Janucá es la historia de un tiempo de desesperación en el que el judaísmo estuvo expuesto al odio y al orgullo
del ocupante griego. La historia de un tiempo de heroísmo donde un grupo de hombres no muy numeroso afrontó, bajo la dirección de los hasmoneos, los poderosos ejércitos del imperio de los herederos de Alejandro Magno.
Lo que resalta de esta festividad es el milagro, a la vez prodigioso y modesto, de las luces del candelabro de siete brazos del Templo de Jerusalem (la menorá), las cuales permanecieron encendidas durante ocho días a pesar del escaso aceite sagrado del que se disponía.
De manera simple
Si uno se pregunta sobre el sentido de Janucá, el Talmud relata los hechos que dieron nacimiento a esta fecha de manera simple y concisa:
“Los griegos impurificaron todo el aceite que se encontraba en el Templo.” Derrotados y obligados a evacuar Jerusalem, antes de marcharse los griegos impurificaron el aceite, aparentemente para impedir que los judíos volvieran a encender el candelabro de siete brazos, símbolo de su fe.
Sin embargo, resulta extraño que al vencido ejército griego, si lo que en realidad se proponía era que no se encendiese el candelabro, se le haya ocurrido contaminar el aceite en vez de destruir el candelabro mismo.
Visión
Todo esto nos lleva a suponer que en ese momento se oponían la visión de la cultura griega, caracterizada por un politeísmo idólatra y un materialismo racionalista, y la visión del judaísmo, caracterizada por un monoteísmo universal y una ética de hondo contenido espiritual.
Los griegos prohibieron la práctica de ciertos mandamientos que a su modo de ver eran irracionales y creaban un vínculo con el D-os de Israel, tales como la circuncisión y el Shabat (el respeto al séptimo día de la Creación). Pero autorizaron aquellos que parecían tener un fundamento lógico, como el respeto a los padres y la prohibición del robo.
Aceite impuro
Los griegos deseaban que el candelabro fuese encendido, pero que los judíos se hubiesen visto obligados a hacerlo con aceite impuro. El objetivo era que el candelabro proyectara una luz extraña.
Transformar
Ellos no querían destruir a los judíos, ni a ninguno de los pueblos conquistados, sino transformarlos. Por tanto, al impurificar el aceite, los griegos no actuaron con la intención de destruir el mensaje, sino con la intención de adulterarlo, y de esta manera hacerlo permeable al proceso de helenización. Sin embargo, los hasmoneos supieron reconocer el peligro y enfrentarlo, y entonces el milagro de la luz se produjo.
Ocho días
Este plan habría tenido éxito si D-os no hubiera permitido que una pequeña jarra de aceite puro fuera encontrada, y que esa cantidad de aceite durase ocho días, el tiempo requerido para preparar nuevo aceite.
La vida del pueblo judío
El milagro, más que la victoria de las armas, aseguró la continuidad de la vida del pueblo judío, y como lo afirma el Talmud: “Las luces del candelabro ya nunca desaparecerán”, ni siquiera con la destrucción del Templo y la pérdida de la menorá, ya que el Todopoderoso dispuso que los judíos habrán de celebrar Janucá hasta el final de los tiempos.
Fuente: www.eluniversal.com