El ataque terrorista a la Revista Charlie Hebdo removió fuertemente la conciencia en el mundo, tanto a dirigentes de varios países como a sus ciudadanos, cuando no ha sido el único suceso en Francia. Los viejos negocios hebreos permanecen –librerías, restaurantes, panaderías, tiendas de comida–, así como las huellas, en forma de placas conmemorativas, de un pasado marcado por la tragedia. Pero las amenazas forman parte también del presente. El asesinato de cuatro judíos durante la toma de rehenes en un supermercado Kosher de París, se une a los episodios de violencia contra una comunidad que se empieza a preguntar si tiene sitio en Francia.

Tanto el presidente de la República, François Hollande, como el primer ministro, Manuel Valls, se han reunido con representantes de la comunidad judía francesa y han querido dejarles patente que no escatimarán esfuerzos para garantizar su seguridad. “El presidente nos ha dejado claro que todas las escuelas, todas las sinagogas estarían protegidas, si es necesario por el Ejército y por la policía”, declaró este domingo el presidente del Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia (CRIF), Roger Cukierman, al término de una entrevista con Hollande. Tras visitar el escenario de la matanza de Vincennes, Valls señaló por su parte el sábado: “Los judíos de Francia, desde hace años, tienen miedo. Pero Francia, sin los judíos de Francia, ya no será Francia”.

Ya por la tarde y tras la gran marcha contra el terrorismo, Hollande y Valls acompañaron al Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, durante la ceremonia celebrada en la Gran Sinagoga de la capital francesa. Netanyahu ha encargado la formación de una comisión ministerial para facilitar la emigración de judíos franceses a Israel. Este movimiento se produce cuando los ataques contra los judíos se han acelerado en Francia los últimos años. El asalto del supermercado por parte de Amedy Coulibaly, cómplice de los autores de la matanza de Charlie Hebdo, los hermanos Kouachi, no fue una casualidad, sino un acto deliberadamente antisemita, como lo fue el asesinato de tres niños y una profesora en una escuela judía de Toulouse por parte del yihadista Mohamed Merah en 2012. Según la ONG Servicio de Protección de la Comunidad Judía (SPCJ), en datos recogidos por la agencia France Presse, durante los siete primeros meses de 2014 se produjo un aumento con respecto al año anterior del 91 por ciento de los actos antisemitas en este país. Francia alberga la mayor comunidad judía de Europa y la tercera del mundo con aproximadamente 600,000 miembros. Cuenta con 500 sinagogas.

El ambiente el sábado ante el lugar donde se produjo el asesinato de los rehenes era de tristeza, duelo, rabia, pero también de tensión. Muchos ciudadanos de todos los credos, incluido el ateísmo, se acercaron para dejar flores y mostrar su respeto. Pero también había muchos miembros de la Comunidad Judía, que expresaban en voz alta, muchas veces en acaloradas discusiones, su temor y su sentimiento de que son víctimas de una campaña de odio organizado y creciente.

La rue de Rosiers recuerda en sus placas que muchos judíos fueron deportados a los campos de exterminio nazis durante la II Guerra Mundial por el Gobierno de Vichy. Como ha relatado en sus grandes novelas el premio Nobel de Literatura 2014, Patrick Modiano, fueron franceses y no alemanes, los que realizaron la Shoá (Holocausto) en Francia, un país donde el antisemitismo tiene raíces profundas –no hay que olvidar tampoco que J’accuse, de Émile Zola, uno de los monumentos del periodismo universal, se escribió en 1898 en defensa del coronel Dreyfus, condenado por traición por ser judío aunque era inocente–.

Sin embargo, la comunidad vivió un renacimiento en la segunda mitad del siglo XX y ahora hay más judíos que antes de la II Guerra Mundial, durante la que fueron asesinados 72,000 de una comunidad de 300,000. La explicación es que muchas comunidades de las antiguas colonias encontraron refugio en Francia. Otra placa en la misma calle recuerda también que la violencia nunca se detuvo: el 9 de agosto de 1982, un comando de nueve hombres entró a tiros en el restaurante Jo Goldenberg y lanzó varias granadas en su interior, matando a seis personas e hiriendo a 22. Es el peor atentado antisemita en Francia desde la liberación.

En cuanto al asunto del periodismo o a la libre expresión, desde finales de 2005, las caricaturas de temática religiosa se han convertido en el centro de una importante controversia política, luego de que algunos dibujos fueron impresos por el periódico de derecha danés Jyllands-Posten.

El periódico sostuvo que los dibujos fueron un ejercicio de libertad de expresión, al igual que el gobierno de Dinamarca, que declinó dar una disculpa, estimulando la molestia de los musulmanes de ese país.

El miércoles 7 de enero pasado, Patrick Pelloux, escritor y colaborador de Charlie Hebdo llegó a la sede del semanario poco después de que dos hombres armados ingresaran a las oficinas a las 11:20 horas y abrieran fuego, relato que compartió con la BBC de Londres, dijo textualmente que “cuando atacaron, después de que 17 personas fueron asesinadas, no solo atacaron Francia o el periódico, sino a toda Europa, a cada democracia. Con este ataque increíble contra los dibujantes y periodistas, todos los medios de las democracias han sido golpeados”. Continuó en la entrevista, mencionando: “No tenemos nada contra los musulmanes, y los terroristas no hablan en nombre del Corán. Perderíamos si usáramos el lenguaje del odio, pero lo que hacemos es reírnos, en el papel, de lo que dice una religión, como lo hacemos también con otras religiones. Ser irrespetuoso o irreverente, como lo somos con otros, simplemente significa que estamos vivos y que hacemos un trabajo cultural”.

Las víctimas del ataque
Georges Wolinski fue un periodista y humorista gráfico francés. Durante sus actividades profesionales, colaboró con la revista Hara-Kiri (versiones semanal y mensual), así como con las publicaciones periódicas Action, Paris-Presse, Charlie Hebdo, L’Humanité, Le Nouvel Observateur, y Paris Match. Fue redactor en jefe de Charlie Mensuel, y presidente del premio al dibujo gráfico de Point.

Charbonnier Stéphane ‘Charb’. Charb trabajó para numerosos diarios como Charlie Hebdo, del cual fue director desde mayo de 2009 tras la marcha de Philippe Val, L’Écho des savanes, Télérama, Fluide glacial y L’Humanité. Sus dibujos se caracterizan por su estilo corrosivo e irreverente. Maurice et Patapon, el perro y el gato anticapitalista o el policía Marcel Keuf son buena muestra de ello. En la revista Fluide Glacial firmaba una sección llamada La fatwa de l’Ayatollah Charb. Entre 2007 y 2008 participó en el programa televisivo de M6 T’empêches tout le monde de dormir (No dejas a nadie dormir). Era conocido por su apoyo al Partido Comunista francés, respaldándolo expresamente tanto en las elecciones europeas de 2009 como en las elecciones regionales francesas de 2010.

Jean Cabut, ‘Cabu’, de nombre real Jean Cabut, fue un dibujante de cómics y caricaturas francés. Fue asesinado junto a otras víctimas en un atentado contra la sede del semanario satírico Charlie Hebdo.
Philippe Honoré, dibujó la caricatura que muestra al líder del Estado Islámico Abu Bakr al-Baghdadi.

Elsa Cayat fue la única mujer que murió en el ataque. Era una columnista de 54 años, psiquiatra y psicoanalista, según medios franceses. La AFP agrega que estaba al frente desde hace dos años de una sección en la revista, Charlie Divan.

Michel Renaud, era presidente y fundador del festival Rendez-vous Carnet de Voyage. Se encontraba en la publicación con otro miembro de la organización, Gérard Gaillard, que logró escapar del tiroteo tirándose a tierra. Este último ha salido indemne, pero se encuentra conmocionado. Los dos hombres visitaban la redacción para entrevistarse con Cabu, dibujante del semanario, que había sido invitado de honor del festival.

Bernard Maris, apodado ‘Tío Bernard’, de 68 años, economista de formación, era editor jefe, periodista y cronista de Charlie Hebdo y de France Inter.

Bernard Verlhac,’Tignous’, de 57 años, era un pilar de Charlie Hebdo y de ‘Fluido Glacial’.

Moustapha Ourrad era corrector en la publicación.

Fréderic Boisseau, de 42 años, era un empleado de mantenimiento de Sodexo. Fue abatido por los asaltantes en el momento de su llegada.

Franck Brinsolaro, de 49 años, era policía que estaba encargado de la vigilancia de ‘Charb’, el director de la publicación.

Ahmed Merabet, de 42 años, fue el agente que se encontraba en la ruta de los asaltantes durante su huida. Le dispararon un tiro en la pierna y luego, en el suelo, le remataron. Desgraciadamente, la imagen de su asesinato a sangre fría ha dado la vuelta al mundo.

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