El hombre a través del tiempo se ha hecho preguntas tales como: ¿por qué existo? ¿Cuál es la razón de mi existencia? El hombre de todos los tiempos siempre ha sentido una angustia existencial. ¿Vivir?: ¿Cómo? ¿Qué me pide la vida? ¿Qué le puedo dar a la vida?

El hombre obsesionado por el éxito en la esfera material tiende a perder la brújula que lo orienta al sentido. El hombre en este modo busca tener, atesorar bienes, mostrar sus bienes como medio para que el otro lo reconozca como exitoso, alimentando así su narcisismo y su ilusión de ser a través del tener.

Aparentar algo que no soy, buscando como ideal ser eso que aparento, dando origen a un self falso, uno que está ávido de la mirada del otro que, por un momento, permite integrar las partes fragmentadas de la personalidad.

Actualmente lo vemos en las redes sociales como Facebook, donde las personas se autofotografían, con el propósito de que sus contactos los vean. Una de las consecuencias de esta autoexposición deliberada es la gran cantidad de individuos que recurren a la cirugía estética pretendiendo el ideal estético de sí mismos. Ideal por cierto inalcanzable; digamos que a pesar de cirugías recurrentes, la insatisfacción prevalece.

Esta búsqueda de perfección es a la vez de una cierta uniformidad respecto a un modelo reconocido. Vemos, por ejemplo, programas televisivos, digamos noticieros, en los que las personas que trabajan allí tienen por lo general el mismo tipo de peinado, vestimenta, maquillaje. La no diferenciación es una constante, de manera que cuando alguien se presenta como diferente suscita un rechazo a causa de ser ajeno, convirtiéndose casi en ominoso.

El hombre deja de ejercer su capacidad de ser creativo, de dar curso a otros intereses; cayendo así en un vacío existencial, el cual pretende llenar intercambiando el modo del ser por el de tener. Acepta someterse y autoexplotándose a fin de cumplir con los requisitos que la sociedad le señala como indispensables para ser aceptado y reconocido.

Así, el hombre va a caer dentro de un doble proceso, primero de simulación, en el que busca aparentar ser lo que no es, o tener lo que no posee; y también de disimulación, en donde pretende no tener o no ser lo que tiene o no es. Todo ello con el objetivo de conservar la mirada del otro.

Es por ello que Byung-Chul Han sostiene: “frente al enemigo exterior se pueden buscar anticuerpos, pero no cabe el uso de anticuerpos contra nosotros mismos”1.

Con estas palabras Byung-Chul Han hace referencia a que el hombre moderno termina exigiéndose cada vez más a sí mismo, provocándose enfermedades tales como depresión, anorexia, cáncer, fatiga crónica, fibromalgía y otros padecimientos de tipo psicosomático.

El origen de estos males puede encontrarse en el hecho de que el hombre que solo se ve a sí mismo no puede amar a otro y ante esta deficiencia sucumbe. El amor entonces se eleva a la categoría de curación del hombre ya que puede salvarlo. Entender el amor como entrega consciente a otro, ver en este otro lo que es y lo que puede llegar a ser; esto implica amar desde lo auténtico del self.

La falta de relación con el otro desvitaliza al ser: sabemos de más de un millón de personas que ponen fin a sus vidas cada año. La falta de amor y la soledad generan desesperación, y con ello, también el cansancio y el hartazgo.

Por el psicoanálisis sabemos que la relación más primaria del ser es con la madre. El bebé busca su mirada y su amor, que son los ingredientes indispensables para integrar su ser. Cuando esto no se da, las consecuencias son muy graves para el bebé. Si la madre no le puede dar el sostenimiento emocional adecuado, y no es capaz de comprender lo que su hijo requiere, la criatura llega a sufrir un daño enorme en su psique.

La falta de relación con el otro viene a producir un estado de crisis, la sociedad intenta suplir esta carencia a través de nueva y más avanzada tecnología de presencia de un otro virtual. Adicionalmente, el hombre se consume en la lucha contra una cada vez más voraz competencia, so pena de engrosar las filas del desempleo. A sus intentos de reafirmar su individualidad, se enfrenta con despidos injustificados o a ser devorado por las grandes corporaciones que buscan someterlo a sus propios intereses. El poder viene a ser más importante que cualquier valor individual, y las corporaciones suelen deshacerse del hombre que les estorba o que manifiesta una manera de pensar que las contraviene. El hombre es cosificado conforme a la idea “hoy me sirves: te utilizo, si no: te desecho”.

Las grandes potencias mundiales hacen valer ante todo el valor de la preponderancia económica de sus grandes consorcios, tal como Naomi Klein lo denuncia en su libro La doctrina del shock. El régimen neoliberal, que va extendiéndose en todo el orbe, está llevando a los pueblos a la desigualdad, con una mayoría de la población sumergida en la pobreza a favor de una minoría opulenta. Esgrimiendo argumentos falaces, los gobiernos impulsan reformas que supuestamente ayudarán a salir del caos, cuando en realidad el caos está en la privatización de la riqueza de los pueblos tales como la minería, el petróleo, la educación, la salud, las telecomunicaciones, los recursos hídricos, entre otros. De esa manera, los pueblos pierden su independencia y se ven sometidos a los intereses de los grandes monopolios que cada vez extienden más su poder.2

Los valores tradicionales se olvidan y dejan su lugar a una crisis de confianza y un estado de depresión por falta de equilibrio entre lo emocional, laboral, y familiar. Aparece la apatía en cuanto a las relaciones humanas se refiere, las parejas ya sean heterosexuales u homosexuales conviven también de manera utilitaria, considerando al dinero como el gran Otro, buscando la abundancia, el placer, amarse a sí mismo, consumir lo útil, pero también lo inútil, gran atención a las necesidades propias olvidándose del otro. El egoísmo se impone como un estilo de vida. La necesidad de exhibir cuerpos bellos para ser admirados, digamos, el culto al narcisismo, perdiendo la capacidad de ser expresivo y auténtico revelándose así un profundo dolor.

Por otro lado, frente a la posibilidad que tiene el individuo de ser esto o aquello, o lo que es lo mismo, de ser cualquier cosa en vez de sí mismo, probablemente Kierkegaard alude a la estrategia que consiste en adoptar un tipo de comportamiento convencional ante una situación determinada. Esta táctica, si bien permite obtener las ventajas derivadas de la aceptación social, ya sea a través de lograr una mayor popularidad al externar opiniones que se estima serán bien recibidas, o simplemente obteniendo protección al cobijarse bajo el consenso de la mayoría; también es verdad que de esta manera se ponen en práctica modos de comportamiento ajenos a la propia naturaleza los cuales ocasionan que esta sea, en última instancia, la que sufra las consecuencias de una personalidad fragmentada, como Kierkegaard lo advierte:

El hombre siempre ha tenido la necesidad de vivir de acuerdo a ciertos valores, los cuales van cambiando de época a época pero lo que no cambia es la necesidad de la psique de ser para sí, pero también para los demás de poder ver y estar con el otro, de vivir en sociedad, de valorar las elecciones que hace el hombre, las cuales no pueden ser juzgadas ni buenas ni malas, ya que incluso en los últimos momentos de la vida de la persona quedará tal vez la duda de sí lo que eligió fue lo mejor o no. Lo que realmente podría importar es que la elección se haga de manera responsable y libre, pensada y reflexionada con la capacidad que el pensamiento nos da.

1 Francesc Arroyo. Aviso de derrumbe. Revista Cultura y educación. No. 43.
2 Naomi klein, La doctrina del shock. Ediciones Culturales Paidos, México, 2014.2

Share.

Leave A Reply

Exit mobile version