Para los sobrevivientes, volver a la vida como era antes del Holocausto era imposible. En buena parte de Europa ya no había comunidades judías. Además, volver al hogar era peligroso. Después de la guerra, en varias ciudades de Polonia hubo disturbios antisemitas. Los viejos mitos antisemitas, como los asesinatos rituales de cristianos de parte de los judíos, volvieron a surgir.

Muchos sobrevivientes terminaron en campos de refugiados instalados en Europa occidental, que estaba bajo ocupación militar de los aliados, en los lugares donde antes había habido campos de concentración. Allí esperaron a ser admitidos en lugares como Estados Unidos, Sudáfrica o Palestina. El gobierno británico, que controlaba Palestina, rechazó la entrada de grandes cantidades de judíos.

Muchos judíos trataban de entrar a Palestina sin los papeles legales y, cuando eran atrapados, eran llevados a campos en la isla de Chipre, mientras que otros eran deportados de nuevo a Alemania.

Finalmente, las Naciones Unidas votaron por la división de Palestina en un estado árabe y uno judío. A comienzos de 1948, los británicos comenzaron a retirarse de Palestina. El 14 de mayo de 1948, una de las voces más prominentes en favor de la patria judía, David Ben Gurión, anunció la formación del Estado de Israel. Después de esto, los barcos de refugiados judíos desembarcaron libremente en los puertos marítimos de la nueva nación. 

Aunque muchos sobrevivientes judíos pudieron construir nuevas vidas en sus países adoptivos, muchas víctimas no judías de las políticas nazis continuaron siendo perseguidas en Alemania. Las leyes que discriminaban a los romaníes (gitanos) continuaron en vigencia hasta 1970 en algunas partes del país. La ley usada en la Alemania nazi para encarcelar a los homosexuales se mantuvo vigente hasta 1969.

El coraje de ayudar

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