Israel exportaba en 1984 por un valor de 10 mil millones de dólares anuales.
El año pasado, las exportaciones sobrepasaron los 90 mil millones. Las reservas monetarias crecieron de 3 mil millones en 1984, a 90 mil millones de dólares en 2014. A la vez que los gastos en concepto de seguridad se redujeron en ese mismo periodo, del 20 al 7 por ciento del presupuesto nacional. En 1984, el índice inflacionario llegó a tocar el 450 por ciento. En 2014, ese mismo índice fue del uno por ciento. De un déficit presupuestario del 17 por ciento en 1984 se llegó el año pasado al 3.2 por ciento. En el término de esos 30 años su población se duplicó de 4.1 a 8.2 millones de habitantes. Si comparáramos el crecimiento desde su creación, hace 67 años, constataríamos que el Producto Interno Bruto creció entre 1948 y el 2014 en un 2,000 por ciento. De 1.5 mil millones a 300 mil millones de dólares. Pero lamentablemente, como hemos visto, no todos son logros y luces en la economía israelí. El problema de la pobreza relativa, el alto costo de vida y el de la vivienda, así como la amplia brecha entre pobres y ricos agobian al país. Vistos en perspectiva histórica, no hay duda de que los datos macroeconómicos de Israel son realmente sorprendentes, y casi sin parangón en el mundo. Lo que se hace imperativo ahora realmente es que los próximos gobiernos reviertan los datos macroeconómicos de una pujante economía en una realidad más socializada y humana. Pues si el éxito de la economía nacional no conduce al bienestar social de las mayorías, los datos estadísticos macro, por más sobresalientes que sean, solo son eso. Simplemente datos.
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