El mes pasado, recordamos la muerte de Irena Sendler llamada posteriormente El

Ángel del Ghetto de Varsovia.

Durante la Segunda Guerra Mundial, obtuvo el permiso para el trabajo en el Ghetto de Varsovia como plomera y soldadora. En el fondo de su maleta de herramientas sacaba a los niños judíos del Ghetto. En la parte trasera de su coche de carga, sacaba a los niños más grandes. Adiestró un perro para que ladrara cuando pasaba por la puerta del Ghetto. Esto molestaba a los soldados que la dejaban pasar y el ladrido también cubría las voces que ocasionalmente podían emitir los niños. Irena logró sacar del Ghetto hasta 2,500 niños. Finalmente, el 20 de octubre de 1943 fue descubierta por los nazis, llevada a la famosa prisión de Pawiak donde fue brutalmente torturada, golpeada, le rompieron las piernas, pero se negó a traicionar a sus colaboradores y a los niños ocultos. Irena guardó los apuntes sobre los niños salvados en dos frascos de vidrio enterrados bajo un árbol del jardín de la vecina, para asegurarse que llegarían a manos indicadas en el caso de que ella muriera. Después de la guerra, ella misma entregó las notas al Doctor Adolfo Berman el primer presidente del Comité de Salvamento de los judíos sobrevivientes. Se intentó encontrar a sus padres, pero lamentablemente la mayoría terminaron en las cámaras de gas. En un principio, los niños fueron ubicados en diferentes orfanatos y poco a poco enviados a Palestina.

Los niños conocían a Irena solamente con el nombre clave de Yolanta. Pero más tarde, cuando su foto salió en un periódico, un hombre la llamó y dijo: “Recuerdo su cara, usted me sacó del Ghetto”. Entre los miles de niños y bebés sacados del Ghetto se recuerda también el caso de Elzbieta Ficowska. Ella tenía cinco meses cuando la sacaron en una caja de madera con agujeros, en un cargamento de ladrillos en un carruaje jalado por un caballo en julio de 1942. La madre de Elzbieta escondió entre la ropa de la niña, una cuchara de plata que llevaba grabado su apodo Elzunia y la fecha de su nacimiento, 5 de enero de 1942. Elzbieta fue criada por una ayudante de Irena, Stanislawa Bussoldowa, una católica polaca. Ficowska la llamó más tarde “su madre polaca” para distinguirla de su “madre judía”. Publicada después su historia, la joven salvada fue conocida con el apodo de “la niña de la cuchara de plata”. 

Casi al final de su vida, Irena logró su reconocimiento. El Yad Vashem en Jerusalem, otorgó a Irena Sendler en el año de 1965 el título Justo Entre las Naciones. Fue nombrada ciudadana de honor de Israel. Obtuvo la más alta condecoración de Polonia: El Orden de la Águila Blanca. En el año 2007, fue nominada por el gobierno polaco al Premio Nobel de la Paz. La candidatura fue apoyada por el presidente de Polonia, Lech Kaczynnski, y por el primer ministro de Israel, Ehud Olmer, por las autoridades del campo de exterminio Auschwitz y por la Organización de los sobrevivientes del Holocausto. El premio lo recibió Al Gore. 

Irena Sendler fue una de las últimas heroínas vivas de su generación, que demostró una fuerza, convicción y valor extraordinario. Falleció en Varsovia el 12 de mayo de 2008, a los noventa y ocho años de edad. 

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