Estimados invitados, distinguidos miembros de la mesa de honor, todos, buenos días y gracias por venir a la Ceremonia de la Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

Es curioso y raro que este acontecimiento que llamamos Holocausto-Shoá despierta hoy, casi setenta años después tanto interés.

Interés que crece y esto no solamente entre los judíos y no solamente en Europa, sino también en México tan lejos de este suceso.

La palabra Holocausto se acuñó después de la Segunda Guerra Mundial. No existía tal palabra. Se buscó una palabra que describiera todos los asesinatos masivos, el exterminio de millones de personas y todas las atrocidades cometidas durante esta época.

La palabra Holocausto, es una palabra de origen griego, y textualmente significa “sacrificio por medio del fuego”.

No es del todo precisa. Los judíos le dieron posteriormente otro nombre: Shoá; que quiere decir, Destrucción- Aniquilación.

Se habían escrito muchos libros al respecto, se efectuaron conferencias, congresos, se erigieron memoriales, museos y monumentos, pero el tema no se agota. Es probablemente, una parte de la historia más abordada, más estudiada.

Se trata de un suceso o acontecimiento que algunos llaman “fenómeno”, un acontecimiento que no tiene paralelo en la historia.

Porque consideramos que el Holocausto fue un acontecimiento único que no tiene paralelo en la historia, por varias razones:

1- Nunca  antes se intentó exterminar a todo un pueblo -a un pueblo entero- como en este caso al Pueblo Judío.

2- Nunca antes un pueblo, una etnia o un grupo de personas fue perseguido, cazado, encarcelado y exterminado en una extensión como esta vez. Una extensión mayor al antiguo Imperio Romano.

Desde las tierras congeladas de Noruega hasta las islas placenteras de Grecia. Desde el Canal de la Mancha hasta las estepas de Rusia, los judíos fueron cazados, perseguidos, encarcelados y enviados a la muerte.

3- Nunca antes se usaron métodos y técnicas casi industriales para matar a la gente. 

4- Nunca se logró asesinar por estos métodos a una cantidad de personas como esta vez, seis millones, la mitad de los judíos europeos, la otra mitad se ubicaba atrás de los Urales en la Unión Soviética.

 

 La tercera parte de todo el Pueblo Judío.

Hoy casi setenta años después, el Pueblo Judío no logra el número que hubo en el año 1938, antes de la Segunda Guerra Mundial.

Los judíos vivían en Europa desde hace dos mil años. Desde la llegada de las legiones romanas a la cuenca del río Rhin en Germania y en España, en la tierra de Sefarad como dice la Biblia, antes de la llegada del cristianismo.

Pero principalmente a partir de la destrucción del Segundo Templo en Jerusalem, el año 70 de nuestra época, y después del Éxodo propiciado por el Imperio Romano.

Los judíos participaron en el desarrollo del viejo continente en las buenas y en las malas.

Por algo se llama a la cultura y la civilización occidental, a la cual pertenecemos también nosotros los mexicanos, la cultura judeocristiana.

La influencia recíproca entre judaísmo y cristianismo tiene muchas facetas. Los judíos dieron a la cultura occidental el descubrimiento de un solo D-os. No D-os de un pueblo, de una tribu, de una nación sino un D-os único, para todos. Los judíos dieron al mundo occidental los diez mandamientos, base de la ética y moral de Occidente. No matarás, no robarás, respetarás a tu padre y madre para que D-os te dé larga vida.

Los judíos dieron al mundo occidental el séptimo día, el Shabat. El sábado. Un día de reposo a la semana. Una de las primeras leyes sociales que elevó al hombre por encima de la bestia. 

Ordenaron al hombre, en nombre de D-os descansar el séptimo día. Pero no solamente descansar, y no ocuparse de cosas mundanas, sino meditar por qué trabajamos, por qué vivimos, qué sentido tiene nuestro trabajo, nuestra existencia. 

Y se le ordenó para que no trabajara él, pero también sus esclavos, sus siervos, y sus bueyes. 

Vino después el cristianismo y estableció el domingo, vinieron los musulmanes y establecieron el viernes.

Y vinieron después los ingleses, y establecieron la semana inglesa: sábado y domingo.

Y este pueblo que vivió en Europa por milenios fue destruido.

Los judíos ayudaron al desarrollo y progreso del Viejo Continente, igual como los judíos participan en el desarrollo de México.

Pero todo esto cambió con la llegada al poder de Adolfo Hitler.

Su ascenso al poder fue acompañado de terror, asesinatos y violencia. Alemania cambió. La política era dictada por el partido nacionalsocialista nazi. Se dictaron nuevas leyes, se prohibieron los partidos políticos, se disolvieron las organizaciones civiles y entraron en vigor las leyes raciales.

La teoría racial -que se formuló en leyes – suponía la existencia de razas humanas superiores e inferiores. La raza superior era la aria, germánica, destinada a gobernar y las otras razas a servirles o simplemente destinadas al exterminio.

Esta fue la base de la persecución, que desembocó en los asesinatos y exterminio de judíos, gitanos, eslavos, polacos y rusos.

La guerra terminó. Alemania ha cambiado. El país emprendió una campaña de desmasificación.

Hoy en día, Alemania es el mayor defensor de los Derechos Humanos en Europa y en el mundo. En Alemania hubo procesos y juicios contra los criminales de guerra. Alemania de hoy, es el país donde la negación del Holocausto es penada por la ley. Alemania de hoy, es el mejor amigo y aliado de Israel, país de los judíos, país libre e independiente tal como lo dijo el profeta Jeremías. Algunos podrían pensar que el Holocausto se refiere solamente a los judíos, y no es así. Junto con los judíos, fueron exterminados también miembros de otros pueblos, otra gente no judía. Fueron exterminados setenta mil gitanos, un pueblo cristiano- probablemente un pueblo de los primeros que adoptaron la fe cristiana hace dos mil años. Asesinados sus viejos, sus madres, sus hijos.

Fueron asesinados más de doscientos mil enfermos mentales y discapacitados alemanes, entre ellos niños de lento aprendizaje, niños mongólicos y otros que no cumplían con el precepto racial. Fueron asesinados clérigos, religiosos, pastores evangélicos, monjes y monjas católicos, testigos de Jehová, homosexuales, sindicalistas, masones y liberales. Pero el mayor peso, el exterminio lo sufrieron los judíos.  

El día 27 de enero se recuerda el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto. Este día declarado por las Naciones Unidas, se conmemora en todo el mundo y también en México. 

Este día, el 27 de enero no fue escogido al azar. Se escogió porque este día fue liberado el campo de exterminio más grande Auschwitz – Birkenau. Lugar donde fueron exterminados un millón y medio de personas, la mayoría judíos. 

En Auschwitz hubo cuatro cámaras de gas. En la más grande cabían entre 800 y hasta mil personas. A la rampa del tren especialmente construida en las cercanías de las cámaras llegaban varios trenes diarios.

Cada tren con tres y hasta cinco mil personas.

Desde quince hasta veinte mil personas diarias desaparecían de la noche a la mañana. Para tener una idea -un estadio Azteca lleno- cien mil personas en diez días. La capacidad de exterminio era enorme. Bastaban diez a quince minutos.

El mayor tiempo se llevaba en la introducción de las personas a las cámaras de gas y su posterior limpieza. En el techo, un miembro de la SS abría una lata y vaciaba su contenido hacia adentro. Unos granulitos en forma de arroz, que en contacto con el aire emanaban el gas, el ciclón B. En diez o quince minutos todos estaban muertos. Un guardián observaba por la mirilla los movimientos adentro, y cuando terminaban de moverse, se prendían los extractores y se empezaba a limpiar la cámara para las próximas víctimas. 

El problema técnico-industrial, por decirlo de alguna manera, no era solamente matar, el problema consistía en la eliminación de los cadáveres.

Para esto se construyeron los crematorios con sus hornos. Los hornos de los crematorios, trabajaban día y noche. Las llamas flameaban por las chimeneas, y estas se fracturaban por el calor de tanto trabajo seguido. Debían reforzarse con cintas de acero, y cuando los hornos no alcanzaban, se abrían hoyos al cielo abierto donde se quemaban los muertos.  El humo y olor a carne quemada se extendía por todo el campo. Esta era Auschwitz, llamada también la Fábrica de la muerte.

Este era el Holocausto.

El Holocausto, fue  un  suceso sin paralelos,  y sigue llamando la atención, se sigue estudiando  y  encierra muchas preguntas.

Cómo sucedió, cómo pudo suceder, quiénes lo decidieron, quiénes lo ordenaron, quiénes lo ejecutaron, quiénes sabían, qué pensaban los ejecutores, cuánta gente participó y muchas, muchas  preguntas más.

La ideología y régimen nazi fue brutal, cruel y perverso, inhumano y anticristiano. La mejor ilustración de lo anterior, es la exclamación de un gran funcionario y jerarca nazi, quien declaró aquel entonces: “Cuando oigo la palabra D-os, saco la pistola”.

A pesar de todo, la vida sigue.

Creemos que el mundo aprendió. Confiamos que el mundo cambió.  

A partir del Holocausto, se crearon las leyes de los Derechos Humanos. Se establecieron tribunales internacionales de justicia. Se estableció la Corte Internacional de Justicia. Hay mayor conciencia en el mundo. Creemos que la humanidad está mejorando. 

Si no tuviéramos esta creencia que el mundo va hacia su mejoría, no tendría sentido seguir viviendo.

Gracias por venir a este recordatorio. 

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