Cada paciente y cada cadáver traen con él
equipaje que generalmente consiste de parientes y cosas que buscan sacar de dicho paciente. En el caso de Paco Mariani, un paciente al que nunca le vemos la cara ni lo oímos hablar, vienen sus dos hermanos Alberto (Shlomo Rahamim) y Luis (Eduardo Sitt), que al llegar al hospital para ver a su hermano que lo acaba de atropellar un camión, se enteran que tenía una esposa llamada Josefina (Stephanie Katri) y con la llegada del Comisario Sánchez (Moisés Cohen) se enteran que Paco robó un banco y escondió el dinero. Ahora los dos hermanos y esta ‘esposa’ misteriosa buscarán la manera de recuperar y quedarse con lo que robó el atropellado que ya podría estar muerto. Lo que no se dan cuenta es que posiblemente hay otras personas involucradas, posiblemente el muy arrogante Doctor Desgracia (Daniel Jalak), aunque él dirá que se apellida ‘García’ y la norteña Enfermera Felicidad (Denisse Cattan). Los estudiantes del Maguén David aquí son dirigidos por Juan David Amador.
Lo que vi en escena
Una puesta colorida y atractiva que aprovecha de una situación absurda para sacarle risas al público, con recursos que incluyen una Sombra (David Halabe) que sale con pedazos de cartón que le dirigen la mirada a algún detalle específico. La puesta incluye una secuencia de créditos que presentan el mundo de esta historia que nos recuerda que, sin importar lo serios que pueden ser los asuntos, uno es invitado a reírse de lo que encuentra. La imagen de Paco en la camilla podría ser más llamativa y el ritmo falla en algunos instantes (y el hecho que dos personajes no muestran la suficiente intimidad para darle impacto necesario a un giro), pero se nota el esfuerzo de los que se encuentran en escena.