Obtener perdón y pureza son dos procesos diferentes. Nuestra primera meta en Yom Kipur es ganarnos la misericordia de D-os para que no nos castigue por nuestras malas acciones pasadas. Esto es lo que llamamos, ‘capará’ (perdón). Requiere, por supuesto, de un arrepentimiento sincero, ¿por qué debiera D-os dejar que un año o toda una vida de pecado no recibiese lo merecido? El perdón o capará, requiere a lo más, como lo expresa el Talmud, una voluntad tan firme que D-os, quien conoce todos nuestros pensamientos ocultos, pueda atestiguar la verdadera sinceridad del penitente. Este es el tipo de arrepentimiento que merece capará, la decisión de D-os de no castigar.

Sin embargo, con esto no se logra ‘tahará’ (pureza), porque la persona misma aún no ha cambiado. Su discernimiento intelectual sobre el bien y el mal como su autodisciplina pueden ser lo suficientemente firmes como para impedirle cometer un pecado, pero aún sigue manchada por toda una vida de pecado, por un efecto acumulativo de una exposición prolongada a una cultura común, a una asimilación dentro de la sociedad, a encuentros diarios con un medio ambiente cínico, con clientes poco escrupulosos, con público, con socios, con esa necesidad que se tiene de reír, alegrarse y chacotear con los compañeros y colegas. Por lo tanto, incluso después de habernos arrepentido y ganado el perdón divino, nos sentimos tentados por los viejos pecados. Logramos ciertamente vencer la tentación -y esto es un logro maravilloso- pero solo aquéllos que son realmente puros no son atraídos por la tentación.

¿Qué es esa meta tan inalcanzable que llamamos pureza?

La pureza es la búsqueda del propósito para el cual D-os nos creó. El hombre debe mostrar toda su vida que cada una de sus acciones, cada uno de sus pensamientos, cada pedacito de su vida tiene como meta lograr ese propósito. Es sin duda una ardua tarea, permanente, eterna. Para ello tenemos Yom Kipur; es nuestra fuente de pureza. Nos permite volver a emprender nuestra búsqueda, y nos proporciona las condiciones espirituales para lograrlo.

Es un mandamiento positivo de la Torá hacer que el hombre eleve su espíritu hacia el arrepentimiento en Yom Kipur; dice… “Deberás purificarte de todos tus pecados ante Ashem” (Shaaré Teshuvá 2:14).

En Yom Kipur tenemos la obligación de elevar nuestra alma. Hay otra palabra clave en el pasaje anterior: Rabeinu Iona cita el verso en que se dice que Yom Kipur es especialmente un día de purificación. Todo pecado consiste en un hecho y la actitud que lo fundamenta. Así como el hombre tiene mayor control sobre sus manos que sus ojos, sobre sus actos que su imaginación, es más fácil para él evitar pecados en hecho, y arrepentirse de hechos pecaminosos que evitar y arrepentirse de pensamientos pecaminosos (Shaaré Teshuvá 3:26). Yom Kipur, día de pureza, nos otorga la posibilidad de desarraigar estas actitudes y pensamientos. Según nuestros sabios, es evidente que cuando la Torá ordena alguna norma, D-os nos proporciona los medios para alcanzar el objetivo requerido. Si a un judío se le ordena purificarse en Yom Kipur, se le dan los recursos para lograrlo; Yom Kipur es un día que irradia un aire de santidad único; ese día emana el potencial de pureza que necesitamos.

La fiesta de Año Nuevo, Rosh Hashaná

Mensaje del Presidente del Consejo Directivo del CDI

Mensaje del Presidente del Comité Ejecutivo del CDI

Rosh Hashaná o cabeza del año

Una lectura de Rosh Hashaná, Sara, Rajel y Janá

Reformulando la obligación de la mujer, Shofar en Rosh Hashaná

El secreto de la manzana y la miel

Hoy, un Rosh Hashaná diferente: “Shemitá

Día del arrepentimiento y del perdón

Share.

Leave A Reply

Exit mobile version