En el artículo pasado se describió el por qué el filósofo Baruj Spinoza de ascendencia criptojudía pudo haber sido excomulgado de la comunidad judía de Amsterdam.

En el artículo pasado se describió el por qué el filósofo Baruj Spinoza de ascendencia criptojudía pudo haber sido excomulgado de la comunidad judía de Amsterdam. En el presente capítulo se verá el ambiente socioeconómico de Amsterdam que probablemente influyó en su apertura a un pensamiento de corte laico, aunque no rompió del todo con algunos principios religiosos de la antigüedad.

Cuando los Spinoza de origen portugués inmigraron a Amsterdam, los Países Bajos habían logrado su independencia de España, bajo Guillermo de Orange. Esto coincidió con su crecimiento económico, debido a que Holanda se vinculó al comercio internacional, especialmente con América que ya había sido descubierta por las monarquías española y portuguesa. Se puede decir que Holanda fue la precursora de la ‘revolución industriosa’ y del ‘mercator sapiens’ u ‘hombre comercial’ que influyó, tanto en la comunidad judía holandesa tradicional como en la inmigrante criptojudía, que provenía de Portugal y España. La mayoría de los judíos que residían allí se dedicaban a esta actividad. De hecho, Holanda fue el primer lugar que contó con una bolsa bursátil.

Los Países Bajos empezaron a ser considerados el paradigma de las libertades, de la difusión de las ideas en papel y tinta (ya que existían 400 imprentas), de una economía abierta y de una sociedad comercial a escala internacional. Todo esto abrió el paso para la aceptación de otras creencias religiosas. Aunque predominaba el calvinismo, consecuencia de las luchas por las Reformas Religiosas después de 1520, no había una religión dominante; ello provocó que incluso se abriera el debate sobre la tolerancia religiosa.

Este ambiente de prosperidad económica y libertad religiosa de la región que rompía con los esquemas medievales influyó en el pensamiento de Spinoza. En cuanto a su formación filosófica, este estudió a Maimónides y lo criticó en su idea de que la fe y la filosofía son dos caminos para llegar a la verdad y que ambas dimensiones no estaban separadas. Spinoza es el primero en separarlas y en considerar que hay una verdad filosófica y una verdad de fe. De esta manera, distinguió la esfera teológica (o de fe) de la filosofía. Para él, la verdad de la fe proviene de la obediencia y esta última, se debe al temor. El mayor temor del hombre es la muerte y las religiones organizadas (judaísmo, cristianismo e islam) tratan de dar un paliativo a través de la trascendencia y la obediencia a D-os. Por ello, la construcción de las leyes y verdades de la fe se basa en la obediencia y el temor.

En cambio, la filosofía opera bajo la razón y un método. La filosofía puede llegar a la sabiduría a través del intelecto y la búsqueda de la verdad. Teóricamente, para Spinoza, esta búsqueda de la verdad inmanente racional permite, eventualmente al hombre, liberarse del temor a la muerte y, por tanto, la obediencia dentro de la dimensión de la ética requiere regirse bajo otros parámetros, no necesariamente religiosos. Por ende, las leyes de ambas áreas del conocimiento tienen distintas intenciones. En el caso de la verdad filosófica se requiere libertad para pensar.

Según estas ideas, para Jonathán Israel, Spinoza aportó al pensamiento racional de corte político cierto laicismo y secularización. Apoyados en este autor, Spinoza construyó el racionalismo más radical de la historia de la filosofía, y llegó a las ideas de un republicanismo democrático mediante la sentencia: “Un pueblo libre es conducido más por la esperanza. Un pueblo sumiso trata de escaparse del temor de la muerte” donde Spinoza consideraba que la libertad del hombre se conseguía por medio de la razón del hombre para conocer y saber. Por consiguiente, para alcanzar la libertad o la salvación y perderle el temor a la muerte, todo el mundo tendría que pensar filosóficamente.

Sin embargo, Spinoza no rompió del todo con la esencia sagrada de D-os, pero le dio un giro de 180 grados. Para él la Trascendencia de D-os estaba integrada a la Naturaleza. A Spinoza se le reconoce cierto panteísmo en su valoración de la naturaleza cuando afirmó “D-os es la causa de todas las cosas, las cuales forman parte de Él”. Para Spinoza, D-os es omnipresente, omnipotente, perfecto e infinito. Sin embargo, pone en duda su trascendencia sobrenatural. Como no se le pueden poner límites a D-os, porque ello, lo convertiría en finito: “no hay nada que no forme parte de D-os”. No se puede concebir que D-os exista por un lado y el universo y el mundo, por otro, como dos realidades inconexas, ya que ello implicaría ponerle límites a D-os, por lo que concluye que D-os está presente en la totalidad de lo creado.

Obviamente, estas propuestas para esa época resquebrajaban las teologías de corte medieval, tanto de la religión judía como católica, puesto que impulsaban al hombre a desvincularse del dominio de las instituciones y autoridades religiosas que las sustentaban. Ello explica el Jerem que fue impuesto a este filósofo, que cuestionaba los principios religiosos antiguos y medievales, pero aportaba nuevos presupuestos para el pensamiento filosófico que le permitieron transitar a la modernidad.

Si para Spinoza la trascendencia de D-os y su capacidad hacia lo sobrenatural eran cuestionadas faltaría saber cómo interpretaba la profecía bíblica y las mitzvot o preceptos judíos, lo que se expondrá en el próximo capítulo.

1) Parte de estos sucesos históricos están fundamentados en apuntes del Dr. David Rimoch.

2) Jonathán Israel, La Ilustración Radical, 2001.

3) Brian Magee, Historia de la Filosofía, Op. cit., pp. 91 y 92. Esta omnipresencia y omnipotencia no significa que D-os se comunica con el hombre de forma milagrosa, sobrenatural.

 

//Diana Kuba

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