Algo voy a decir, estoy seguro que sonará algo atrevido, pero como estoy

seguro de eso, no temo decirlo, nosotros hacemos magia.

Soy consciente del trabajo arduo y la pasión que mueve a este movimiento. No me cabe duda que formamos judíos de bien sábado con sábado, nuestros janijim logran conocer un entorno que a simple vista puede ser común y corriente, pero que, en realidad, es un espacio sobrenatural donde ser tú mismo, no requiere de mayores esfuerzos.

Pretendemos hacer cosas extraordinarias, salir de la caja, retarnos a nosotros mismos, hacer más de lo que está en nuestras posibilidades, cambiar vidas.
Sostengo la idea de que es imposible ver hacia el futuro si no conocemos nuestra historia, nuestras raíces y cimientos, nuestras bases más esenciales y los ideales que han construido poco a poco el Macabi que tenemos hoy.

Hubo gente que soñó lo improbable e hizo lo increíble, a miles de kilómetros de distancia. Sin embargo, la fuerza de esta ideología sigue en pie, debido al amor con el que la transmitimos generación a generación.

En 1895 se creó el primer Club Macabi, en Estambul Turquía, con el objetivo de juntar deportistas judíos que eran excluidos de distintos clubes, definitivamente, estas personas demostraron que la unión hace la fuerza, tanto así que en 1903 se crea la organización judía gimnasta que posteriormente cambia de nombre a Unión Mundial Macabi, una de las instituciones judías globales más grandes del mundo, cuyo centro se encuentra en el Estado de Israel.

En el año 1929 el gran pensador Sionista y mano derecha de Herzl, Max Nordau, funda Macabi Hatzair en el Congreso Sionista que se llevó a cabo en Carlo Di Bari, Checoslovaquia, es decir, el Movimiento Juvenil como lo conocemos hoy en día.

Me siento sumamente orgulloso de formar parte de Macabi, yo solo soy un pequeño tabique en un gran edificio que sigue en construcción.

¡Sigamos construyendo esta gran historia!

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