Cuando nuestros pequeños hacen algún berrinche, solemos tratar de conservar la calma. Sin embargo, cuando los berrinches continúan solemos perder la paciencia, y comenzamos a amenazarlos o incluso a regañarlos.
Los berrinches son un comportamiento muy común en los primeros años de nuestros pequeños. Por esto, es importante fortalecer positivamente la relación con ellos. Pero ¿esto qué tiene que ver con los berrinches?
Cuando tenemos una relación muy cercana a nuestros pequeños, tenemos la posibilidad de guiarles y fortalecer nuestros lazos con ellos. Existen muchas conductas que, en nuestra interacción como humanos, favorecen el fortalecimiento de estos lazos. Tal es el caso de sonreír, acariciar, acercarnos físicamente a los otros, asentir, abrazar, estrechar la mano, entre muchas otras. Cuando estas conductas las realizamos con otras personas, ellas suelen percibir mayor atención y aprecio por parte de nosotros y, por ende, cuando modificamos esas conductas a un comportamiento como ignorar, modificar el tono de voz, expresar seriedad o algo tan simple como dejar de tener alguna expresión en el rostro, las personas pueden sentirse diferentes o incómodas, como si hubieran realizado algo distinto para dejar de tener esa apreciación antes demostrada.
Algo similar sucede con nuestros pequeños: cuando les demostramos mucho amor, cariño y atención y posteriormente cambiamos nuestras expresiones faciales, seguramente identificarán que hemos cambiado de postura y lo que están haciendo en ese momento no es lo más adecuado.
De ahí surge la importancia de fortalecer nuestras relaciones con ellos, y qué mejor manera de hacerlo que jugando. Así, cuando comienza un berrinche es más fácil que, con simples gestos o modificaciones en el tono de voz nos hagan caso, siempre y cuando nuestra relación con ellos sea muy cálida y amorosa. Como se mencionó antes, el juego es una excelente oportunidad para fortalecer nuestros lazos entre la familia, particularmente con los más pequeños.
Es importante mencionar que no dejemos nunca de lado el aspecto emocional. Una vez que tenemos oportunidad de platicar con nuestros pequeños, debemos escucharles, preguntando siempre cómo se sienten, y explicando que hay ocasiones en las que -por ejemplo- no podemos continuar con lo que estaban haciendo, o no podemos comprar tal o cual cosa, etcétera, para promover la expresión emocional en nuestros pequeños y que ellos también sepan por qué papá o mamá tuvieron que actuar de esa forma.
Adicionalmente, recordemos que los niños y niñas siempre deben tener reglas que les permitan tener más claridad sobre lo que se espera de ellos. Así, al comenzar a realizar cierta actividad o al llegar a algún lugar, hay que especificar qué se realizará y cuánto tiempo se encontrarán ahí, así como dar instrucciones claras y cortas.
Recordemos que, si bien esto puede ser una herramienta para no desesperar y que los berrinches sean más breves, siempre va a haber la posibilidad de que nos desesperemos. Por esto, es necesario mencionar que existen distintas técnicas de relajación de las que podemos echar mano; recordemos que, si alguna no funciona con nosotros, podemos hacer uso de otras, ya que las herramientas que funcionan en algunas personas no necesariamente deben funcionar en otras.
//Viridiana Hernández