Mi Bobe, mi querida y siempre recordada Bobe, hablaba un pésimo español, y solo regañaba

en Yidish, porque nosotros, sus nietos, no entendíamos sus palabras en polaco, ni siquiera mi Zeide le entendía porque era de Ucrania, y entonces el Yidish era el idioma oficial en esa casa llena de diferentes vocablos, de muy distintas creencias acerca de la religión, unos sumamente tradicionalistas y religiosos, otros seculares, porque mis otros Zeides, venían de Francia. Un mundo enorme entre idiosincrasias, sin embargo, todos ellos, mis cuatro raíces, vivieron la experiencia de pogroms, y la muerte desafortunada de sus padres a manos de los nazis.

Aunque esta sección no es para cosas amargas sino para alegría, no puedo dejar de describir las ocasiones en las cuales cuando mi Bobe materna, la polaca, vivía casi en la cocina, como si esa fuera su habitación principal, la vi hacer Latkes, Guefilte Fish, pepinos agrios, hasta Hering, Jrein, vino kosher, Bagels, por supuesto Jale, Brust, Borsh ruso y polaco, uno caliente el otro frío sin betabeles, la sopa de cebada con tuétano, el Shmaltz, Kishke, Blintzes, pastel de manzana, galletas de nata, la crema, la mantequilla, el yogurt, una fábrica de diversos aromas en casa. Hablaban de su estado de ánimo, o de los recuerdos de las recetas de su madre cuando viva heredó los rituales y las formas de ser una mujer nada más para la casa.

Hasta aquí llego con los Kreplaj y con los Lokkshn, siempre me impresionaba cómo al hacer la masa, no sabía el porqué del rodillo de madera y su tabla para amasar, eran casi intocables. Recuerdo espectacularmente su habilidad para hacer la enorme tortilla, luego formar como un taco gigantesco, y con el cuchillo más filoso cortaba esas finas rebanadas de las cuales con suerte, no se le iban sus uñas, salían únicamente como cabellos casi dorados de ángel. Los Lokhsn hechos por mi Bobe, se pasaban para cocerlos en una olla llena de agua hirviendo, a la que nunca dejaron que me acercara para ver las burbujas mientras se cocía la pasta. Luego claro, mezclarlos con el delicioso Yoij (caldo de pollo) con Lokshn en Yidish, Loksyn en polaco. Platillo especial para la cena de Shabat, o Rosh Hashaná, para romper el ayuno de Kipur, y eran prohibidos en Pésaj. Los Lokshn son una tradición perdida por eso la rescato, ya nadie hace Lokshn, todo viene preparado, industrializado, será por la liberación femenina, será por las prisas, o el tráfico, o la falta de ganas. Ya nadie hace Lokshn. Cuando mi Bobe los hacía estaba de buenas, escuchaba las canciones de Pedro Infante, a mí se me hacían del año del caldo, pero si los combinaba después con los Lokshn, todo sabía distinto.

Cuando hacía Kreplaj las cosas se complicaban, se ponía muy nerviosa. El relleno la desesperaba si era salado, mejoraba un poco si decidía hacerlos dulces, casi nunca, porque el llanto no tenía que ver con la dificultad, era más bien, el recuerdo de no haberse sentado en Shive por sus padres y hermanos. El llanto caía en el relleno, hasta hoy día cuando trato de disfrutar algo me lo impide, nunca sabré cómo desafiar la tristeza de los Kreplaj.

Vayamos a las recetas
Masa:
100 gramos de harina
1 huevo
1 pizca de sal
(Arriba ya expliqué los procedimientos)

Kreplaj
Masa:
100 grs. harina
1 huevo
1 pizca de sal

Procedimientos:
En una cacerola, poner la harina, y al centro la sal y el huevo, con los dedos comenzar a revolver y poco a poco se va a formar una masa, seguir amasando alrededor de 15 minutos y obtener una masa elástica y transparente.
Dejar reposar en el refrigerador bien tapada alrededor de una hora.
Sacar del refrigerador y con el rodillo comenzar a estirar para hacer la tortilla como la que explico de mi Bobe. Obtener una masa súper delgada, con un cortador de galletas redondo cortar círculos, rellenar y dar cocción en agua hirviendo, comenzarán a flotar y dejar a que estén bien cocidos.

Relleno:
Puede ser de pollo cocido molido, hígado de pollo molido (sin lágrimas). Con queso yidish y mermelada, si son dulces, a veces.

Cómo rellenar:
Tomar el círculo de pasta, colocar al centro una cantidad de relleno, doblar el círculo por la mitad (a formar una media luna) y unir las dos puntas, si es necesario para que pegue la masa, con el dedo poner un poco de agua.

Se sirven en caldo de pollo bien caliente.

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